El umbral de la mentira

El discurso presidencial, si bien admitió que el entrenamiento no conduce a nada y elogió el dinamismo del campo, reforzó el desconocimiento del daño al freno del sistema productivo.

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Para Cristina, los adversarios son varios, están bien identificados y conspiran abiertamente contra el desarrollo del país. Su fuerte convencimiento en el modelo es tan evidente como la falta de autocrítica a la hora de admitir sus fisuras.

De esta manera, Clarín, la ambición de los productores agropecuarios, o antiguos aliados, suelen ser el blanco de las más descarnadas críticas del aparato comunicacional oficial.

En el campo, el tema de la eficiencia se sustenta en la medición objetiva de todas las variables que componen la empresa agropecuaria. En base a los números reales, el productor bien asesorado decide las mejores herramientas para el manejo, la alimentación de sus animales, la incorporación de la genética, los sistemas de reproducción y la fertilización de los suelos. Si eso datos iniciales fueran erróneos, todo el esquema colapsaría, con la consabida pérdida de recursos.

Pero la ineficiencia que el sector privado no perdona, sobrevive en el ámbito de lo público, a expensas del derroche de los fondos obtenidos con el esfuerzo de otros. Mientras los recursos son cuantiosos, el esquema sobrevive. El problema comienza cuando por distintos motivos, ese grifo comienza a cerrarse.

Para la presidenta, los efectos de la seca fueron maximizados por los productores. Según CRA, sin embargo, el maíz y la soja perdieron entre 20 y 50 por ciento del rinde, estimando un quebranto de al menos U$S 785 millones por pérdidas derivadas de la sequía.

Con la producción ganadera, el desconocimiento que se desprende de sus afirmaciones es aún peor. “Todos saben que el precio del ternero nunca estuvo como está hoy en la Argentina, ...jamás los productores han tenido el precio vivo como lo han tenido ahora gracias a las políticas que hemos desarrollado”, explicó. Para los que sobrevivieron en la actividad, la frase es una triste realidad. Para los muchos que la abandonaron, una incitación. Para todos los argentinos, la caída en el consumo de más 70 a algo más de 50 kilos por año, una burla.

Para los que sembraron trigo, la orden presidencial es “quedarse tranquilos”. “El año pasado establecimos un sistema de declaración, y la cosecha récord de trigo de 2008 ha sido superada por la inscripción que se ha hecho de lo que existe, que va a alcanzar las 16,6 millones de toneladas. Lo digo para la tranquilidad de todos los productores y de todos los argentinos”, planteó.