El juego de las diferencias

El juego de  las diferencias
 

La psicóloga y escritora chilena Pilar Sordo visitó nuestra ciudad para presentar su libro de autoayuda “Viva la diferencia”, en el que aborda problemáticas propias de las relaciones de pareja. Su receta: buscar el equilibrio rescatando el complemento.

TEXTOS. MARINA ZAVALA. FOTOS. PABLO AGUIRRE Y EL LITORAL.

“Hoy el gran juego es parecerme al otro, pero yo pienso que es al revés”, dice la chilena Pilar Sordo. Una gira por la Argentina para presentar su libro “Viva la diferencia... Y el complemento también”, la encontró en Santa Fe donde se presentó en tres funciones que tuvieron lugar en el Teatro Municipal “1º de Mayo” a sala llena. En una charla con Nosotros, la psicóloga y escritora nos introdujo en lo que ha sido su mettier: las relaciones de pareja.

- ¿Qué viniste a presentar a Santa Fe?

- Vengo a contar una investigación que tiene que ver con el primer libro de los cuatro que tengo -“Viva la diferencia”- que pretende descubrir los resultados de lo distinto que somos hombres y mujeres, de lo femenino y lo masculino en estricto rigor. En esta conferencia cuento los resultados de ese trabajo y, a través del humor y de mucha movilización emocional, descubro a la gente nuestras diferencias y en el fondo, también, para qué estamos preparados.

- ¿De dónde surge “Viva la diferencia”?

- Esta investigación comienza después de que se produce mi separación de pareja, después de un matrimonio de once años. A partir de eso, me empiezo a preocupar por el tema porque consideraba que yo había hecho muy mal las cosas. Entonces, para tratar de entender mi propio proceso, empecé a realizar este trabajo que me descubre a mí misma. Esto es así porque siempre digo que esta investigación me cambió la vida, me mostró estas diferencias maravillosas. Además, la gran gracia o cosa hermosa que tiene el libro es que no muestra ninguna característica de género por sobre otra; entonces rompe con la competencia, por lo tanto con la rabia y con toda la dinámica que eso tiene. Desde ahí es que yo siento que muestra una visión distinta de lo femenino y lo masculino, porque rompe con el tema de la igualdad y con esta cosa de pelearnos tanto para tratar de descubrir quién hace mejor las cosas.

Respetar la individualidad

- ¿Qué diferencia considerás que condiciona en mayor medida la relación entre hombres y mujeres?

- Diría que quizás una de las más importantes -porque desde ella nacen todas las otras- es el tema que las mujeres estamos diseñadas para retener y los hombres para soltar. Por lo tanto, de ahí se derivan características físicas como el tener celulitis, el sufrir de estreñimiento, el ser malas para tirar cosas, el tener muy buena memoria, el ser insistentes o preguntonas, en estar más bien en los detalles. Por otro lado, en los hombres resulta en que olvidan rápido, en que no hablan, en tener la posibilidad de avanzar, en pensar en objetivos. Creo que esas dos diferencias engloban o despiertan todas las que vienen después, más adelante.

- Tu planteo es que viva esa diferencia...

- Si, exacto; como una celebración. Porque en la medida que yo valoro la diferencia y hago de eso una fiesta, también aporto una postura que tiene que ver con el aprender del otro y ahí es donde aparece el complemento como una visión de aprendizaje positivo. Es decir, en este punto es donde yo aprendo del otro para poder de alguna manera encontrarme en lo distinto que soy. Veo que el gran juego es hacer permanentemente cosas para parecerme al otro. Pero yo pienso que es al revés, que en la medida en que más respeto mi individualidad y más logro separarme de ti; más tu haces tu aporte a la sociedad y hago yo el mío. Eso evidentemente tiene que ser distinto.

- ¿En qué afecta esto las relaciones de pareja?

- Creo que esto tiene que ver con la crisis de las parejas actuales. Pero también se agregan otros factores como la falta de tolerancia, la poca paciencia, el poco sentido del humor, el poco sentido de trascendencia que hoy tiene el amor. Todas estas cosas hacen que las parejas actualmente tengan una vida más corta que lo que tenían antes. Pienso que el hombre tiene que aprender dos cosas claves a mi juicio: una es a hablar, a decir lo que siente, y otra es a valorar los detalles. Un hombre que hace esas dos cosas y además tiene sentido del humor, se transforma en el novio o marido perfecto. Las mujeres, lo que tenemos que hacer es recuperar la capacidad de goce y dejar de quejarnos, tener la posibilidad de aprender a separar las cosas y poder disfrutar del presente. La capacidad de juego, la capacidad lúdica de la mujer es central en esta instancia.

IDENTIDAD FEMENINA

- Sostenés que la mujer está pasando por una crisis. ¿En qué consiste?

- En el fondo la crisis de la mujer pasa por aprender en demasía características masculinas y por lo tanto dejar de lado las que son femeninas. A mí me parece bien aprender de los hombres, creo que es sano; pero también creo que en el extremo de perder lo que soy, deja de ser bueno. Ahí hay que buscar el equilibrio para poder, de alguna u otra forma, movilizarme desde mi ser mujer en los medios masculinos. Sostengo que es absolutamente posible, sin necesidad de tener que transar mi identidad femenina. De lo contrario esto le provoca una crisis a la mujer, la llena de culpas y de ansiedades que hacen que -a la larga- no disfrute de lo que hace. Así se llena de cosas y le cuesta delegar o pedir ayuda, y por lo tanto ahí se está llenando de más responsabilidades de las que incluso le corresponde tener.

