Mano a mano con Claudio Gugnali, el ayudante de Sabella

“Luque tiene futuro de Selección”

“Los hinchas de Unión me llaman y me dicen que Bologna es argentino y que me fije en Avendaño. Me gusta la forma en que defienden y piden por sus jugadores”, dice el ex técnico de Unión.

1.jpg

El enviado de El Litoral con Claudio Gugnali, en el hotel de la Selección en la calurosa ciudad del norte colombiano. “Estoy enamorado de Santa Fe”, dijo el hombre que perdió aquella final por el ascenso con los jujeños.

Enrique Cruz (h)

(Enviado Especial a Barranquilla, Colombia)

“Me sensibiliza verlos tan lejos porque me trae el grato recuerdo de los tiempos vividos en Santa Fe”, dice Claudio Gugnali cuando se encuentra con el enviado de El Litoral en medio del tremendo calor del mediodía colombiano. Y se presta al diálogo con la misma apertura que cuando soñaba con pasar a la historia con Unión, después de tantos padecimientos personales a causa de aquella enfermedad y de este presente tan colmado de responsabilidades como de dicha profesional para todo el cuerpo técnico de Sabella.

—Vas seguido a Santa Fe, Claudio, te han visto...

—Hay muchos hinchas de Colón que son amigos míos y ni qué hablar de Unión, que fue el trampolín para que hoy esté acá. Estoy enamorado de Santa Fe y siempre digo que me crié en La Plata, mis amigos y mi familia viven allí, pero en Santa Fe guardo muchos amigos y recuerdos.

—¿Dónde se trabajó más después de lo que pasó el otro día?, ¿en lo táctico, en lo técnico o en lo anímico?

—En lo táctico es muy poco el tiempo para trabajar, llegan cansados porque están jugando muchos partidos en Europa y no es fácil recomponerlos. Hemos entendido que hay que trabajar en la recuperación física y en lo anímico. Por eso se tiran conceptos, ideas y nada más.

—¿Por qué se varía, Claudio?, ¿se está buscando la identidad?

—Creo que sí, al punto tal que probamos en medio de los partidos. Cuando le ganamos a Chile lo hicimos bien y contra Venezuela perdimos jugando mal, pero contra Bolivia fue una injusticia agravada por el horror del árbitro al anular el gol en el que Messi le dio la pelota a Higuaín.

—Fuiste defensor en tus tiempos de jugador. ¿No pensás que es necesario tener un referente defensivo, un caudillo?

—Hay que buscarlo. Demichelis, Burdisso y Otamendi son jugadores de gran jerarquía. Por allí el error es nuestro por no poder potenciarlos. Pero cuesta encontrar, por ejemplo, lo que Boca consiguió con Schiavi, que es alguien que ordena y tiene marcada importancia. Lo bueno es que Argentina es una fuente permanente de generación de jugadores. Seguramente, viajaremos a Europa y veremos a Hugo Campagnaro, que hoy está en el Nápoli, a Musachio, a Fazio, a Garay y ojalá tengamos el acierto de encontrar ese referente.

—¿Esos jugadores nacen o se hacen?

—Principalmente, nacen. Después se van moldeando con los aportes que le damos los técnicos. Por eso, los jugadores después hablan de nosotros, porque seguramente les vamos inculcando conocimientos. Pero los referentes nacen.

—¿De qué hay que mentalizarse, Claudio?

—De que hay formas de ganar que no son menos dignas que jugando un gran fútbol. Lamentablemente, los jugadores llegan y tienen que jugar, no los podemos trabajar. Por eso, como dijo Alejandro (Sabella) en la conferencia, hay que tratar de darles un orden y de trabajarlos mucho en lo anímico, como tuvimos que hacerlo con Demichelis en estos días.

—¿Pensaron alguna vez en Mascherano de central?

—Sí, claro. A mí no me extrañaría que lo haga en cualquier momento en la selección (N. de R.: al cierre de esta edición, Sabella estaba definiendo el equipo luego de probar a Mascherano, aunque no dijo anoche en la conferencia si lo iba a poner de volante o de defensor).

