A diez años de la crisis de 2001
Cuando los planes sociales pasaron de 2.200 a 40.000
Un funcionario de entonces revela cómo se desactivó la presión popular en la ciudad.
De la redacción de El Litoral
El dirigente radical Mariano Romero Acuña (actualmente funcionario del Ministerio de la Producción) era el titular de la Gerencia de Empleo en Santa Fe, cuando estalló la crisis de diciembre de 2001.
Hoy recuerda que días antes de la crisis que terminó con el gobierno de Fernando de la Rúa, también concluía -otra vez sin éxito- una de sus gestiones ante el gobierno nacional para aumentar el número de beneficiarios de los planes sociales, que por entonces eran de penas 120 pesos por cada desempleado.
Ya no estaban en la Argentina los míticos Planes Trabajar, los habían reemplazado los PEL, del Programa de Emergencia Laboral. En la ciudad de Santa Fe, en diciembre de 2001, eran 2.200 los beneficiarios. “Pero lo notable es que en enero de 2002, después que cayera la Alianza -y yo ya no era funcionario- esos programas se elevaron a nada menos que a casi 40.000 en nuestra ciudad”, y así contuvo la situación, el breve gobierno de Adolfo Rodríguez Saá.
Romero Acuña había gestionado -junto a su par de Rosario, Norberto Castellanos, otro radical- un aumento de partidas para la provincia, que lleve a un millón de pesos el aporte del gobierno nacional para atender la emergencia social.
“Movilizaciones, protestas y desesperación... la situación era de tal tensión que -por ejemplo- el gerente de Jujuy había decidido mudarse con la familia y la oficina a un puesto de Gendarmería. Es más, nosotros en Santa Fe, en el local de calle San Jerónimo teníamos en el patio una escalera de mano: ya habíamos hablado con el vecino para que nos dejara salir por allí, sobre todo a los empleados de la Gerencia, por si la situación se complicaba... Nunca fue necesario”, recuerda.
“Estaba en Buenos Aires, con una de estas gestiones por más fondos y allí nos encontramos todos los gerentes de empleo del país. Todos fuimos a pedir lo mismo, más recursos para atender la demanda social”, menciona respecto de cómo fueron para él los días 19 y 20 de diciembre.
Cuenta que por el estado de conmoción social que vivía Capital Federal, los funcionarios ya tenían como norma quitarse los sacos y las corbatas para andar por la calle en la zona de la Casa Rosada.
Romero Acuña recuerda que “los dirigentes sociales con los que todos los días teníamos contacto porque nos exigían más planes, los referentes barriales locales, se portaron muy bien: actuaron con mucha madurez, en medio de la desesperación. En Santa Fe, les pedían a los vecinos que no les hicieran caso a los agitadores y los activistas que recorrían los barrios. En buena media, lo que pasó en nuestra ciudad fue diferente de lo que sufrió Rosario porque esos dirigentes estuvieron a la altura de las circunstancias”.
“Con Castellanos, pedíamos desde hacía tiempo un millón para atender la emergencia. El costo para el Estado de reparar lo reparable, si se pudieran reparar vidas... fue de siete millones después de los saqueos”, compara Romero Acuña.