Ante esta realidad el hombre reacciona como perdido, porque no sabe mucho cómo conquistarla, porque no sabe qué le aporta, porque no sabe cómo llegarle o desde qué ángulo la seduce. Esto de da porque de alguna u otra manera yo siento que el hombre también va perdiendo su rol de masculinidad dentro de este proceso. Entonces se empieza a afeminar y en esta cosa que se afemina la mujer siente que no la acoge. Así se desequilibra todo el circuito. Pienso que objetivamente cada uno puede ser lo que es y aprender del otro, sin tener que perder la esencia.

- ¿Cuál es tu mirada acerca de la mujer argentina?

- Siempre dije que a las mujeres de Argentina, a diferencia de otras en Latinoamérica, las siento muy poco doblegadas. La argentina es una mujer de mucho carácter. Pero, por lo mismo, siento que tiene una deuda con la dulzura. Los hombres argentinos entre ellos, son más dulces que las mujeres entre ellas. Pienso que son muy duras, muy críticas. Además, tienen un temazo con la flacura, que no lo tienen en ningún otro país latinoamericano. Tienen una obsesión, absolutamente. Una de mis especialidades son son los trastornos de alimentación -en Chile es muy fuerte- pero yo no he visto la locura que aquí tienen con el tema de la preocupación por la delgadez, no está en otro lado. Creo que no es un tema que les impongan los hombres, partamos de ahí. Pienso que es un tema entre mujeres. Por otra parte, veo que cuando una encuentra amigas mujeres argentinas, éstas son absolutamente incondicionales, entregadas, maravillosas y muy aguerridas. Siento que tienen una fuerza muy grande para poder defender sus amistades, pero a nivel masa y a nivel de lo que se muestra mediáticamente -la farándula argentina se sostiene en base a puras mujeres, los hombres son los menos- siento que hay un temazo de lo femenino que es muy potente.

LO QUE DE VERDAD IMPORTA

- Trabajás con adolescentes también. ¿Cómo los ves y que crees que necesitan?

- Veo a la adolescencia perdida, sola, con padres ausentes y triste, en un porcentaje. Por otro lado, hay adolescentes muy comprometidos socialmente, muy idealistas, que se replantean nuevos sueños, nuevos ideales para seguir, modelos y referentes; aunque para esta generación es muy difícil encontrarlos. Creo que en esa concepción son los padres los que tienen que volver a asumir un rol de papás y no de amigos. Es importante el volver a tratar de colocar límites, volver a establecer disciplina, que de alguna manera configure una identidad más sana. Si no, por el contrario, ellos van perdiéndose en esta búsqueda de sí mismos sin que nadie los ayude ni les dé pautas desde chiquititos. Creo que a la larga es lo que hay que hacer. Un papá tiene que resultar desagradable a veces, eso es parte de la función de ser padres. Como mamá no puedo ser simpática siempre. En la medida en que se asume esto, es que uno logra educar. La tarea que uno tiene como papá no es ser amigo de sus hijos, sino transformar esos seres en las mejores personas que puedan llegar a ser y eso es un trabajo fregado, entonces no puede ser agradable en todo momento. Pienso también que las familias necesitan quedarse un poco más en casa y apagar las pantallas, sentarse en la mesa con los celulares apagados, conversar, cocinar todos juntos de vez en cuando, tener la posibilidad de desordenar la casa, de cantar, de hacer cosas que no tengan ningún valor económico. Creo que estamos trabajando todos para generar recursos para no se qué. Las cosas que de verdad importan, las cosas simples, las que yo voy a decir en el funeral de mi papá, no van a tener ningún valor económico; todas van a ser cosas gratuitas que mi papá me dio y creo que es eso lo que hay que saber valorar.

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¿Quién es?

María del Pilar Sordo Martínez nació en Temuco (Chile), el 22 de octubre de 1965. Es psicóloga egresada de la Universidad Diego Portales, especializada en psicología femenina asociada a infertilidad, trastornos de alimentación, menopausia, sexualidad adolescente y adulta, familia, valores y mujer.

Autora de la investigación “La magia de ser Mujer, la realidad de ser Hombre”, a partir de la cual escribió su primer libro “Viva la diferencia” (Editorial Norma). Escribió además, “Con el Coco en el Diván” (junto con Cocó Legrand, Editorial Upgar), “No quiero crecer” (Editorial Norma) y “Lecciones de seducción” (Editorial Norma). Es asesora de colegios y empresas, y columnista de diversos medios gráficos y de portales de Internet. Lideró grupos de recuperación emocional tras el terremoto en Chile en febrero de 2010 y asistió a las familias de los mineros de Copiapó, cuando quedaron atrapados en agosto del mismo año. Actualmente, se desempeña como asesora del Ministerio de Educación y del Servicio Nacional de la Mujer de Chile.

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En palabras

Paradigmas

“Por una parte, circula el paradigma a través del cual se plantea que hombres y mujeres somos iguales. Cuando yo supongo que alguien es igual a mí, tengo la predisposición de pensar que esa persona actúa igual que yo, piensa igual que yo, siente igual que yo. Y cuando de alguna manera pretendo que eso sea así, se generan todas las incomprensiones que conocemos y experimentamos a diario, pues en realidad nadie actuará igual a mí, menos aun una persona del otro sexo”.

Pensamiento mágico

“Las mujeres tenemos menos capacidad de disfrute que los hombres porque desde chicas se nos inculcó que la felicidad iba a llegarnos desde afuera. En eso fueron determinantes las historias infantiles, los cuentos de hadas en los que un príncipe azul llegaba para rescatar a la protagonista de su vida gris. Entonces, crecimos dominadas por un pensamiento mágico, por una fantasía imposible de cumplir, y eso le hizo mucho mal al amor, que es construcción constante y no una novela rosa. A la espera de lo ‘ideal’, lo único que encontramos fue frustración”.