“El folclore me eligió a mí”

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TEXTOS. FLORENCIA ARRI. FOTO. PABLO AGUIRRE

Maia Sasovsky

Es la presentadora del Festival Nacional de Folclore Cosquín, que comenzó anoche en el Valle de Punilla. Fue también conductora del desfile de delegaciones provinciales en los festejos por el Bicentenario, y durante el año recorre el país y sus escenarios folclóricos. Hace quince días dejó su huella en el Festival del Pescador que, dice, “me pone la piel de gallina”.

FESTIVAL DEL PESCADOR. “Fue una cosa impresionante, lo cuento y se me pone la piel de gallina. Me habían hablado de lo que representaba para toda la región, pero vivirlo fue impresionante: que se reúnan entre 20 y 30 mil personas por noche no es algo que pase en todos lados. Tengo la posibilidad de viajar y estar en las fiestas más conocidas, y entre ellas el Festival del Pescador se destaca por varios motivos. Primero, porque no hay muchos lugares con tanta capacidad, incluso en Cosquín la plaza tiene una capacidad de 13 mil personas. Lo que pasa en Sauce Viejo es muy parecido a lo que pasa en el Festival de La Salamanca, en Santiago del Estero, adonde la gente llega con sus silletas y su heladerita, y también se reúne esta cantidad de gente. No imaginé nunca lo que hallé acá, en Sauce Viejo, una comuna que quintuplica su cantidad de habitantes cada noche de festival. Eso es mágico”.

SER PARTE. “Lo que me pasó en el Festival del Pescador tiene más que ver con la gente que con el escenario. Vine por primera vez, como invitada, y me preguntaba cómo el público iba a tomar mi presencia porque no soy santafesina y me conocen más por la tele que en vivo. Sin embargo, inmediatamente me sentí parte. Aquí la gente es dueña de la fiesta, ellos sienten y transmiten a los que estamos arriba del escenario, artistas o conductores, que somos parte de su fiesta. No sentí una distancia entre el escenario y el público, fue un ida y vuelta permanente. Eso tiene que ver con la historia del festival, con sus organizadores y el modo en que el público se fue apropiando del espacio en estos 28 años”.

MAGIA SAUCEÑA. “Bailar con Horacio (Guarany) o chayar con Sergio (Galleguillo) son momentos únicos, mágicos, de puro disfrute. Cuando Horacio se para frente al público la gente siente que es uno más de ellos. Lo mismo pasa con el Chaqueño (Palavecino) y con Sergio Galleguillo, con quien pasó algo impresionante. Soy del Chaco donde, como aquí, estamos acostumbrados a vivir el carnaval desde la lentejuela, desde la pluma, la carroza y otras formas. Sergio Galleguillo trajo la otra fiesta de carnaval, la fiesta diaguita, más genuina y ancestral, donde todo el mundo se enharina para que no haya diferencias de clase. Que se viva acá, en el corazón del Litoral, a orillas del Río Coronda, es algo impensado. Me lo habían contado pero no lo había imaginado como lo viví: ver 30 mil gringos chayando fue algo muy fuerte. La gente vino a pasar un carnaval riojano en Sauce Viejo. Recorriendo el país, así te vas enamorando de la gente y de los lugares, por esas pequeñas cosas que a veces no se muestran y que son mágicas. Son las que dan a cada lugar un sentido diferente. El escenario, las luces, el sonido y la música son más o menos las mismas en todos lados, pero las expresiones, las historias y los artesanos son siempre diferentes”.

