Cómo perder el miedo a volar y disfrutar del viaje

Cómo perder el miedo a volar y disfrutar del viaje
 

Muchas personas experimentan temor a volar, el que se puede incrementar gradualmente hasta convertirse en una fobia.

El médico psiquiatra Claudio Plá Alem disertó en nuestra ciudad sobre el miedo a volar que padecen muchas personas y la posibilidad de prevenir esta mala experiencia. Ofrece cursos destinados también a quienes no evitan volar pero lo hacen de manera poco satisfactoria.

TEXTOS. REVISTA NOSOTROS. FOTOS. LUIS CETRARO Y EL LITORAL.

“Mi padre tenía miedo a volar porque su ídolo era Carlos Gardel, quien había fallecido en un trágico accidente aéreo en Medellín. No había volado nunca y decidió no hacerlo hasta muy grande. Tenía mucho temor, que me transmitió. Yo volé por primera vez a los 15 años y le tenía respeto al avión, como se dice en la jerga, el que él me había infundado”, reconoció el Dr. Claudio Plá Alem, psiquiatra especializado en fobias y pánico, quien -paradójicamente- desde hace 16 años se dedica a ayudar a las personas a volar de manera satisfactoria.

“Luego, la vida me llevó a trabajar en ésto casi azarosamente y hoy disfruto los vuelos. Me encanta volar y aprendí que ese miedo, en principio, se puede superar”, admitió satisfecho el titular del sitio Poder Volar (www.podervolar.org), quien visitó nuestra ciudad para dar una charla sobre este tema.

Pero sus comienzos datan de hace más de 20 años, cuando comenzó a trabajar en Aerolíneas Argentinas dando el curso de capacitación en factores humanos para la prevención de accidentes, obligatorio para los pilotos del mundo, por normativa de la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI).

“Allí conocí a más de 500 pilotos de esta empresa, quienes fueron los que me comentaron sobre la cantidad de pasajeros que tenían miedo a volar. Me contaban que los llevaban a la cabina, en la época en que todavía se permitía hacer ésto. En 1995 hicimos el primer curso con amigos y a partir de allí me empecé a especializar en trastornos de ansiedad”, reseñó.

El miedo a volar propiamente dicho no es el único motivo que condiciona a ciertas personas, sino que a ésto se suma algo de claustrofobia o el hecho de que hayan tenido un pánico previo. Sin embargo, el profesional advirtió que “también hay gente que consulta porque está volando mal”.

Por este motivo, Plá Alem organizó toda la información necesaria -sumada a la experiencia que le dio haber atendido a más de 4.000 personas, en grupos o en forma individual, en varias partes del mundo- en una conferencia, tal como la que ofreció en nuestra ciudad en la Bolsa de Comercio, que fue auspiciada por esa entidad, el Bureau de Eventos, y el Aeropuerto de Sauce Viejo.

ANSIEDAD ANTICIPATORIA

La persona que tiene miedo a volar muestra los síntomas clásicos de esta sensación tan ingrata: taquicardia, sudoración, contracciones musculares, frecuentes ganas de ir al baño, agitación respiratoria e inquietud corporal, entre otros.

Según explicó el profesional, “el miedo se va instalando paulatinamente y, en general, por acopio de información negativa de los medios (como, por ejemplo, cuando informan sobre alguna catástrofe), a lo que se suma alguna vivencia personal en el avión, que puede llegar a ser regular o mala, pero que la persona va recordando cada vez que va a volar y tiene ansiedad anticipatoria. Previo al vuelo, empieza a no dormir bien y a activar su sistema nervioso con estos recuerdos negativos”.

Las turbulencias y las tormentas son las mayores causas de consulta de los pasajeros, según la experiencia del Dr. Plá Alem. A la lista le siguen el movimiento en el avión y la altura, ya que generalmente se viaje a 10.000 metros y a 900 kilómetros por hora. Esto ocurre también -precisó- porque no se tiene control visual ni información sobre lo que está pasando afuera o adelante del avión, hecho que activa al sistema nervioso neurovegetativo, que nos larga adrenalina y no nos deja estar tranquilos. Es algo automático, que no se puede regular.

RECLASIFICAR VIVENCIAS

Pero también consultan sobre este tema aquellos que nunca han podido viajar en avión. Se trata -planteó- de las denominadas técnicamente fobias primarias: sin haber tenido contacto con el avión ya desarrollaron el miedo a volar.