—¿Cómo responden estos jugadores a la exigencia de cambiar de puesto y cómo hay que hacer cuando el cambio no es definitivo?

—¿Lo decís porque Mascherano juega de volante con nosotros y de central en Europa?

—Claro, porque hay muchos casos de volantes que pasaron al fondo, pero por allí pierden el timming si tienen que volver al medio...

—Puede ser, los espacios y las decisiones son diferentes. Siendo central sos último hombre, tenés otro panorama del partido y no te queda nadie atrás, salvo el arquero. En cambio, si sos volante cambia, estás en la mitad de la cancha, te queda el mismo trecho adelante que atrás. El hecho de estar jugando en la zaga le quita el aceitamiento de un volante, pero a Mascherano, cuando se hace la lista, siempre lo ponemos y por algo es.

—¿Está hablado el tema Verón con Sabella?

—Sí, claro. Cuando deje el fútbol, será bien recibido. Lo tuvimos en Estudiantes, es un crack, pero te puedo asegurar que en este momento estamos abocados a que el equipo mejore y saque los puntos que necesitamos para ir a Brasil.

—Antes, en Unión, te hablaban para que recomiendes o des tu opinión sobre un determinado jugador. Ahora, ¿te llaman para que convoquen algunos a la Selección?

—(Risas) De los dos lados, porque de Colón también me preguntan qué pasa con Luque o por qué no miramos a Pellegrino. Y de Unión me llaman para decirme que Bologna es argentino, que lo miremos a Avendaño... Ha cambiado mi situación y soy muy respetuoso de los equipos de Santa Fe... Luque está entrenando con nosotros y ojalá siga creciendo. De Colón esperaba un poco más, estuvo encaramado pero no se fortaleció. Y Unión está haciendo un buen torneo por tratarse del primer año en Primera.

—¿Lo ves a Luque con futuro de Selección?

—Sí, claro. Es un chico muy joven, ofensivo, son pocos los zurdos que tienen esa característica. Viene bien y tiene una gran proyección.

“Luque tiene futuro de Selección”

Sin paz. Fue tremendo el movimiento popular que acompañó en todo momento a la Selección argentina. Lo llamativo es que la mayoría de la gente era colombiana, pero evidentemente la atracción que genera la figura de Messi es mayor. Foto: Télam

—Y hablando en serio, a Bologna, ¿lo están viendo?

—Vos sabés que a veces, y lo digo con respeto, hay años en los que no salen buenos arqueros. Pero ahora estamos en un momento muy bueno. Bologna y Pozo no son excepciones, pero Saja está bárbaro, Orión es pilar en Boca, más Romero y Andújar... Además, está el chico Andrada que es un arquero crack, me parece que se les viene Andrada a todos los arqueros de buen nivel entre los que está Bologna, por supuesto.

—¿Por qué fueron a verlo a Colón varias veces?

—Nos gusta estar en la mayor cantidad de canchas posible. A Colón lo fuimos a ver a Luque, nos llegaron buenos comentarios de otros muchachos pero cuando vamos a la cancha, es para verlos a todos.

—¿Qué opinás de Darío Kudelka?

—A Darío lo enfrenté hace muchos años cuando él dirigía inferiores de Unión y yo en Estudiantes. Me da la impresión de ser un tipo cauto, pensante, preparado. Hablé pocas veces con él, pero es profesor de educación física, tiene estudios y siempre digo que el que estudia tiene la cabeza más abierta que otros. La experiencia de haber jugado es buena para algunos y no ayuda mucho a otros. No es una condición indispensable la de haber sido jugador para ser un buen entrenador. Además, tiene un excelente ayudante como la “Pepa” Armando, que quiere mucho al club y es muy capaz. Él consiguió lo que otros no pudimos y le dio una alegría a la gente de Unión a la que tantas veces vi desilusionarse. Hizo un trabajo mejor que el mío y a la altura de lo que alguna vez hicieron Zuccarelli y Trullet. Yo quedé en deuda con la gente de Unión por aquel partido en Jujuy.

—¿Y de Sciacqua?

—Es querible, buena gente, hizo un equipo con ansias de protagonismo, también tiene un buen colaborador como Carlen, a quien conozco. Hago mucha fuerza para que le vaya bien a Sciacqua.

