Ovide Menin

Semblanza de una educadora singular

Semblanza de una educadora singular

Ana María Cafaratti, en ocasión de recibir a los 94 años el “Premio Maestro” 2008. Foto: Luis Cetraro

Hace mucho tiempo conocí a una educadora singular, silenciosa, creativa, de acción recatada pero efectiva; se llama Ana María Caffaratti. La trato como si estuviera a mi lado porque la considero una de aquellas educadoras omnipresentes en el orbe de las ciencias de la educación. Lo digo sin exageración ni hipérbole andaluza. Es, o si prefieren fue, la propulsora, después de la caída del gobierno peronista, de la recreación, en la Universidad Nacional del Litoral -bajo el rectorado del Dr. Josué Gollan, su familiar cercano de una concepción nueva, más dinámica, con participación más democrática de la comunidad educacional, que constituía el antiguo Profesorado Básico creado durante la era peronista. Institución que con el tiempo se transformaría en la actual Facultad de Ciencias y Humanidades. Yo mismo fui convocado por el impulsor de la transformación a Facultad -el rector Juan Carlos Hidalgo- de entre un grupo de entendidos en el tema, para manifestar nuestros propios juicios de valor y la viabilidad de esa transformación institucional. Transformación que apoyé sin ambages, como lo hicieron Ana María Caffaratti y aquel destacado profesor de matemática llamado Mauricio Epelbaum, de entre otros a quienes recuerdo ahora. Seguramente fueron más; le debemos al Dr. Hidalgo la decisión final, lograda con poca plata y mucho empeño.

En el año 2008 el gobierno Municipal la distinguió con la nominación de “santafesina destacada”. Allí estuve, para homenajearla como corresponde a viejos amigos; nos dimos el abrazo formal y conversamos quedo, muy quedo, como siempre lo hacía ella; parca en palabras, casi bisbiseando. La acompañaba Amelia Martínez Trucco, con otros familiares y amigos, entre ellos los integrantes del Instituto Sarmientino de Santa Fe, que también la habían distinguido con el “Premio Maestro” (2008), que dicha institución concede anualmente a educadores santafesinos destacados. En ese sentido no puedo dejar de mencionar la entrevista que le realizó, hace poco, un periodista del diario El Litoral llamado Luciano Andreychuc. En efecto, Andreychuc le brindó la oportunidad de rememorar, con lucidez admirable, a los 94 años de edad, “lo lindo y lo mejor” de ese recorrido. Pero no obstante eso, se permitió señalar algunas debilidades de la educación contemporánea, demostrando con ello su pasión por el oficio de enseñar y aprender. Así era ella; positiva, esperanzada e ilusionada en un mundo mejor. Hace poco me enteré de su fallecimiento acaecido el 6 de enero del 2012.

Para cerrar este breve recuerdo de una educadora singular como creo que fue Ana María Caffaratti -singular por su estilo de conducción institucional, sensiblemente democrática y a la vez respetuosa de la dignidad del otro, como ser humano, con virtudes y defectos que lo singularizan-, quiero agregar cuatro aspectos relevantes de su trayectoria.

El primero, que realizó estudios, mediante una beca concedida por el gobierno de los Estados Unidos en el año 1944, en el Smith College de Massachusets y en la Universidad de Northampton de Minessota, según lo manifiesta en la señalada entrevista.

Segundo, que formó parte del equipo docente de la Escuela Normal Provincial “Dr. Agustin Garzón Agulla” de la ciudad de Córdoba, fundada por el Dr. Antonio Sobral, con Luz Vieyra Méndez, Delia Travadello y Maria Luisa Cresta de Leguizamón; todos autores de aquel libro tan vigente todavía, que titularon “La educación vocacional de la adolescencia y la formación del maestro” (1949) donde ella escribió el capítulo que se refiere a “la psicología de la adolescencia aplicada al conocimiento y comprensión del estudiante”. Libro en el cual yo mismo abrevé cuando propuse, en el año 1986, un nuevo Plan de Estudios para la formación de Maestros de Educación Básica (MEB), en las antiguas Escuelas Normales Nacionales, cuando presidía la República el Dr. Raúl Alfonsín.

Tercero, que fue una de las fundadoras de la Escuela Normal Experimental “Almirante Brown” de Santa Fe, integrando la Comisión Asesora con destacados educadores de la época, tales como Ramón Caropressi, Juan Carlos Dávila, Rolando Hereñú, Delia Travadello y Gabriella Ullúa de Vazeilles y ella misma, encabezando la lista. Todavía me pregunto ¿cómo lograron que durante dos años consecutivos, los profesores que se iban incorporando paulatinamente, según el Plan Experimental propuesto, no percibieran un solo centavo por su trabajo?

Por fin el cuarto recuerdo, con el cual cierro mi homenaje a esta educadora que sigo llamando singular por su particular estilo de entender la educación y la escuela. Me refiero a algo casi olvidado: que la Cámara de Senadores de la Provincia de Santa Fe, presidida por la vicegobernadora Griselda Tessio, distinguió por unanimidad a “quien dedicó toda su vida a la docencia y a la formación de educadores”. Fue el día lunes 9 de marzo del año 2009, si no recuerdo mal.