EDITORIAL
EDITORIAL
Irresponsabilidad en la oposición
El equilibrio de fuerzas políticas es clave para el desarrollo armónico de cualquier sociedad. Incluso para los países que gozan de democracias maduras, es siempre mejor que exista un verdadero contrapeso entre quienes ejercen el poder y aquellos opositores encargados del control. Cuando el poder es hegemónico, se incrementan irremediablemente las pulsiones autocráticas.
No alcanza con que las instituciones estén vigentes. Se requiere, además, que las mismas sean administradas por hombres y mujeres con diferentes miradas, orígenes y expectativas. Es verdad que las decisiones se toman con mayor celeridad cuando no es preciso discutirlas. Pero es preferible afrontar el inevitable paso del tiempo que provoca el debate, antes que incurrir en errores por falta una discusión enriquecedora. Los límites al poder son imprescindibles.
Por estas razones, los problemas de la oposición representan un grave escollo para el futuro.
A lo largo de 2011, se produjeron situaciones que rozaron lo patético y que fueron socavando la credibilidad de la ciudadanía en dirigentes que pretendían presentarse como una alternativa mejor. Pregonaban el diálogo y el consenso, pero no fueron capaces de alcanzar, siquiera, acuerdos razonables dentro de sus propios partidos.
En el Peronismo Federal, Eduardo Duhalde y Alberto Rodríguez Saá terminaron acusándose mutuamente en un infructuoso intento de elecciones internas. En el radicalismo, los comicios ni siquiera llegaron a realizarse y Ricardo Alfonsín llegó a la precandidatura casi por decantación. En el Frente Amplio Progresista, Pino Solanas terminó denunciando que Hermes Binner y Margarita Stolbizer lo dejaron al margen de la toma de decisiones.
En algunos de estos sectores, la aplastante derrota del 14 de agosto profundizó las desaveniencias.
No queda claro qué pretende el radicalismo, pero da la sensación de que sus dirigentes están empeñados en destruir definitivamente lo poco que queda de ese partido.
El candidato a gobernador de Mendoza, Roberto Iglesias, pide abiertamente a los votantes que corten boleta y que, si lo desean, elijan a un candidato a presidente que no sea Ricardo Alfonsín. La estrategia fue apoyada por el dirigente Ernesto Sanz, entre otros. Tan disparatada parece la situación de la UCR, que el único que salió a defender a su candidato fue el peronista Francisco De Narváez. El canibalismo radical no deja de sorprender.
La provincia de Santa Fe no es ajena a estos enfrentamientos. Radicales y socialistas siempre se miraron con desconfianza. Comparten el FPCyS porque saben que es la única alternativa para enfrentar al peronismo.
Dirigentes del radicalismo criticaron con dureza a Binner, a quien acusan de implantar una visión hegemónica dentro del Frente. El socialista les contestó y las heridas parecen profundizarse.
En definitiva, la oposición hace todo lo posible para que durante los próximos años exista un gobierno nacional con poder casi absoluto. Y ése no será un problema de los opositores. Los riesgos que plantea esta situación, serán para todos.