Sin pistas del asesino

Tres años sin respuestas para el crimen de Valeria Caggiano

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La policía bloqueó la cuadra aquella tarde gris, en que dentro de una cochera fue asesinada Valeria Caggiano.

Foto: Luis Cetraro / Archivo El Litoral

La Cámara de Apelación Penal acaba de designar nuevo juez a la investigación. Caggiano murió el 26 de noviembre de 2008, apuñalada en la cochera donde dejaba su auto, en el sur de la ciudad.

 

Juliano Salierno

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Pasaron tres años desde aquel 26 de noviembre lluvioso de 2008, cuando los santafesinos se enteraron de la muerte de Valeria Caggiano, varias veces apuñalada en una cochera de calle 1º de Mayo al 1000.

El juez natural del caso -Rubén Saurín- se jubiló hace más de un año; el fiscal que en ese entonces estaba de turno -Norberto Nisnevich- ahora es juez de Sentencia; y su sucesor en el cargo -Leonidas Candioti Leiva-, que recusó a la jueza que reemplazó a Saurín -Susana Luna- ya no ocupa más ese puesto.

A pesar de los cambios que mellaron la etapa primera de la instrucción, la Cámara de Apelación Penal acaba de rechazar la excusación de otro magistrado -Darío Sánchez-, que con sobrados argumentos no quiere avalar con su nombre la palabra “archivo”.

Huellas y pisadas

La foto que El Litoral publica hoy es la muestra de la falta de rigor investigativo. La escena del crimen se llenó de policías y particulares, que pisotearon el lugar donde Caggiano fue asesinada; abrieron y cerraron decenas de veces el portón de entrada a la cochera donde estaba el cadáver y con sus manos descubiertas impregnaron de huellas y perdieron para siempre la mínima chance de saber quién o quiénes estuvieron allí esa siesta de lluvia torrencial.

La cuadra de 1º de Mayo al 1000 luce hoy tan solitaria y despejada como hace tres años. La cochera donde Caggiano dejaba el auto está ubicada entre calle Jujuy y avenida J. J. Paso, a metros de los monoblock del Parque Sur y frente a la plazoleta que viste de verde el barrio. En la medianera sur se levanta una casa de familia, mientras que en el lado norte existe un lavadero de autos y el acceso a la cochera de un hotel, que según se presume pudo ser el lugar por donde salió el asesino.

Sin imputados

Actualmente el expediente cuenta con siete cuerpos, uno más que el año pasado. A pesar de los fárragos de tinta y kilos de papel, el crimen de Valeria nunca tuvo imputados.

En uno de los primeros allanamientos ordenados por el juez Saurín, fue arrestado el ex marido de la víctima, Mario Daniel Bardina, pero sólo por la tenencia de armas con alguna irregularidad en la documentación registral.

El mismo Bardina está preso desde noviembre de 2009 por “privación de la libertad coaccionante”, en los casos del empresario Salvador Boscarino y Jorge Saccone, delitos por los cuales espera que se dicte sentencia.

En ese contexto, este año apareció un testigo de “identidad reservada”, que declaró ante la fiscal de la Oficina de NN, María del Carmen Bertone, y contó una historia que parecía acercar una solución al enigma de la muerte de Valeria.

Golpe de efecto

El “Melli”, así se lo conoce al preso de Las Flores, actualmente con salidas transitorias, dijo haber escuchado al propio Bardina relatar cómo y quiénes mataron a Caggiano. De repente comenzaron a aparecer nombres -algunos rutilantes- que merecieron el regreso del expediente Caggiano al Juzgado de Instrucción Cuarta.

La jueza a cargo, Susana Luna, le tomó una ampliación de declaración testimonial el 1º de julio. Durante la feria de invierno, el fiscal Candioti Leiva impulsó inspecciones en la cárcel de Las Flores que echaron por tierra la veracidad del testimonio, porque se llegó a comprobar que el “Melli” nunca estuvo cerca de Bardina en la unidad carcelaria. En los entretelones, el abogado que patrocinaba al “testigo secreto” acusó a la jueza de cierta cercanía con la familia de la víctima, por lo que Candioti Leiva optó por recusarla.

Como Luna no aceptó la recusación, el caso pasó a manos de la Sala III de la Cámara de Apelación Penal. Y si bien los camaristas -Suárez, Rondina y Gemignani- entendieron que no había razones para dudar de la jueza Luna, frente a la “necesidad de asegurar la intervención de un órgano jurisdiccional imparcial, a fin de salvaguardar el debido proceso”, optaron por destinar un nuevo juez a la causa.

Tiene juez

Así fue como el expediente Caggiano llegó al Juzgado de Instrucción Quinta de Darío Sánchez. Pero también hubo un cambio intempestivo de fiscal, ya que el procurador de la Corte, Agustín Basso, sacó del caso a Candioti Leiva y colocó a la fiscal Nº 3, Mariela Jiménez.

Ésta última cuestionó la designación de Sánchez, que había sido ofrecido como testigo por otro fiscal en un episodio vinculado al caso Caggiano y por lo tanto lo recusó antes de que tomara contacto directo con el expediente. El juez Sánchez no aceptó los motivos que le planteó la fiscal Jiménez, pero igualmente se excusó privilegiando el “principio de imparcialidad y transparencia” que requiere toda investigación.

El subrogante legal, el juez de Instrucción Sexta, Sergio Carraro, analizó la cuestión el mes pasado y optó por rechazar lo argüido por el juez Sánchez y por ende el expediente regresó a la Cámara.

El viernes pasado la Sala III decidió que sea el juez de Instrucción Quinta el que se aboque a la investigación, que necesitará de mucha fortuna para que el expediente por la muerte de Valeria no termine en el Archivo.

¿Por qué la mataron?

Muchas versiones se tejieron a partir del 26 de noviembre de 2008 acerca del móvil del homicidio de Valeria Caggiano.

Primero se pensó que la mujer de 38 años, que trabajaba en Amep y vivía junto a su hija de 10 años, había sido víctima de un robo. Pero rápidamente la cantidad alevosa de puñaladas hizo creer que se trató de una venganza, o de un crimen de los llamados pasionales.

Las primeras sospechas fueron sobre su ex marido, al que le allanaron una propiedad en barrio San Lorenzo, donde se secuestraron armas.

Se habló del costado económico, con cuentas bancarias en Miami, propiedades y hasta de una contienda familiar de proporciones, pero nada condujo al autor del crimen.

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El paraguas de la víctima es llevado por peritos de la policía, que contaminaron la escena con huellas y pisadas.

Foto: Luis Cetraro / Archivo El Litoral