—Veo que te quedó una espinita clavada por aquella Promoción con los jujeños...

—Mirá, yo no me reforcé, me quedé con los jugadores del club, ese día en Jujuy tenía pibes de la categoría ‘89 y ‘90 en el banco... En el balance estoy satisfecho... Un día, el “Tato” Mosset me dijo que se quería ir y le dije que no, que teníamos que pelear por algo lindo y en Unión. Y el día de la final me lo agradeció por el consejo que le di. Llegamos hasta la puerta, pero desde el trabajo tengo poco para reprocharme.

—La última, ¿por qué tantas puertas abiertas de parte de ustedes para el trabajo?

—El día que deba cambiar mis convicciones, me quedaré en mi casa. Yo nací, vivo y moriré con el respeto como estandarte. Y Alejandro también piensa lo mismo. Por eso, se actúa de esta manera.



Los partidos para hoy

Además de Colombia-Argentina y Ecuador-Perú, los cuales comenzaban a las 18 de nuestro país, hoy se llevaban a cabo los otros dos partidos de esta cuarta fecha de las eliminatorias sudamericanas: a las 20.30, Chile recibe a Paraguay, mientras que a las 22 (hora de Argentina), Venezuela es local de Bolivia.

/// análisis

Desbocado

Por Enrique Cruz (h)

(Enviado Especial a Barranquilla, Colombia)

Eran unos 2.000 colombianos por lo menos. Se veían algunas camisetas de River, de Boca o de San Lorenzo, muchísimas del Barcelona y alguna que otra bandera argentina. El sol había desaparecido y una fuerte brisa hacía presagiar una nueva lluvia sobre esta ciudad canicular y húmeda. La gente se agolpaba y cada movimiento era el propio de una marea humana. Bastaba un grito o una voz de alerta, por más falsa que ésta sea, para que se produzca el desbande. Hasta que sucedió lo previsible.

En uno de esos tantos movimientos humanos, un caballo de la policía se desbocó, tiró hacia atrás a quien tenía montado y salió al trote. Los intentos resultaron vanos. Cuando alguien se le acercaba, el caballo más se enloquecía. Y a todo esto, el efectivo policial que estaba arriba suyo sufría por el tremendo golpe, casi desvanecido y esperando la llegada de la ambulancia.

Hubo momentos de preocupación y angustia, pero nunca de cuidado por parte de la gente. Otra vez el griterío -esta vez en cierta forma “justificado”- y la figura de Messi que se recorta en el micro que aguardaba la salida de los jugadores del hotel. Los gritos se parecieron a ese chillido histérico de los fans de un grupo musical y se fueron multiplicando cuando Messi, siempre sentado en el último asiento del lado izquierdo, miró sorprendido por el espectáculo que se estaba dando. Y todo por él, “responsable” sin culpa de tanta locura.

Fue el penúltimo momento de vibración, pues el otro se dio casi dos horas más tarde, cuando el micro regresó y reaparecieron los chillidos de locura. Messi bajó del micro con la custodia personal de la Selección y cuatro o cinco policías colombianos que lo secundaron hasta que pasó el vallado de hinchas ubicado adentro del hotel. Mientras tanto, la gente fue ganando espacio afuera, llegaron hasta la misma puerta de entrada y clavaron la ñata contra el vidrio para ver, aunque más no sea, el paso de alguno de los jugadores. Mejor dicho, el paso de él.

Que cuiden a Messi no está mal y se hace casi necesario. Pero el trato de la Selección hacia el público, su retribución ante tamaña muestra de calor y admiración popular, es tremendamente pobre. Ni un gesto, apenas una mirada, entradas y salidas apresuradas, contacto inexistente (inclusive con buena parte del periodismo) se transforman en una constante desde hace un tiempo con esta Selección.

Muchos se quejaron de los silbidos ante Bolivia, del maltrato a Demichelis y de lo exigente que se puso el público argentino. Del otro lado del mostrador, tendrían que ver de qué manera lo retribuyen. No sólo dentro de la cancha, sino también fuera de ella.