Tribuna de opinión

Sobre el asesinato de Silvio Frondizi

Reinaldo Avilé

En la edición del miércoles 5 de octubre (página 19 ‘Crónicas de la Historia’) Rogelio Alaniz se refiere al secuestro y muerte del Dr. Silvio Frondizi ocurrido en 1974; cómo habría sido el accionar de los asesinos y el reconocimiento del cadáver en el Hospital de Ezeiza por parte de su hermano Arturo. Abunda en otras cuestiones como el aspecto físico, sosteniendo ‘no era parecido al hermano, pero era un Frondizi’ aunque ello parece parte de la imaginación del cronista ya que si conoció a alguno de los Frondizi, fue solamente a Silvio en aquella disertación que recuerda de la UNL y la posterior visita que le hiciera en Buenos Aires.

Afirma que para Arturo, Silvio era ‘el loquito lindo de la familia’ lo cual es una falsedad absoluta e insolente. No lo aclara Alaniz, pero supongo que la visita a Silvio fue para conversar sobre la revolución, ‘un sueño eterno’ como diría Rivera. Arturo Frondizi también dialogó largamente con Ernesto Guevara y conviene destacar que en esa ocasión, el guerrillero dijo no poder hablar con la sinceridad que deseaba debido a la diferencia de nivel entre él y su interlocutor: el Presidente de la Nación Argentina. No menciona el cronista la aversión de Arturo al derramamiento de sangre; su rechazo a la violencia, su concepción humanista de la política, el profundo sentido espiritual del desarrollismo. Tampoco menciona el comunicado que diera a conocer Frondizi al producirse el salvaje asesinato de su hermano y peyorativamente sostiene que 10 años después perdonó a los asesinos sin tener en cuenta las profundas convicciones cristianas que guiaban la vida de Arturo. No es la primera vez que Alaniz públicamente agravia a los ‘desarrollistas’: allá por los 90 escribió una nota: ‘Triste, Solitario y Final’ (tomando prestado ese título de su admirado Soriano) que motivó una replica firmada por el Dr. Eladio Ulla y más adelante otra nota en el mismo sentido dio lugar a una respuesta por parte de Héctor Rubén Dunda, quien sostuvo que ‘la pluma de Alaniz tiene vuelo de perdiz’. Pareciera ser que Rogelio, con respecto a Frondizi y sus seguidores, tiene una actitud casi de solipsismo.

Arturo Frondizi estudió a muchos autores y si le cabe una calificación habría que decir, por su metodología, era un ‘hegeliano’, y no como afirma el cronista, un seguidor clásico de Maquiavelo. Por otra parte quienes hemos frecuentado al Dr. Arturo Frondizi antes, durante y después de ejercer la Presidencia, sabemos del respeto intelectual y admiración que sentía hacia sus hermanos, especialmente Silvio y Risieri, aún en la discrepancia, y tenemos conocimiento que ellos, los Frondizi, solían juntarse en fraternas reuniones familiares de las que participaban casi los 11 y se producían conversaciones de altísimo nivel con el rigor de lenguaje que al cronista le sugiere ‘un inevitable toque de pedantería’.

Nos conocemos con Alaniz y si coincidimos en un bar, en una reunión o en la calle, solemos intercambiar saludos y alguna charla ocasional. Podría haberle planteado esto privadamente, pero quedaría en eso y si bien no deseo iniciar una polémica, creo necesarias estas aclaraciones por tratarse de la memoria de un ciudadano ilustre, admirado y respetado por grandes estadistas y pensadores. No podría intentar esa polémica porque no estoy en el nivel intelectual de Alaniz, no trabajo en el diario y tampoco integro la franja de quienes disponen de los micrófonos de la emisora universitaria para hablar de política partidaria.

Arturo Frondizi tenía un fino sentido del humor, las vulgaridades y groserías jamás formaron parte de su léxico. No hace mucho, compartiendo una cena con ese brillante intelectual que es Juan Llach, me dijo: ‘¡Frondizi es como Gardel! Cada día gobierna mejor...’

Termino citando la sentencia del Tribunal Constitucional de Alemania, en ‘La mentira de Auschwitz’ (1994) que sostuvo que ‘no le está permitido al historiador falsear la historia, porque eso será una mentira’.