“El juego de la fortuna”

Lo importante no son las estrellas

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Deporte y filosofía americana se dosifican en un talentoso guión que interesa más allá del tema del béisbol. El dúo compuesto por Brad Pitt y el casi desconocido Jonah Hill, funciona como una de las mejores duplas cinematográficas del año. Foto: Agencia DPA.

 

Rosa Gronda

“El Juego de la fortuna” fue uno de los filmes menos promovidos publicitariamente en el año que finaliza, pero que encierra agradables sorpresas a la hora de buscar valores en el panorama del cine visto en 2011.

La película no contó con un gran presupuesto (de forma similar a la historia real en la que se basa), pero tiene un gran reparto, una dirección y guión inmejorables para contar la historia de Billy Beane, manager de un modesto equipo de béisbol, los Athletics Oackland, con buenas performances pero con apremios económicos que lo presionan para vender a los mejores jugadores. En el intento de evitarlo, este gerente (interpretado por Brad Pitt) contrata a un joven genio de las estadísticas y las matemáticas (el robusto y tímido Jonah Hill) que le ayudará a plantear las estrategias y tácticas del equipo.

La soledad de los innovadores

El film registra el mundo del béisbol estadounidense a principios de la década del 2000, cuando era impensable acudir a los números de las estadísticas para mejorar los desempeños deportivos. La apuesta del protagonista por un (nada conocido en ese momento) sistema estadístico, para escoger jugadores infravalorados (por lesiones físicas, por la edad, etcétera) con el fin de formar un equipo no basado en fuertes individualidades, provoca la fuerte negativa del entrenador principal y la desconfianza de los demás miembros del club.

El temerario desafío que significó apartarse de esa forma tradicional está registrado en la obstinada trayectoria de Pitt y su ayudante, hasta que finalmente llevan a los Athletics Oackland a una serie de

hazañas que abrieron el debate sobre cómo ver el deporte.

Aunque desde este lado del mapa, el béisbol no despierta la pasión que tiene en su país de origen (el americano medio se identifica con el bate, como el argentino con la pelota futbolera), sin embargo, el gran atractivo consiste en el lado humano que la historia presenta.

No es casual que en España la película se llame “Rompiendo las reglas”, ya que esto es lo que realiza el protagonista, que debe luchar contra la mayoría. En este sentido, el afiche del film que muestra la imagen de la cancha vacía versus la solitaria y empequeñecida figura del protagonista sintetiza mucho del trasfondo de la película.

Fuera de los clichés

“El Juego de la Fortuna” es una historia sobria, contada sin edulcorantes ni exceso de escenas deportivas. Es una película sobre béisbol pero no de béisbol, porque de películas deportivas tenemos docenas realizadas en el mismo molde. La diferencia es que aquí se reconstruye a los personajes y se los deja interactuar en un entorno, usando el deporte sólo como contexto y no como fin, de forma que la historia podría extrapolarse a cualquier otra cosa sin perder su identidad.

Se trata de un ejemplificador relato sobre la mística y genuina convicción que permiten, contra viento y marea, incluso contra la tentación del dinero, salir adelante hasta que van apareciendo los resultados para armar -en este caso- un equipo efectivo donde lo importante no son los jugadores estrella sino el funcionamiento entre ellos.

Una película rara avis que habla de números que acaban siendo personas y no de personas que acaban siendo números.

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MUY BUENA

“El juego de la fortuna”

Título original: “Moneyball”. Dirección: Bennett Miller. País: USA. Año: 2011. Interpretación: Brad Pitt, Jonah Hill, Philip Seymour Hoffman, Robin Wright, Chris Pratt, Kathryn Morris. Guión: Steven Zaillian y Aaron Sorkin; basado en un argumento de Stan Chervin; a partir de una novela de Michael Lewis. Música: Mychael Danna. Fotografía: Wally Pfister. Montaje: Christopher Tellefsen. Duración 133 min. Se exhibe en Cinemark .