Y VOS... ¿EN QUÉ ANDAS?

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NICOLÁS LOYARTE. PERIODISTA-COORDINADOR DE LA PÁGINA WEB DE DIARIO EL LITORAL (www.ellitoral.com)

EN UN CHEVROLET CORSA WIND MODELO 2000

—¿Lo compraste porque te gustó o fue un negocio?

— La historia del “Corsita” se remonta al nacimiento de mis mellis, en 2007. Por entonces tenía un Fiat Spazio. Cada vez que frenaba en un semáforo con las tres nenas atrás —las mellis tenían meses y la más grande, 4 años—, y los dos cochecitos en el techo se me reían ¡Y bueh... es lo que había! Por suerte, y con ayuda, pude cambiarlo por el Corsa. Se lo compré a un compañero del diario, Sergio Fasola. Buscaba un auto con más espacio que el Spazio, valga el juego de palabras. Y la verdad es que estoy muy conforme con el auto. Lo uso en la ciudad y tiene una prestación excelente. Lo que más destaco es la comodidad para una familia de cinco integrantes y la gran capacidad en el baúl.

—¿Qué es lo mejor que tiene tu vehículo?

— Es amplio, no consume mucho y podés ir al mecánico sin dejarle el sueldo, el aguinaldo y el ahorro.

—¿Tuviste alguna anécdota graciosa como dejar las llaves adentro o estacionar el auto en algún lugar inconveniente?

—En esta respuesta aburro, porque soy muy cuidadoso en ese sentido y no me pasó nada raro. A veces “me sufro” por ser tan perseguido. Pero bueno, es mi naturaleza. Qué le voy a hacer...

—¿Por alguna causa tuviste ganas de tirarlo o prenderle fuego a algunos de los vehículos que has tenido?

—Sí. Fue cuando tenía 18 años y recién comenzaba a manejar. Mi papá tenía un Toyota Celica en el que yo iba a buscar a mi mamá al trabajo a la tardecita. Un día, tipo 20 hs., iba por 4 de Enero y 50 metros antes de llegar a bulevar Pellegrini se paró. Se armó una atolladero tremendo. Bocinazos, quejas... Me dio tanta bronca que me bajé, lo dejé mal estacionado y me fui a mi casa. Creo que no volví a manejar ese auto. Y mi padre tuvo que salir a buscarlo. Lo que se dice, una vergüenza.

—¿Sos fiel a una marca de autos?

—No tengo experiencia como para decidirme por una. Mi abuelo materno me transmitió el amor por los Fiat. Tenía un “Fitito” con la puerta que se abría al revés (hacia adelante, tipo “heladera” lo llamaban, que se fabricó hasta 1963). Era un lujo. Será por él y por el cariño que le guardo, que si tengo que decir una, me inclino por esa marca.

—¿Sos de maltratar los vehículos?

—No les dejo pasar un ruidito. Es que el auto es vital para la organización y funcionamiento familiar. Así que lo cuido mucho. Pero no soy fanático. Para mí es sólo un bien y estoy muy agradecido de poder contar con él, porque muchas veces me simplifica la vida.

—¿Cuál es el auto de tus sueños?

—Tengo un sueño y no una utopía. No soy ambicioso, y el auto que me gustaría tener hoy es el Fiat Palio Adventure. Nos encanta a mi mujer y a mí. A otro que le eché el ojo es al Chevrolet Ágile y le hice comprar uno a mi suegra. Estoy esperando que me lo regale, pero no pasa nada. Como sé que estas columnas son leídas por las agencias de autos, ¡espero que me suene el teléfono para hacer un buen negocio! (risas).

—¿Qué consejo le darías al automovilista de calle?

—Como a veces no se toma conciencia del valor de la vida, por lo menos sepan que cualquier incidente les va a salir caro. Así que piensen con el bolsillo y manejen con respeto y responsabilidad. O les va a doler la billetera.