CHARLA EN EL INSTITUTO ALMIRANTE BROWN

Chile: la educación en su laberinto

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La movilización, una de las más fuertes desde el retorno de la democracia, puso al gobierno en una crisis política que derivó en una caída histórica de la imagen presidencial. Foto: DPA

Una estudiante de ese país, residente en la Argentina, dio el jueves una charla organizada por el Foro contra la Impunidad y por la Justicia. Habló de la génesis de la movilización, del sistema discriminatorio y excluyente, y de la imperiosa necesidad de sacar la cabeza del lodo neoliberal.

 

Natalia Pandolfo

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Daniela Poblete integra la Comisión de Estudiantes Chilenos Exiliados por la Educación. No sólo es testigo: es consecuencia de un modelo que, torneado por las manos del neoliberalismo, excluye y discrimina sistemáticamente a miles de jóvenes de ese país. Un sistema violento, que pone un precio a la educación para garantizar que sólo accedan a ella algunos elegidos. Un sistema que estalló, hace meses, en las calles de Santiago.

Daniela estudia Dirección Escénica en Buenos Aires. Es una más de los cinco mil chilenos que decidieron cruzar la cordillera para tener acceso al nivel superior. Desde entonces, desparramados en aulas de todo el continente, cientos de jóvenes como ella difunden y piden solidaridad con la lucha estudiantil.

“Es a través de la educación que se transmite el mensaje neoliberal. Y hasta tal punto estábamos tomados por ese discurso, que nuestros primeros reclamos eran para que se nos facilitara el acceso a créditos para pagar nuestros estudios. Fue todo un trabajo comprender dónde estábamos parados”, confiesa en el auditorio del Instituto Superior del Profesorado Almirante Brown, frente a un público formado por pares, docentes y militantes de organizaciones sociales.

Daniela trae a la mesa la declaración del presidente chileno, Sebastián Piñera, que definió sin tapujos a la educación como “un bien de consumo”. A partir de este concepto, asegura que es “emocionante” ver que la sociedad chilena va asumiendo la necesidad de un cambio radical.

El día que cambió la historia

“La demanda estudiantil es transversal a toda la sociedad. Nuestras familias se endeudan para que sus hijos puedan estudiar en la universidad, o bien deben elegir, si tienen más de uno, a cuál de ellos se les paga el estudio. Es necesario hacer cambios estructurales al sistema político y económico del país, esto lo hemos comprendido como estudiantes”, dice Daniela, luego de hacer un recorrido histórico por las distintas etapas del proceso que derivó en este presente en ebullición.

El paneo se detiene en un año, un día, una hora: 11 de septiembre de 1973, a las 11. “El bombardeo al Palacio de la Moneda y la muerte de Salvador Allende dan comienzo a un sinfín de cambios, y a la instalación de un sistema económico y político perversos. El sistema educativo es desfinanciado, paso previo para su privatización”, refiere.

Augusto Pinochet, el dictador que murió sin ser juzgado, viene a reforzar este camino, y las bases de su política continúan vigentes hasta hoy. “El modelo neoliberal nos borró la historia, nos tachó los derechos que habíamos conquistado. Otra hubiera sido la historia chilena si no hubiera existido el 11 de septiembre de 1973”, opina, levantando la voz, porque el sistema de audio ha dejado de funcionar, como en toda escuela pública argentina que se precie de tal.

Las calles nuevamente

Herederos de un movimiento de protesta que comenzó a mediados de los 90, los estudiantes chilenos tomaron en abril de este año las calles de Santiago con una consigna: educación universitaria pública, de calidad y gratuita. Eran presos de un sistema que excluye, que otorga títulos universitarios a cambio de deudas impagables.

Eran ciudadanos de un país cuyo presidente, el hombre de la sonrisa dibujada, timonea el país con los criterios de una empresa y dice, sin que los músculos de su cara acusen recibo, que “todos quisiéramos que la salud, la educación y muchas cosas más fueran gratis para todos, pero nada es gratis en esta vida”, después de haber asumido en campaña que el sistema era pésimo y que necesitaba ser revisado íntegramente.

El llamado “chilean way” (en una entrevista el presidente contó a los medios que, después del episodio del rescate de los mineros, Barack Obama le había comentado que la gente le pedía que hiciera las cosas bien, a la chilena: “the chilean way”) encontró su límite pocos meses después: hoy la imagen del presidente toca el piso del 26 por ciento, según el Centro de Estudios Públicos (CEP). Y el 80 por ciento de la población opina que es necesario un cambio en el sistema educativo.

Se calcula que cada estudiante, cuando se gradúa, se lleva consigo una deuda de 40 mil dólares: los grandes acreedores son los bancos. Chile dedica a la educación el 1.75% de su PBI. Cruzando las montañas, Argentina asoma como un ejemplo a seguir: invierte el 6.43% en educación y disfruta desde hace años de un sistema que, con sus carencias, cuenta con las palabras público, libre y gratuito como parte del universo cotidiano.

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Daniela es un caso más de tantos: sin dinero para pagar su carrera, optó por radicarse en Argentina para estudiar. En Chile se calcula que, con el diploma, cada estudiante se lleva consigo una deuda de 40 mil dólares.

Foto: Luis Cetraro