Cómo ve a la ciudad

María Guadalupe Allassia

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Escritora. Es profesora de nivel inicial. Ejerció la docencia en varios niveles y circunstancias. Asegura “amar a la literatura” y por esa razón se dedicó a leer y escribir libros. Cuenta con varias publicaciones para niños, adolescentes y adultos. Es la autora de la novela “Secreta Memoria”, donde cuenta la historia de su adopción. Reside en la zona sur de la ciudad.

Foto: Archivo El Litoral

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En esta ciudad, donde se respira la memoria de los árboles, hay casas viejas, miles de pasados, lugares donde se apoyaron los ruidos y los resplandores; historias que ignoramos y otras que guardamos como polvo de oro.

Perfumes, vaivenes, suspiros, lunas amarillas que siempre se caen al río.

Hoy veo una ciudad que crece en edificios bellos, muy altos, que a veces tapan aquella ventana de rejas con suspiros o empequeñecen la farola antigua que con sus leves entretonos iluminaba los sueños. Me gusta el ascenso hacia el cielo, tocando casi las nubes; aunque por ahí son ambiciosas torres que apagan los patios, ésos de los suspiros, donde se mueren las prímulas y los vahos de sándalo y canela. A veces, lo numeroso e imponente, oprime el sol de la mañana y desmadeja un laberinto innecesario donde se pierde el oro de las tardes.

¿CÓMO VE A SANTA FE?

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Lo mejor que tiene mi ciudad es ese aire húmedo de laguna con leyendas que beatifican el desorden o el descuido. Esos símbolos de hidalguía e inmigrante, históricos y humildes, nobles y sencillos, fraternos y generosos. La ciudad tiene abiertas las manos al arte, a la música, a los espectáculos creativos y populares, a los artesanos de la plaza, a la buena vecindad. Son los símbolos santafesinos, de la llanura abierta, que brindan cordiales palabras y ofrecen, en el silencio, las luciérnagas de la tarde. Santa Fe es una ciudad a veces adormilada por las siestas calientes donde el sol reverbera con espejismos de duendes y leyendas. También, una ciudad de pájaros que navegan al viento de manera ingenua y perezosa y donde la gente, con los zapatos húmedos por las inundaciones, marcha hacia los sueños de los lapachos que siempre florecen en primavera.

¿QUÉ ES LO MEJOR QUE TIENE?

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El olvido. Hay casas, calles y lugares que esperan. Ojalá, algún día, la necesidad y la pobreza sólo sean el ayer, el tenue abismo no recordado. También me pregunto: ¿Y los niños? ¿Los que limpian vidrios? ¿Los que duermen en la calle? ¿Los que no van a la escuela? ¿Los que comen de la basura? ¿Dónde juegan? ¿Quién ocupa sus plazas? ¿Quién roba sus farolas y escribe en las paredes horrores ajenos? ¿Quién descuida los juegos y las flores? ¿Dónde está la Ciudad de los Niños? Ellos necesitan vivir. ¿O acaso su felicidad es sólo agua invisible? ¿Quién silencia sus cantos? No me atrevo a descifrar el enigma de los olvidos. Sin embargo, digo: hombre, mujer, no te olvides de pintar puertas y ventanas de todos los colores; de soñar con el agua que lava las camisas; de sembrar flores en los caminos; y de mirar la luna que con su infinita voz dice tu nombre.

¿QUÉ DEBERÍA CAMBIAR?

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Si tuviera la posibilidad de tomar decisiones, mi principal preocupación sería la educación. Todas las personas que habitamos esta ciudad debemos aprender a reflexionar, proyectar, desarrollar y cuidar los bienes necesarios para una convivencia de crecimiento y de paz porque es en el pensamiento donde reside la profundidad del misterio del hombre y su realización plena para escalar la cumbre de cada día. Entonces, esta ciudad que guarda imágenes que conjugan un tejido armonioso que respira el tiempo, verá todos los sueños. Podríamos decir con Borges: “Quiero volver a las comunes cosas: el agua, el pan, un cántaro, unas rosas...” O con Neruda: “Compañeros de canto, el tiempo que transcurre tendrá forma y sonido de guitarra; y cuando quieras inclinarte al pasado, el manantial del tiempo transparente revelará tu integridad cantando. El Tiempo es alegría”.

¿CUÁL SERÍA SU PRINCIPAL PREOCUPACIÓN SI TUVIERA LA POSIBILIDAD DE TOMAR DECISIONES?