Madre soltera pero no maldita

Por Javier Otazu

EFE

“Aunque mi padre me perdonara algún día por haber dado a luz estando soltera, yo seguiré siendo la vergüenza del barrio por haber manchado el honor de mi familia, así que no me hago ilusiones sobre volver a mi casa y que los míos acepten a mi hijo”.

Quien habla es Amal, que se quedó embarazada con 23 años y su novio la abandonó al enterarse, pero no piensa delatarlo: “Primero, porque es casado; segundo, porque si hago público su nombre mis hermanos irán a matarlo, y bastantes problemas he dado ya a mi familia”.

El primer reflejo de Amal, como el de todas las madres solteras, fue huir de su casa hasta llegar a Casablanca, la gran metrópolis marroquí donde una mujer con un pecado en el vientre puede encontrar el anonimato, primero, y más tarde una mano amiga.

Tras un paso por una institución de monjas que ayudan discretamente a las mujeres como ella, ahora llama a las puertas de Solidaridad Femenina (SF), organización pionera en la defensa de las madres solteras.

Dice Aicha Chenna, fundadora de SF, que cada día nacen en Marruecos 100 niños fuera del matrimonio, de los que 24 son abandonados, lo que se traduce en que un 11,4 % de nacimientos son hijos de solteras.

Las cosas han mejorado levemente para las madres solteras en este país: ya no tienen obligación de inscribir a su hijo con la “X” como apellido; desde 2004, con la reforma del Código de la Familia, pueden darle un apellido ficticio que oculte su consideración de bastardos.

Pero Chenna se queja de que la ley “está en manos de funcionarios, quienes con frecuencia complican mucho las cosas” a las madres solteras: por ejemplo, lo habitual es que se nieguen a aceptar test de ADN (muy caros y siempre costeados por la madre) para demostrar la paternidad y exijan en cambio “certificados de noviazgo” inexistentes.

Algunas tienen historias aún más terribles que Amal, como Nezha, de 24 años, peluquera y analfabeta, embarazada tras ser violada por tres desconocidos una tarde, al salir de su trabajo, y también huida de su casa por miedo a un hermano “agresivo y drogadicto”, pero resuelta a criar sola a una hija que ya tiene 24 días de edad.

La opinión popular es implacable con las madres solteras (con frecuencia equiparadas con prostitutas) y muchas familias prefieren recurrir al aborto antes de que el vientre de una joven arroje una mancha sobre su reputación, se lamenta Chenna.

Una vez oyó decir a una madre soltera que odiaba a su hijo con este argumento: “No puedo darle amor, solo he recibido odio en mi vida”.

Así que la principal preocupación de Solidaridad Femenina es dignificar a las madres solteras y reforzar su autoestima, enseñándoles durante tres años a leer si son analfabetas, además de un oficio (cocina, peluquería, pastelería y costura) mientras cuidan a sus hijos en una guardería. Al cabo de tres años, deben ser capaces de volar por su cuenta.

Hay ahora cuarenta mujeres con sus niños acogidos por la institución en tres centros de Casablanca. Cada mujer cuesta a Solidaridad Femenina 4.000 dirhams mensuales (unos 400 euros), lo que se traduce en gastos anuales de 5 millones de dirhams, de los que SF solo financia la mitad, siendo el resto procedente de donaciones.

Aicha Chenna recibió en el año 2000 amenazas, por teléfono y por escrito, de grupos islamistas que la acusaban de propagar el adulterio, pero no por ello se arredra: siendo nieta de un teólogo musulmán, le gusta repetir que “Dios crea como quiere, con quien quiere y cuando quiere”, y lo apoya con versos del Corán.

“Aquí hay mucha hipocresía: (los islamistas) utilizan la religión como les parece, pero he descubierto que también entre ellos hay madres solteras y hombres que se dicen virtuosos y luego abandonan a la mujer”, sostiene.

Sin embargo, el propio rey Mohamed VI se ha puesto en contacto con ella para pedirle que continúe con su tarea y donarle casi 2 millones de dirhams (200.000 euros) para su asociación, mientras que una fundación norteamericana la ha galardonado con el prestigioso Premio Opus, dotado con un millón de dólares.

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