La opinión de Gutjahr

“Los tangueros no entendieron al bandoneón”

Es un misterio en el universo de la música: pese al auge del tango, quedan sólo cuatro o cinco fabricantes de bandoneones en el mundo. El alemán Klaus Gutjahr es uno de los más prestigiosos. Y como ejemplar de esa especie en extinción se atreve con todos los mitos sobre el instrumento, el tango y los argentinos.

“Los tangueros no entendieron al bandoneón”

Obra de arte. Un Gutjahr, acaso el mejor bandoneón de la actualidad. Quedan muy pocos fabricantes y el que nos ocupa asegura que los argentinos “desaprovechan medio bandeneón”. Foto: Archivo

 

Pablo Sanguinetti

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Agencia DPA

“Los tangueros no entendieron el bandoneón”, sorprende durante una entrevista con la agencia DPA en Berlín, en la que explica por qué tiene clientes en todo el mundo, menos en Argentina, y se muestra “totalmente seguro” de haber construido el mejor bandoneón del planeta.

“Los argentinos tienen una técnica de dedos impresionante. Pero el bandoneón se toca también con el fuelle, y ellos tocan en un 95 por ciento abriendo el instrumento, casi nunca cerrándolo. El tango desaprovecha medio bandoneón”.

Gutjahr habla avalado por una vida entera dedicada al instrumento. Nacido en Leverkusen en 1948, comenzó a tocar a los ocho años folclore alemán imitando a su padre, bandoneonista, se formó luego como profesor en Berlín y en el año 1970 construyó su primer bandoneón.

“Lo hice para mí, porque necesitaba un buen bandoneón. Entonces no había nadie en el mundo que los construyera”, asegura. La situación no es muy diferente hoy: los fabricantes se cuentan con los dedos de una mano.

Pero el gran giro en la vida de Gutjahr se produjo a principios de los 80, cuando un alumno le mostró un disco de tango. “Nunca había escuchado el bandoneón tocado con esa pasión”, recuerda en español fluido.

Ya en 1982 fundó el Tango Ensamble y dos años más tarde viajó a Buenos Aires, donde trabó “muy buena amistad” con grandes bandoneonistas de tango como Daniel Binelli, Julio Panne, Ernesto Baffa o Leopoldo Federico.

Entonces vio también que casi la totalidad de los músicos de tango descartan tocar con instrumentos nuevos y utilizan casi exclusivamente bandoneones de la fábrica Alfred Arnold (los llamados Doble A), cerrada hace más de medio siglo.

Leyenda del género e inspiración del tango “Tristezas de un Doble A” de Astor Piazzolla, Gutjahr no duda en considerarlo un mito basado más en buena promoción que en calidad.

“Alfred Arnold fue muy vivo. No hizo el mejor bandoneón, pero fue el mejor negociante. Su instrumento tiene errores de construcción. Faltan algunas notas y otras están repetidas. Además el sonido no tiene cuerpo cuando uno toca cerrando el fuelle. Por eso los músicos de tango tocan abriendo”.

Mejorar al mejor

Mientras estremecía a sus amigos argentinos con estas reflexiones, Gutjahr se propuso algo aún más rompedor para el mundo conservador del tango: fabricar un bandoneón tan bueno como el de Alfred Arnold, pero mejorando sus defectos. Y ahora, asegura, acaba de lograrlo.

“Completé el teclado y reacomodé las teclas para que la distribución de notas sea más cómoda. Además no escuchas si toco abriendo o cerrando”, explica.

“Mi sonido es justo, justo como el Doble A. Pero yo tengo mucho más. También tengo un ‘pianissimo’ y un ‘fortissimo’ impresionantes que ellos no tienen. Éste es el bandoneón definitivo”.

Gutjahr rechaza hacer reparaciones (“luego uno es responsable de lo que le pasa al instrumento”) y fabrica exclusivamente por encargo. Calcula que lleva producidos unos 500 en 40 años de trabajo. Sus bandoneones tienen hoy un precio base de 4.100 euros (5.400 dólares).

“Tengo clientes en todo el mundo... menos en Argentina”, dice con una carcajada. “Eso ya no me hace mal. Los tangueros te dicen que no compran por el sonido, pero es por el precio. Yo dejo el negocio fuera, miento como ellos y mantengo mis amistades así”.