Embestida en la CGT y puja en Economía
Odiado Moyano, Amado Boudou
El secretario general de la CGT y el futuro vicepresidente de la Nación encarnan algunas disyuntivas que la presidenta deberá resolver en el primer año de su segundo mandato.
El virtual futuro vicepresidente y el todavía líder de la central sindical, en el foco de una pelea cifrada en el futuro inmediato.
Foto: Archivo El Litoral
Sergio Serrichio
Tras la escandalosa reelección de Julio Grondona como presidente de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), el país asistirá, con pocos días de diferencia, a la de Cristina Fernández de Kirchner como presidenta de la Nación. Los argentinos estamos chochos con nuestra dirigencia.
O no tanto. Porque a Hugo Moyano le será más arduo renovar su mandato sindical, que expira en mayo de 2012. El gobierno no lo quiere más ahí. Y él no parece dispuesto a irse silbando bajito.
Los recientes cruces entre la presidenta y el secretario general de la CGT eran impensables hace un año. El 17 de octubre de 2010, Cristina y Moyano compartieron palco y discursos en la cancha de River, al lado del hoy difunto Néstor Kirchner, y aunque hubo alguna rispidez (como cuando Cristina le respondió a Hugo que ella también es una “trabajadora”) eran básicamente dos socios, en la política y en los negocios.
Tres días después, el asesinato del joven militante trotskista Mariano Ferreyra, a manos de una patota de la Unión Ferroviaria que encabeza el hoy reo José Pedraza, puso al gobierno de cara ante su hipocresía. Y el 27 de octubre, la muerte de Néstor Kirchner dejó a Moyano sin un interlocutor al que le conocía el estilo, uno que manejaba sus códigos y con el que podía tener un toma y daca. ¡Cuánto lo extraña!
Pedraza, Moyano y el gobierno eran entonces socios en el Belgrano Cargas, la red ferroviaria de cargas más extensa y de mayor potencial del país. Los camioneros fueron eyectados hace pocos meses, aunque no todavía los secuaces de Pedraza, que desde la cárcel volvió a ganar una elección sindical y mantuvo jugosos diálogos telefónicos con el ministro de Trabajo, Carlos Tomada.
En tanto, el sistema ferroviario sigue siendo una vergüenza nacional, no sólo por los recientes accidentes con víctimas fatales, sino también por la manera animal en que transporta a sus usuarios y la obscena distribución de subsidios multimillonarios entre empresarios y sindicalistas amigos del gobierno, como Franco Macri, el papá de Mauricio, y sus socios chinos.
La pulseada que sigue
Pero la razón de fondo de la pelea entre la presidenta y Moyano no está en el pasado, sino en el futuro. Aunque pesen las cuestiones estéticas, a Cristina lo que más le molesta no son los negocios del millonario dirigente sindical (algo tan llamativo como una millonaria “militante” política) sino su insistencia en condicionar su poder y su insistencia en pedir cargos y listas para “los trabajadores”.
Si esa molestia presidencial ya era obvia, ¿qué puede esperarse cuando Cristina sea ratificada por un porcentaje de votos que casi cuadruplicará a su rival más inmediato? Cristina está convencida de que no le debe nada a nadie, y menos que menos a Moyano, a quien una vez el gobernador salteño, Juan Manuel Urtubey, calificó acertadamente de “piantavotos”.
Para colmo, como ya apuntamos aquí tras las elecciones primarias, una de las ideas del actual ministro de Economía y futuro vicepresidente de la Nación, Amado Boudou, es reducir la “nominalidad” de la economía (léase, alta inflación y creciente retraso cambiario) limitando -en el mejor de los casos a no mucho más que el diez por ciento y en el peor a no más del veinte- los aumentos salariales en la próxima ronda de negociaciones paritarias, el grueso de las cuales tendrá lugar entre marzo y abril de 2012.
Moyano sabe que las que las críticas presidenciales a las conductas “corporativas” y las conminaciones a “estar a la altura de las circunstancias” apuntan a él. Teme también que en algún momento el gobierno use sus alfiles judiciales para investigar en serio si oculta cadáveres en el ropero. E intuyó que la detención del sindicalista ferroviario Rubén “Pollo” Sobrero (apoyada con bombos y platillos por el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, pero tan floja de papeles que el juez se vio obligado a liberarlo) puede ser un anticipo de los reflejos del gobierno ante el retobo sindical si la economía y las cuentas se ponen más difíciles.
Paradójicamente, si se confirman las tendencias recesivas de la economía mundial, la soja pierde poder adquisitivo internacional y Brasil devalúa un poco más el real, el único modo que tendría el gobierno de zafar del choque con Moyano es hacer otra de las cosas que propicia Boudou: endeudarse en el exterior, navegar la crisis a fuerza de crédito de modo de evitar, o al menos suavizar, el ajuste.
Interna en Economía
En este frente, sin embargo, las dudas empiezan a ser de Boudou. En torno de la presidenta aseguran que seguirá el “desendeudamiento”. Y la posibilidad de que Mercedes Marcó del Pont sea la próxima ministra de Economía tiene en ascuas al guitarrista de La Mancha de Rolando, que quiere allí a su secretario de Finanzas, Hernán Lorenzino, o alguien afín.
Boudou ya le torció el brazo a Marcó del Pont cuando logró que el Banco Central calmara el dólar mediante la venta de dólares a futuro (garantizando de paso ganancias fáciles a los bancos), pero le tiene miedo a su sesgo “productivista” y, en el límite, devaluacionista. No porque no quiera un dólar más caro, sino porque teme las consecuencias.
Al pispear el panorama financiero de 2012, el consultor Federico Muñoz advierte luces y sombras. Una de las primeras es que las “necesidades de financiamiento”, descontados los vencimientos intra-sector público, lucen muy manejables: 2,3 % del PBI, contra 3,9 % promedio de los últimos años. El problema es que los recursos para financiar esa brecha han prácticamente desaparecido, lo que deja al Tesoro ante un faltante prospectivo de 6.000 millones de dólares. Más que la cifra, el problema es la falta de definición. Llegado el caso, ¿la presidenta elegirá endeudarse o ajustar el presupuesto? Y en este último caso, ¿limará gastos o irá por más impuestos?
Así, para el primer año de su segundo mandato, las disyuntivas de Cristina oscilarán entre su odiado Moyano y su Amado Boudou.