Una ayuda para convivir con enfermedades terminales

Una ayuda para convivir  con enfermedades terminales
 

Una nueva publicación de Stella Maris Maruso -autora del libro “El laboratorio del Alma”- refiere a los casos de las personas que padecen graves enfermedades y acuden a la Fundación Salud para sanar.

TEXTOS. ANALLÍA PÁEZ (TÉLAM). FOTO. GENTILEZA EDICIONES B.

La tanatóloga Stella Maris Maruso, quien ayuda a enfermos terminales a través de técnicas y experiencias que vuelca en su flamante obra “Laboratorio interior. Nuevas historias para sanar que merecen ser contadas”, aseguró que “sanar es regresar a nuestro estado de integridad”. Maruso está a cargo de la Fundación Salud, que funciona en una especie de paraíso terrenal ubicado en Luis Guillón, en el conurbano bonaerense. Hasta allí se acercan docenas de personas enfermas de alma y espíritu y quienes solo buscan una manera diferente de vivir, lejos del estrés y las presiones cotidianas.

En su libro -editado por Ediciones B- Maruso explica las ventajas de la psiconeuroendocrinoinmunología, la disciplina científica que comenzó a aplicar hace 30 años en enfermos terminales con el objetivo de revertir el efecto negativo de la emociones sobre los procesos biológicos.

Desde entonces, esta investigadora, tanatóloga y terapeuta bio-psicosocial asistió a casi 30.000 enfermos que a lo largo de tres décadas pasaron por la Fundación Salud, una organización que recibió el respaldo de la comunidad científica y que periódicamente participa de ciclos organizados por la Facultad de Medicina de la Universidad de Harvard.

“En el libro cuento sobre los casos de las personas que llegan para sanar. Junto a un grupo de médicos, nos dedicamos a ayudar a las personas entre las cuales puede estar una enfermedad que es considerada incurable para la Medicina. Atendemos las necesidades insatisfechas de la Medicina”, asegura Maruso en una entrevista con Télam.

“No se atiende a la enfermedad sino a la experiencia de la enfermedad”, plantea Maruso y aclara: “Se ve cómo la persona experimenta la enfermedad, ya que si lo hace de una manera saludable podemos optimizar el resultado de los tratamientos. Trabajamos sobre todo lo que tiene que ver con lo que piensan, lo que sienten, sobre lo que es vivir con una enfermedad, es decir, cómo se vive el período en que sale del consultorio médico con un diagnóstico y hasta la próxima consulta”, señala.

SALUD PERSONALIZADA

En su texto comenta que -a través del Programa Avanzado de Recuperación y Apoyo (PARA)- brinda asistencia a personas que atraviesan crisis severas, ya sea enfermedades graves como cáncer, sida, enfermedades autoinmunes, cardiovasculares y otras de alto riesgo, como así también depresiones, adicciones y crisis existenciales.

A través de un plan de salud personalizado, diseñado por un equipo interdisciplinario que la secunda, “se logra potenciar sus recursos internos a fin de realizar los cambios vitales que posibiliten el regreso a la salud e indiquen un camino nuevo hacia la sanación”, explica Maruso. “Se logra generar una estrategia terapéutica holística que considere todo lo que el hombre actualiza para sumar o restar y que influencia el sistema inmunológico”, indica.

“La neurociencia dice que cada pensamiento y sentimiento impacta en las células inmunológicas; esto puede marcar una gran diferencia, más allá de que la persona pueda mejorar su estado físico y funcional. Puede resignificar toda una historia de vida y tener una visión más trascendente a la experiencia de vida”, agrega.

PAZ Y MEDITACIÓN

Para conocer un poco más sobre lo que cuenta Maruso en su obra, esta periodista asistió a la fundación y éste es el relato de la experiencia vivida en el lugar, donde la mañana arranca con bailes y se escuchan desde las canciones pegadizas de cualquier boliche hasta las recordadas de la infancia.

Todos bailan, de alguna u otra manera. Las sillas de ruedas se acercan a la pista y quienes aún son tímidos sólo levantan los brazos desde los confortables sillones del lugar. Luego de un poco más de 40 minutos de bailar y cantar con el alma, llega Maruso siempre vestida de blanco y la paz se impone en el lugar. Las colchonetas corren a las sillas de ruedas, las muletas y la meditación comienza.

Una vez terminada, Maruso comienza con sus charlas sobre autosanación: habla de cuáles son las claves para dejar el dolor del alma de lado y comenzar a hacer lo que le hace bien al espíritu. Todos participan. Levantan sus manos y las preguntas y experiencias de vida no cesan. Todos se retroalimentan.

Durante la jornada -donde también se hacen talleres de inteligencia emocional para chicos- los mantras, las charlas y los ejercicios propuestos por Maruso hace que todos se conecten. El lugar se llena de energía, el aire huele a que “todo se puede”; que sanar el alma y hasta el cuerpo es posible. Hay llanto, abrazos, pero sobre todo buena vibra.

La jornada termina y todos desalojan -a paso lento- los jardines con fuentes, cascadas y piedras energéticas. Atrás queda el “Arbol de la vida”, que recuerda con una escultura (de la que cuelgan llamadores de ángeles con un nombre) a cada uno de los pacientes que partieron.

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