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“Escribir las imágenes”

“Escritos en parte durante los años 90, estos ensayos registran un momento de transformación en la reflexión sobre las artes visuales”, declara Andrea Giunta en la apertura de Escribir las imágenes, ensayos sobre arte argentino y latinoamericano.

En la primera parte del libro se habla de mujeres artistas. Taxativamente la autora anota que “circulaba la idea -que para algunos todavía tiene validez- de que no había que reparar en el sexo de los artistas. Lo relevante era la calidad; si el arte era bueno, lograría el reconocimiento. Este argumento tenía como consecuencia vaciar de sentido el análisis de la estructuras del poder cultural”. Consecuente con esta certeza, Giunta estudia las perspectivas desde América latina de género y feminismo, y a artistas como Ana Mendieta y Graciela Sacco.

La segunda sección del libro se ocupa de Lucio Fontana en Buenos Aires (una época poco conocida y estudiada del pintor, como si en el período posterior, el de los

famosos “tajos”, no hubiera incidido para nada la estadía argentina, y sin embargo fue en Buenos Aires que escribió su texto más emblemático, el “Manifiesto Blanco) y de las polémicas en torno a las imágenes de Eva Perón.

A propósito se recuerda un fragmento de uno de los tantos discursos de Oscar Ivanissevich, ministro de Educación del peronismo entre 1948 y 1950, en franca oposición bélica con los grupos vanguardistas: “Ahora los que fracasan, los que tienen ansias de posteridad sin esfuerzo, sin estudio, sin condiciones y sin moral, tienen un refugio: el arte abstracto, el arte morboso, el arte perverso, la infamia en el arte. Son estas etapas progresivas en la degradación del arte. Ellas muestran y documentan las aberraciones visuales, intelectuales y morales de un grupo, afortunadamente pequeño, de fracasados.

“El arte morboso, el arte abstracto, no cabe entre nosotros, en este país en plena juventud, en pleno florecimiento. No cabe en la Doctrina Peronista, porque es esta una doctrina de amor, de perfección, de altruismo, con ambición de cielo sobrehumano. No cabe en la Doctrina Peronista, porque ella nace en las virtudes innatas del pueblo y trata de mantenerlas, estimularlas, exaltarlas”.

La tercera sección se ocupa de producciones y artistas de los años 70, años en que “al mismo tiempo que se multiplicaban las articulaciones del realismo, se desmaterializaba el objeto artístico, período clasificado por el manual de historia del arte como conceptualismo”. Se habla aquí de artistas como Víctor Grippo, Juan Renzi, Oscar Bony, Leopoldo Maler, y otros.

La cuarta sección de Escribir las imágenes se ocupa de las nuevas formas de creación y prácticas visuales en el mundo global. Dada la contemporaneidad del fenómeno, no es posible más que consideraciones tentativas, aunque “son diversos los indicios que permiten constatar que mucho ha cambiado en el campo del arte”.

El libro, que acaba de publicar Siglo XXI, se cierra con dos textos que confrontan y analizan las relaciones entre la modernidad latinoamericana y la europea. “Las estrategias que sirvieron a Torres-García, a Lam, a Tarsila do Amaral o a los Andrade para pensar el mapa cultural de América se generaron desde un juego caleidoscópico. Europa y América se reconfiguraron a partir de imágenes hechas trizas, cuyos fragmentos libraban una batalla para imponer un nuevo orden.

“Desde el siglo XVI, América fue un elemento activo en la construcción de la modernidad europea: el ‘encuentro de dos mundos’ forzó también un cambio de conceptualización del mundo. La modernidad americana asumió, a su vez, rasgos diferenciales de los que no dan una versión completa las ideas de copia, añadido o desarrollo epigonal”.

“Escribir las imágenes”

“Figura em azul”, de Tarsila do Amaral.

“Escribir las imágenes”

Obra de Joaquín Torres García.

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