“Por lo general, son personas mayores que no tuvieron la posibilidad económica de volar en la juventud pero que, luego, lograron un cierto pasar económico como para poder viajar. Han quedado con el recuerdo de la época muy precaria de la aviación, previo a la década del ‘70, cuando no estaba tan consolidada. Si bien era más segura que el auto, había más cantidad de accidentes que los que hay ahora.

Hay personas que tienen cuadros complejos y, a veces, necesitan medicación u otro tipo de tratamiento, “pero en principio todos los miedos son superables”.

El Dr. Plá Alem advirtió que “la persona con este problema tiene que ser escuchada y reclasificar sus vivencias. Quizás trae recuerdos traumáticos de vuelos y los tiene que reprocesar, hablar de ellos y mirarlos desde la nueva información que se le brinda. Debe poder pensar que lo que consideró riesgo de vida y de muerte no es tan así y reprocesar ese recuerdo para volver a entrar al avión tranquilo”.

Y agregó: “En los tratamientos largos se prepara a la persona para el vuelo, se le cuenta exactamente qué va a sentir en cada fase. Es una reorganización cognitiva del pensamiento y se enseñan técnicas de relajación, respiración y distractivas”.

“EMPASTILLADOS”

Por último, el profesional mencionó que “hicimos una encuesta con 900 pasajeros que subían al avión y vimos que el 25% tomaba algo para volar (alcohol o pastillas automedicadas). Por esto, la conferencia en Santa Fe también estaba destinada a esas personas que vuelan insatisfactoriamente, que se calcula que son aproximadamente un 30% de los pasajeros”.

En este sentido, acotó que “las personas que me consultan ensayaron algún ansiolítico que le dio un familiar o conocido; hay otros que no quieren tomar porque temen que haya una emergencia, mientras que otros tienen tendencia a tomar pastillas y no se preocupan por esa situación. La realidad es que es muy poco frecuente la emergencia en el avión y que la persona requiera tener estado lúcido”.

En general -concluyó- toman los dos ansiolíticos más conocidos pero no son de alta sedación. Pero también están los más descontrolados, que toman inductores del sueño, más potentes. Ésto complica la situación si el vuelo está demorado y después esa persona tiene que hacer algún trasbordo y está en estado sonanbúlico. Posteriormente, no se acuerda de nada porque estos medicamentos hacen perder la memoria, pero son los casos menores”.

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El profesional brinda tratamientos de cuatro o siete horas, junto a un comandante, o bien consultas de emergencia orientadas a los miedos específicos del pasajero.

El titular de Poder Volar, Dr. Claudio Plá Alem, planteó que el concepto básico de la capacitación que ofrece a las personas que desean volar satisfactoriamente consiste en reforzar las cinco claves por las cuales el avión es seguro:

- Se han duplicado los sistemas (el instrumental del avión), los motores y la fuerza humana.

- Las rutas aéreas están reservadas y el espacio aéreo está controlado.

- El avión tiene controles cruzados. Se trata del medio de transporte más auditado y controlado por parte de la propia empresa, la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI), la gente de mantenimiento, los pilotos y la IATA, lo que hace que éste se haya mantenido seguro a lo largo de los últimos años.

- La turbina del avión es el motor más confiable que inventó el hombre y no tiene fallas (en los últimos años no hay historias de problemas con motores, en general).

- La turbulencia es sólo incomodidad: hay que comprender que la meteorología no es problema para el avión y no hay peligros para él.

Según comentó, “en mi conferencia fundamento estos puntos. Trabajamos con un modelo en el que hay que aceptar una parte irracional en nuestro sistema nervioso, que es la zona primitiva del cerebro (que está en su base), donde armamos nuestras irracionalidades, miedos, emociones que en general intentamos controlar desde otra zona, que está en el lóbulo frontal. Allí está nuestra parte pensante, donde nuestro cerebro ha evolucionado más, que trata de contrarrestar las emociones distorsionadas”.

Y continuó: “Al entender esta división, planteo que hay que cargar información positiva en el lóbulo frontal de nuestro cerebro, para poder contrarrestar los pensamientos distorsionados que provienen de la zona irracional de éste. Es un juego que voy desarrollando a lo largo de la conferencia para que las personas aumenten su registro de la información positiva y lo graben, ya que luego les va a servir en el avión”.

POR QUÉ UN AVIÓN ES SEGURO

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+ información

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0-810-88VOLAR (86527).

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