Fue ayer... y hoy

¿Quién fue el gaucho Rivero?

Prof. Teresa Sandoz

Antonio Rivero, argentino nacido en Entre Ríos a comienzos del siglo XIX -casi al mismo tiempo que la Revolución de Mayo- aparece ligado a la historia de nuestras Malvinas a las que llegó aproximadamente a los veinte años.

Sus acciones, no muy documentadas, han sido estudiadas por numerosos investigadores con interpretaciones y evaluaciones diferentes y aún críticas y contradictorias, especialmente por la escasísima documentación existente, mucha de ella de origen británico.

¿Cuándo aparece el nombre de Rivero en un documento? Cuando Luis Vernet —del que ya hablaremos— hace un relevamiento o censo de la población de la Isla Soledad en 1829. Contabiliza además de la población de Puerto Luis la de zonas aledañas, unos 100 pobladores, donde hay alemanes, franceses, ingleses, norteamericanos (algunos con sus respectivas familias), sudamericanos, además de criollos, indios y negros que se dedicaban preferentemente a la servidumbre o a las tareas rurales. En esa nómina aparece Antonio Rivero como trabajador rural (incluso en la lista aparece un Dionisio Heredia, santafesino, además de un cordobés, santiagueño, portugués, uruguayo y otro entrerriano). Cuándo y como llegaron a las islas se desconoce. (1).

Un poco de historia

¿Qué representa la “hermanita perdida” como dice Atahualpa en nuestra geografía y en la totalidad de nuestra enorme extensión territorial? Las islas Malvinas son un archipiélago de 12.000 km2 que consta de dos islas principales, Soledad al Este y Gran Malvina al oeste, separadas por el Estrecho de San Carlos, con unas 50 islas menores y muchos islotes que sumados completarían un grupo de 200 islas. Se encuentran en la plataforma continental argentina, a unos 500 km de la Patagonia (Pcia. de Santa Cruz) y a 390 km de la Isla de los Estados.

Las primeras noticias documentadas sobre el descubrimiento del archipiélago se remontan a 1600 con la expedición del navegante holandés Sebald de Weert, quien descubrió y ubicó las islas de la parte NO y las bautizó Islas Sebald conocidas como Sebaldes o Sebaldinas. Mas tarde, en 1690 llegaron los ingleses; el Capitán Strong con su navío Welfare, arrojado por fuertes temporales descubrió el actual Estrecho de San Carlos y en memoria de su protector Lord Falkland lo denominó así, nombre extendido luego a la Gran Malvina y posteriormente a todo el archipiélago.

Otros navegantes de diferentes nacionalidades recorrieron el archipiélago, especialmente franceses de Saint-Malo de donde derivó el nombre de Malouines que más tarde los españoles y argentinos transformaron en Malvinas.

En 1763, el Almirante de la Armada Francesa don Luis A. de Bougainville proveniente de aquella región y al mando de 2 navíos, cruzó el Atlántico, hizo escala en Montevideo, donde embarcó vacas y caballos, puso proa al sur y el 2 de febrero, luego de 5 meses de su partida, penetró en la Bahía Asunción de la Isla Soledad, desembarcando gente, herramientas y ganado. Fundó el Fuerte San Luis, nombró un gobernador en nombre de su Rey Luis XV, siendo ésta la primera ocupación efectiva de las islas (5 de abril de 1764).

Los ingleses no se hicieron esperar; luego de varios intentos anteriores el 9 de enero de 1766 éstos fundaron un pequeño campamento en Pto. Egmont.

De ese modo hacia esa fecha había dos establecimientos en el archipiélago de las Malvinas: uno inglés en la Gran Malvina y el otro francés en la Isla Soledad, que ante el reclamo y la protesta de España, que consideraba bajo su jurisdicción a dichas islas de acuerdo a la legislación reinante (Bulas Papales y Tratado de Tordesillas) debieron abandonarse; en 1767 los franceses entregaron la colonia francesa. Siendo el desalojo inglés mas difícil hubo que esperar hasta 1774 para que los ingleses abandonaran el fuerte ante el requerimiento de las autoridades españolas que siguió ejerciendo su soberanía “manteniendo una guarnición en Puerto Luis o Puerto de la Soledad por intermedio de la comandancia marítima de Montevideo hasta 1811” (1) en que ordenó su retiro.

Argentina independiente se hace cargo de Malvinas

Ya sabemos que los primeros años de vida independiente fueron azarosos, heroicos y con otras urgencias que postergaron la ocupación argentina en las islas Malvinas; además no se contaba con ninguna clase de poder naval y fue así que recién en 1820 pudimos tomar posesión de las islas cuando la fragata argentina Heroína recaló en Puerto Soledad, enarboló el pabellón azul y blanco en el mástil del Fuerte y lo afirmó con una salva de 21 cañonazos en presencia de numerosos buques de diversas nacionalidades, ocupados en la pesca de anfibios, a los que de inmediato, se les comunicó, en nombre de la Nación Argentina “la absoluta prohibición de pescar en aguas jurisdiccionales y menos aún desembarcar para matar o apoderarse del ganado existente en tierra” (1).

