llegan cartas

Compartiendo la alegría

Alberto Cassano

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La noticia no podía ser mejor. Luis Caffarelli ganó el premio Wolf de matemáticas. Eso nos debe llenar de alegría a los miembros del Intec y del Imal. Aproximadamente a partir del año 1980, Luis nos visitó en Santa Fe con mucha frecuencia. Yo no lo conocía, pero es muy amigo de los dos jóvenes que en su momento le dieron el empuje fundacional al Pema (en el Intec) que hoy se ha transformado en el exitoso Imal. Recuerdo que la primera vez que vino, fui al 5to. piso del edificio de calle Güemes donde funcionaba el bar a buscar a alguno de los matemáticos para preguntarle donde estaba Caffa para saludarlo. Me contestaron: “recién pasó al lado tuyo”. Lo había confundido con uno de los proveedores matutinos de comestibles. Así de simple, así de humilde. Ya era uno de los matemáticos más destacados de EE.UU. Venía a colaborar en el lanzamiento del Pema y estaba siempre dispuesto a ayudar al que le pedía una mano. Yo mismo recurrí a él una vez. Me dijo: “planteame tu problema en el pizarrón” y lo hice. Miró, pensó un rato, hizo unos cuantos garabatos y en no más de quince o veinte minutos me dijo: “olvidate de buscar una solución analítica” seguí con la computadora. Siempre sonriente, nunca con una sonrisa sobradora. En Santa Fe, jamás lo vi con saco o corbata. Pero no es un “científico loco” ni mucho menos. Le gusta el asado, el vino y muchas cosas más, típicas de un argentino común. La última vez que lo vi fue cuando en el año 2003 estuvimos juntos en la ceremonia de los premios Konex. Pero claro, el “tan solo” sacó el de Brillante. Siempre sonriendo, pero esta vez con traje y corbata.