Historias escritas sobre el ring

A cuarenta años del exitoso regreso de Monzón a Roma

Luego de vencer a Nino Benvenuti en 1970, Monzón volvió a ese mismo lugar. El final fue confuso.

 

Sergio Ferrer

Nunca está de más recordar a la nave insignia del boxeo nacional, Carlos Monzón. La excusa puede ser cualquiera, porque más que excusa será motivo, razón de ser y nexo insoslayable para dar rienda suelta a la sana costumbre de recordarlo y valorarlo. El 4 de marzo de 1972, “Escopeta” expuso por tercera vez su título de campeón mundial mediano, superando por nocáut técnico en el quinto asalto al estadounidense Dennis Michael “Denny” Moyer, un peleador de dilatadísima campaña, algunos antecedentes de enorme valía —era vencedor y perdedor de Ray “Sugar” Robinson y Emile Griffith, por ejemplo— y que contaba con el mérito de haber sido el primer campeón superwelter del Consejo Mundial de Boxeo, entidad creada el 14 de febrero de 1963 bajo el impulso del entonces presidente de México, Adolfo López Mateos.

El combate Monzón-Moyer fue el que marcó el retorno del pugilista sanjavierino al Palazzo dello Sport de Roma (Italia), el lugar en el que el 7 de noviembre de 1970 había destronado al héroe local Nino Benvenuti, para quedarse así con la corona unificada de las 160 libras. Por eso mismo, unos 10.000 italianos hicieron sentir su apoyo a favor de Moyer aquella noche, para que Carlos supiera que existía “sed de venganza” en las gradas. Un triunfo posterior sobre Nino en la primera defensa, ocurrida en el estadio Louis II de Montecarlo (Mónaco) el 8 de mayo de 1971, no había hecho otra cosa que exacerbar aún más los ánimos en su contra, creando alguna clase de recelo, si bien el mundo entero estaba acostumbrándose a verlo en su gesto triunfal, como ante Griffith, en el Luna Park de Buenos Aires, el 25 de septiembre de 1971 (día de su segunda exposición exitosa).

¿Quién era Moyer?

Monzón, que en ese entonces tenía 29 años, llegó a su duelo con Denny Moyer con un récord de 87 peleas, de las cuales 74 habían sido victorias (51 KO), 3 derrotas (las únicas que sufriría en toda su campaña), 9 empates y 1 un match sin decisión, episodio este último- ocurrido en su segunda contienda profesional, contra Albino Verón, en Vila, el 13 de marzo de 1963 (pleito arbitrado por Julio Juan Cantero, que decidió suspender las acciones porque el ring no estaba en condiciones para continuar). El ajetreado Moyer, por su parte, presentaba, a los 32 años, la nada despreciable cantidad de 108 salidas rentadas, con 82 triunfos (23 KO), 22 traspiés, 4 empates y 1 no contest. Muy pocos rivales habían podido noquearlo y aunque estaba algo “gastado”, se mantenía activo en base a su oficio y sapiencia.

No cualquiera podía mostrar semejante palmarés, con batallas en las espaldas contra los más jerarquizados adversarios del orbe, como ser, además de los citados, Johnny Saxton, Gaspar “El Indio” Ortega, Don Jordan, Paddy DeMarco, Tony DeMarco, Virgil Atkins, Benny Kid Paret, Ted Wright, Joey Giambra, Joey Archer, Stan Harrington, Ralph Dupas, Guillermo “Memo” Ayón, Freddie Little, Eddie Pace, Jorge Fernández (“El Torito de Pompeya”), Luis “El Feo” Rodríguez, José Chirino, Eugene “Ciclón” Hart y el propio Benvenuti.

Nacido en Portland el 8 de agosto de 1939, Moyer fue profesional entre el 17 de agosto de 1957 y el 18 de marzo de 1975. Realizó 140 combates, cosechando 97 victorias (25 KO), 38 derrotas (sólo 7 antes del límite) y los 5 “nulos” ya comentados. Fue aspirante fallido al cetro mundial welter en su juventud (1959) y titular mediano junior entre el 20 de octubre de 1962 y el 29 de abril de 1963 (primero AMB y a partir del 19 de febrero de 1963, unificado AMB-CMB).

Final confuso

Moyer era bastante más bajo que Monzón (1,74 contra 1,81) y de menor alcance de brazos (1,83 contra 1,91), por lo que estuvo las primeras tres vueltas tratando de acortar distancia en base a su movilidad y el trabajo de izquierda en swing, faena que le rindió sus frutos en algunos pasajes, aunque era evidente que debía hacer un gran esfuerzo para no ofrecerse como blanco fácil para la metralla del campeón. Así llegaron hasta el cuarto asalto, capítulo en el que Carlos empezó a calar profundo con mayor puntería, primero con la zurda en punta y después con varias de esas derechas que cimentaron su carrera, con las que hacía mucho daño y menoscaba la resistencia del rival pacientemente.

La pelea la paró el árbitro, el argentino Lorenzo Fortunato, en una acción poco clara y algo confusa, acaecida al minuto y cincuenta segundos del quinto round, después de un conteo de protección al retador por caída. Como Moyer empezó a agarrarse de Monzón para no volver a caer, Fortunato creyó oportuno parar la refriega, ante la protesta del rincón del derrotado, que se defendía como podía -estaba aturdido, no sentido- y la descontrolada reacción de un sector del público, que empezó a tirar cosas al ring. A pesar de las quejas y de los fanáticos, Monzón llevaba amplias ventajas y su superioridad era inobjetable. Con posterioridad a este pleito, Moyer combatió con otros púgiles conocidos, como Tony Licata, Tony Mundine, Eckhard Dagge y Vito Antuofermo. Falleció el 30 de junio de 2010.

 

A cuarenta años del exitoso regreso de Monzón a Roma

La pelea contra Denny Moyer le sirvió a Monzón para inaugurar el año más fructífero de su etapa como monarca indiscutido de las 160 libras (72,574 kg).