Cuando el Senador Alfredo Palacios fundamenta su proyecto de edición en español del libro de Paul Groussac “Les Iles Malounies” para su lectura en las escuelas del país, señala que para esos años (1820) había en la Isla Soledad y en sus adyacencias más de “cincuenta buques ingleses y norteamericanos que se ocupaban de la pesca de anfibios y cuyos tripulantes desembarcaban y mataban el ganado de las islas llevado allí por los españoles” (2). Se calcula que para esa fecha había mas de 40.000 cabezas de ganado y gran cantidad de caballos salvajes.

El gobierno de Buenos Aires, a cargo del Gral. Martín Rodríguez, promulgó un decreto el 10 de junio de 1829 que dice en su art. 1º “las Islas Malvinas y las adyacentes al Cabo de Hornos, en el Mar Atlántico, serán regidas por un comandante Político y Militar, nombrado inmediatamente por el gobierno de la República”, con sede en la isla de La Soledad, designándose como Comandante a Luis Vernet.

Ataque de la Lexington

Luis Vernet fue un comerciante, viajero permanente, siempre en contacto con “hombres de negocios y gente de mar”. Este hamburgués casado con una criolla, María Saéz “ya tenía una concesión de tierras en las Islas Malvinas este y derechos de explotación de las pesquerías y el ganado”. Como su establecimiento había prosperado en el año mencionado, 1829, las autoridades porteñas resolvieron otorgarle el gobierno político y militar de las islas, adonde se embarcó con 23 colonos ingleses y alemanes, algunos con sus respectivas familias, además de la propia, cantidad de muebles, maderas, víveres, herramientas, ovejas. Vernet siempre ponderó las virtudes del archipiélago, las ventajas de intensificar su población y la explotación de la pesca.

Sin embargo este personaje es polémico y sobre él una obra de historia expresa “La ocupación de las Islas Malvinas por Gran Bretaña en 1833 está íntimamente asociada a la acción de un personaje que, paradójicamente, ejerció como funcionario argentino el cargo de Gobernador Político y Militar del archipiélago. Ese hombre fue Luis Vernet, un comerciante aventurero...” (3). Lo que pasa es que su correspondencia con el Cónsul Británico Woodbine Parish no lo dejan muy bien parado por sus innegables simpatías hacia el poderío británico aunque, como buen comerciante, Vernet apenas asume su comandancia empieza a defender los derechos de pesquería frente a los barcos extranjeros, que en realidad no obedecían las órdenes impartidas. “La mayoría de los buques seguían pescando como si nada hubiera ocurrido” (4).

Vernet decidió actuar y a mediados de 1831 había apresado tres goletas norteamericanas lo que generó el posterior ataque de la Corbeta de guerra Lexington al mando del Cap. Silas Duncan. Este “entró por sorpresa en las islas -enarbolando la bandera francesa para no despertar sospechas- y sometió a la colonia a una dura represalia: hizo saltar el polvorín, clavó los cañones, saqueó las propiedades y se llevó consigo a los habitantes que no habían podido escapar” (3). Permaneció veintidós días en la isla y “desplegó al máximo su actividad bucanera”; destrozar las huertas, violentar puertas y ventanas, saquear las propiedades particulares “imponiendo el terror entre los probladores; difundió la noticia que Vernet sería procesado y ante el temor por la posible destrucción de la Colonia, embarcó a pobladores engañados y atemorizados.

De todos estos acontecimientos fue testigo el gaucho Rivero en la Isla Soledad.

Vernet se encontraba en Buenos Aires por el incidente con las goletas y ahí siguió en comunicación con el Cónsul W. Parish reiterándole la importancia de las islas como el “mayor puerto de recalado en las rutas de navegación interoceánica entre el Atlántico y el Pacífico”, señalando además los recursos con que contaban las islas para abastecer de víveres frescos a las tripulaciones de los barcos”. (3)

Es momento de preguntarse si Gran Bretaña, que desde 1774, pareció olvidarse de las I. Malvinas ¿por qué volvía su interés por ellas?, las explicaciones pueden ser varias: posiblemente el interés de los norteamericanos los puso en alerta y además para esa época adquiría singular importancia la colonización de Australia y Tasmania (la tierra de “Van Diemen”), lo que convertía a Malvinas en una base insustituible en los mares australes.

(Continuará)

(1) Juan Lucio Almeida, “Antonio Rivero, el gaucho de las Malvinas” en “Todo es historia”. Año 11 Nº 20, dic. 1963.

(2) “El atropello según Alfredo Palacios” en Crónica Documental de las Islas Malvinas. Tomo 1, 1982

(3) Pérez - Amuchástegui, “Crónica Argentina”. Tomo III, Codex, 1969.

(4) Bouilly Víctor, “El interregno de los lomos negros 1830-1835”. Memorial de la Patria, La Bastilla, 1974.

¿Quién fue el gaucho Rivero?

Hoy Puerto Stanley, es la capital de las Islas Malvinas y su población más grande. Las primeras noticias documentadas sobre el archipiélago se remontan a 1600 con la expedición del navegante holandés Sebald de Weert. Foto: EFE