Un mundo enfermo que adolece

de una ausencia de fraternidad

Juan Lara

(EFE)

Benedicto XVI ha denunciado que el mundo actual “está enfermo”, que sufre una falta de fraternidad, que bajo el respeto de la llamada “esfera privada” se esconde el egoísmo, la indiferencia y el desinterés del hombre y que el mal no se puede callar, sino denunciarlo.

Así manifiesta su mensaje para la Cuaresma 2012, que tiene como lema “Fijémonos los unos en los otros para estímulo de la caridad y las buenas obras”. En su mensaje, el Obispo de Roma señala la importancia que para la Iglesia tiene la palabra “fijarse”, que significa “estar atentos los unos a los otros, a no mostrarse extraños, indiferentes a la suerte de los hermanos. Sin embargo, con frecuencia prevalece la actitud contraria, es decir la indiferencia o el desinterés, que nacen del egoísmo encubierto bajo la apariencia del respeto por la ‘esfera privada’”.

Benedicto XVI insiste en la solidaridad, la fraternidad y la justicia y echando mano de una frase de Pablo VI señaló que “el mundo está enfermo”.

“Su mal está en la dilapidación de los recursos y en el acaparamiento por parte de algunos y en la falta de fraternidad entre los hombres y entre los pueblos”, afirma, a la vez que subraya que la atención al otro conlleva preocuparse por todos sus aspectos, el físico, el moral y el espiritual.

Agrega que la cultura contemporánea parece haber perdido el sentido del bien y del mal y que por ello es necesario reafirmar con fuerza que el bien existe y vence, “porque Dios es bueno y hace el bien”.

El Pontífice alerta del peligro de tener “el corazón endurecido por una anestesia espiritual” que deja al hombre “ciego” ante el sufrimiento de los demás y advirtió de que la riqueza material y la saciedad es la que impide muchas veces al hombre mirar de manera amorosa al hermano.

El Obispo de Roma señala también que los intereses personales y las propias preocupaciones son lo que llevan al hombre a ser incapaz de tener misericordia con quien sufre. Nunca nuestros problemas deben absorber nuestros corazones hasta el punto de hacernos sordos al grito del pobre”, afirma.

Benedicto XVI también se refiere a otro aspecto de la vida cristiana que, precisa, ha caído en el olvido y que es la “corrección fraterna para la salvación eterna”. Según el Papa, hoy somos muy sensibles al bien físico y material de los demás, pero callamos “por completo” sobre la responsabilidad espiritual para con los hermanos, al contrario que en la iglesia de los primeros tiempos cuando se interesaban además de por la salud, por el alma de prójimo.

Benedicto XVI escribió que es necesario corregir al que se equivoca y que “frente al mal no hay que callar”.

“Pienso en la actitud de aquellos cristianos que, por respeto humano o por simple comodidad, se adecúan a la mentalidad común, en lugar de poner en guardia a sus hermanos acerca de los modos de pensar y de actuar que contradicen la verdad y no siguen el camino del bien”.

Agrega que lo que anima la reprensión cristiana nunca es un espíritu de condena o recriminación, sino el amor y la misericordia y que en nuestro mundo, “impregnado de individualismo, es necesario que se redescubra la importancia de la corrección fraterna, para caminar juntos hacia la santidad”.

Benedicto XVI señaló que el ser “guardianes” de los demás contrasta con una mentalidad que, al reducir la vida sólo a la dimensión terrena, acepta cualquier decisión moral en nombre de la libertad individual.

“Una sociedad como la actual puede llegar a ser sorda, tanto ante los sufrimientos físicos, como ante las exigencias espirituales y morales de la vida”, concluye.

Un mundo enfermo que adolece de una ausencia de fraternidad

En su mensaje para la Cuaresma 2012 el Obispo de Roma alerta sobre el peligro de tener “el corazón endurecido por una anestesia espiritual”. Foto: EFE