Dibujos de Aymá

Dibujos de Aymá

“Sin título” (1978, tinta sobre papel,)

Por Enrique Butti

Bajo el cuidado editorial de Ana Aymá acaba de publicarse una notable colección de dibujos de Federico Aymá, que se abre con un texto de Jorge M. Taverna Irigoyen, un perfil de Dina San Emeterio escrito para prologar el libro Dibujos del loco del arenal, y que se mantenía hasta hoy inédito, y la transcripción de un breve reportaje que realizara al artista el Canal 13 de Santa Fe en 1968, y donde declara: “En 1965 empecé a dibujar entendiendo que era el único medio para durar en relación con un mundo que se me presentaba abyecto, trágicamente obsceno”.

En Aymá, el consistente núcleo de reproducciones de obras del artista incluye tintas sobre papel agrupados bajo distinta secciones: “Tintas de la década del 70” (contundentes dibujos que reflejan la convulsionada situación política del país en aquellos años : “el terror urbano”; torturados y torturadores; siniestros represores; rostros enmascarados, sangrando, gritando), “otros dibujos” (paisajes, un “Estudio para un retrato de Erdosain -Los siete locos-”); “Cabezas, máscaras y otros dibujos” (con una selección del libro homónimo, fechado entre 1972 y 1973, que contiene 68 dibujos originales, con las series “Matar en Chile, fiesta de la canalla” y “Putas Bestias Americanas”) y finalmente una selección del cuaderno Dibujos del loco del arenal (que contiene 147 dibujos originales nacidos por el incentivo de un concurso de dibujo convocado por por la Editorial Siglo XXI de México sobre el tema de “El militarismo en América latina”. Aymá preparó un libro de 150 hojas en blanco y, tal como cuenta San Emeterio, las enumeró antes de empezar a dibujar, vedándose así él mismo “toda posibilidad de retroceso o enmineda. Inmerso en ese desafío comenzó a dibujar día tras día, sin planificación, ni guía, ni modelo”). Una detallada cronología cierra el índice.

Taverna Irigoyen escribe: “Pensar la obra de Aymá hoy, en la perspectiva de casi cinco lustros de su desaparición, equivale a revalorizar los pronunciamientos de un talentoso artista que documentó su tiempo. Porque ésa es, un tanto, la lectura que hoy se puede hacer de su obra, mucho antes de que el mundo entrara en una globalización confrontante. Aymá supo ver (y quizá entender) los enfrentamientos y las rupturas sociales de su época. Retrató con dolor los escenarios y, en oportunidades, las cronologías, hechos y capítulos decisivos de ese tiempo. La vigencia de su trabajo es indiscutible. Pero sobre todo, entiéndase, la ejemplaridad de una conducta estética eslabonada con no pocas renuncias de sí”.

Nacido en Paraná, en 1941, Federico Aymá se formó como artista desde temprana edad; ya a los dieciséis años egresa como Maestro de Dibujo de la Escuela Municipal de Arte Manuel Belgrano, y a los veintiuno se recibe como Profesor de Dibujo en nuestra Escuela Provincial de Artes Juan Mantovani. Dos años más tarde realiza su primera muestra, en la Alianza Francesa de Santa Fe.

A partir de entonces inicia una sólida e intensa carrera de creador, que se concreta en numerosas muestras locales y nacionales. En 1968, a propósito de una muestra en la legendaria Galería El Galpón, Aymá define su forma de trabajo en un reportaje publicado en El Litoral: “He trabajado por series desde que puedo organizarme. Desde que encaré el dibujo como algo inevitable. Series: un tema inicial y un desarrollo sin un final previsto y la aceptación de las variantes surgentes. Desde hace dos años estoy trabajando alternativamente en las series Máscaras y Parejas. En marzo de este año inicié Bestias y otras figuras. Los móviles si existen están bastante ocultos, acepto los temas a los que me obliga la continuidad del trabajo. En realidad lo que me propongo es dibujar lo más ajustadamente posible. Lo más más cerca de una necesidad real”. En efecto, el trabajo en series, en grandes temas aglutinantes, será una de sus constantes., de sus primeras Palmeras y paisajes, y de sus autrorretratos a las series de crudo testimonio social, donde los finos trazos y y las manchas y salpicaduras de negro profundo se conjugan en un nuevo expresionismo de extraordinaria fuerza comunicativa.

Tras exiliarse en España, en 1977, con su mujer Dina San Emeterio y con su hija Ana, Aymá fallece en Santa Fe, en 1987, meses después de haber regresado.

En el hondo texto de Dina San Emeterio que se presenta en esta publicación leemos: “En sus primeros dibujos, expuestos en 1961 en la Alianza Francesa de Santa Fe, podían reconocerse las huellas de la Academia: sus árboles, sus rostros, realizados con cautela, con líneas depuradas, son prístinos; pero debajo de esas líneas transparentes subyace una serenidad inquietante.

“Desde entonces pasó sus días dibujando, investigando la línea, buscando tenazmente una verdad esquiva y fugaz. Y los hombres, agrupados o solitarios, brotaban de su pluma trazando un mundo esperpéntico, agitando sus manos y sus piernas en una danza dolorosa y cruel que configuraba su visión del mundo. Tercamente, el hombre que dibujo quiere saberlo todo: cada trabajo es una indagación. Los personajes caen sobre el espectador, hirientes o burlones, pero siempre implacables; agazapados acechan desde algún ángulo insospechado del plano, como un espejo deformante”.

Y más adelante: “En septiembre de 1986, acosado por un cáncer repentino e implacable, decide volver apresuradamente a Santa Fe. En una carta a su hermana María Julia, escrita en España a los pocos días de conocer el diagnóstico de su enfermedad manifiesta, por primera vez, el escondido afecto por esta ciudad: ‘Necesito ir y me estoy preparando. No será fácil, pero se impone. Creo que es necesario que vuelva ahora, pero no a Buenos Aires. Tomaré una casa allí, cerca de todo: de los cines, de los puestos de periódicos y de las panaderías. Es necesario que haga muchas cosas ahora, en poco tiempo, porque todo indica que tengo poco tiempo. Todavía puedo trabajar y lo haré, pero necesita estar allá’.

“Y ya en Santa Fe, abrumado por el dolor, terca, lúcidamente, se sienta a dibujar, mientras espera la muerte que lo acecha mirando cómo dibuja, ‘sentada en su hombro izquierdo’”.


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“Autorretrato” (sin fecha, técnica mixta), de Federico Aymá.