UNA DAMA DE COSQUÍN. “Antes de ser presentadora iba a Cosquín desde hacía muchos años, primero como público y después a trabajar, para cubrir para el Canal de la Música y para Canal 7. Cuando me llamaron para Cosquín, la comisión organizadora tuvo la idea de incorporar una mujer y se reunió con mi representante -quien es también mi marido-. Le dijeron que querían sumarme como presentadora y él les dijo que no, quizás por temor a la crítica, al carácter tradicionalista del festival. Cuando llegó a casa le dije ‘por supuesto que sí, por qué no; intentémoslo’. Pensé ‘si no me va bien, me bajo, al menos hago la experiencia de estar’. Y aquí estoy, hace cuatro años. Las críticas me sirven para crecer; si no estuvieran sería un problema porque nadie tendría en cuenta lo que digo o lo que hago. Me sirven para aprender, si bien no he participado de un montón de cosas de la historia del folclore, porque soy de otra generación, sí trato de aprenderlas, de incorporarlas con muchísimo respeto y de contarlas desde mi lugar, desde mis treinta años. En Cosquín, la gente que se sienta en las primeras filas sabe mucho, de algún modo también toma examen. Cuando esas personas comenzaron a acercarse para contarme anécdotas, para que las sumara, me empecé a sentir parte. Lo mismo me pasa con los vecinos, me hacen sentir parte del pueblo, me tratan como si fuera una coscoína más. Esas cosas pagan el esfuerzo y anulan todo lo malo. Son momentos únicos que me ha designado Dios y la vida para que las viviera, y son un disfrute pleno”.

ELECCIÓN. “Me parece que el folclore me eligió a mí, siempre fue parte de mi vida: mi mamá toca el piano desde los dos años, mi abuela Nenca era concertista de piano y profesora de música. Vivíamos en Las Breñas y mi abuela tenía el único piano del Chaco; por eso cuando Ariel Ramírez estaba cerca se daba una pasadita por su casa. Me crié en ese ámbito, en esa historia, y de algún modo marcó mi camino. Hace cuatro años que estoy en Cosquín y que recorro todo el país y estoy agradecida por eso. Llegó el Bicentenario, donde tuve la suerte de ser la conductora del desfile de todas las provincias, en la 9 de Julio porteña. Recuerdo la delegación de la Provincia de Santa Fe con su bandera enorme, que era la última; al verla me di cuenta de que estaba viviendo un momento histórico. Me siento una elegida, no sé por qué, pero lo siento. Será por la música y el folclore, por conocer a mucha gente importante de la música, poder tener una charla con Víctor Heredia y que me cuente su vida, charlar con Teresa (Parodi), conocer la casa de Ramona Galarza en Corrientes, o ir a tomar el té a la casa de Mercedes (Sosa), con quien teníamos una excelente relación y hablábamos también de otras cosas. De a ratos, trato de aislarme, de pensar qué bueno todo lo que me está pasando, todo lo que estoy viviendo”.

ESENCIA

“La primera vez que subí al escenario de Cosquín debía leer el guión que la comisión había preparado, algo lógico porque era nueva y muy joven. Después, al mirar esos videos, me vi muy fría; y al año siguiente les pedí que me den la posibilidad de hablar mirando al público. Les pedí caminar el escenario porque hasta ese momento los conductores estaban en un rincón como maestros de ceremonia. A mí no me sale así, me tengo que ir al borde del escenario para hablar desde ahí o recitar un poema de Atahualpa porque siento que llego de otra forma. No pude compartir nada con Atahualpa, lamentablemente, pero sí me contaron y traté de aprender. Me parece que fortalece este ida y vuelta con la gente”.

SELLO PERSONAL

“Cuando me convocaron para Cosquín surgió el tema del qué me pongo. Las mujeres de Cosquín tienen diferentes estilos, desde el que tenía Mercedes (Sosa) a la Sole (Pastorutti) o Roxana Carabajal, que es un poco más jugada. Así, pensamos en un vestido de gala alusivo a lo folclórico y nos reunimos con los vestuaristas del Teatro Nacional, con quienes encontramos el modo de homenajear al poncho coscoíno en un vestido de gala; por eso el primer vestido siempre es el blanco. Nunca pensé que mi manera de vestir iba a ser mi marca. Al año siguiente decidimos homenajear a las leyendas, el año del Bicentenario hicimos el vestido de la bandera y otros con los colores de las primeras provincias. El año pasado fueron los cultivos... Este año recibí el llamado de Benito Fernández, quien me propuso hacer los vestidos para Cosquín. Me contó que le encanta el folclore y acepté el desafío. Después de todo, si una mujer puede estar en Cosquín también puede un diseñador de alta costura, que viste a la princesa Máxima de Holanda. ¿Por qué no? De a poquito vamos cruzando barreras, innovamos con mucho respeto, cuidando las formas. Jamás le faltaría el respeto al festival”.