Experiencia educativa en Alto Verde

Cuando el cooperativismo escolar alienta la solidaridad en las aulas

Un proyecto de extensión se propuso despertar el espíritu cooperativista en una escuela del distrito costero. Con pequeñas acciones, los alumnos aportaron a la inclusión en un contexto signado por carencias sociales.

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Los alumnos de la Omar Rupp participaron de charlas y muestras en la ciudad de Sunchales, ciudad con fuerte impronta cooperativista.

Foto: Gentileza M. E. Kessler

Luciano Andreychuk

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Acaso caídos en cierto desuso en estos tiempos que corren, los ideales del cooperativismo siguen siendo tan nobles como siempre. Promoviendo la autogestión, la asociación, la participación y la solidaridad, más de una vez constituyeron una herramienta que ha permitido recomponer el tejido social de las comunidades. Y la institución escolar puede y debe ser espacio amplificador de los ideales cooperativistas, a pesar de contextos socialmente adversos.

Esta fue la consigna movilizadora de un grupo de docentes extensionistas de la UNL, que decidieron hace dos años llevar a la práctica un proyecto de extensión de interés social en uno de los distritos más postergados de la ciudad: Alto Verde. Y se fueron allí, a la escuela Nº 2067 Omar Rupp -en la manzana 13, cerca de la vecinal- con el desafío de despertar en más de 200 alumnos el espíritu cooperativista. Y lo lograron.

“El cooperativismo escolar: su aporte a la construcción de un proyecto educativo participativo e inclusivo”, fue el título de este proyecto de extensión. Con charlas, con encuentros semanales, con planificaciones coordinadas, los extensionistas lograron que los alumnos realicen pequeñas acciones, como pintar las paredes de las aulas, dirigir un kiosco escolar, entre otras. Pudieron hacer un viaje a Sunchales -ciudad de fuerte tradición cooperativista- y ahora, dado el éxito de la propuesta, se buscará incorporar curricularmente al cooperativismo dentro de un proyecto institucional ampliado.

“Empezamos en 2010 con un grupo de alumnos del 4º año, para tener una primera experiencia de trabajo colectivo. Hubo encuentros semanales, con técnicas de dinámica de grupo, abordamos cuestiones sobre cooperativismo, sobre el entramado asociativo y el sentido de la participación. Y los chicos se fueron enganchando. Al final puedo decir que ha sido una experiencia muy interesante”, contó a El Litoral la Lic. María Elena Kessler, directora del proyecto y docente de la Fich.

En el primer año de proyecto, a los chicos se les ocurrió trabajar en el mejoramiento de su hábitat escolar. Pintaron y arreglaron aulas todo lo que se pudo: es un contexto edilicio precario. Después, ya en 2011, profundizaron el trabajo cooperativista. Armaron un kiosco escolar y lo gestionaron, y pudieron realizar un viaje educativo a Sunchales. “Fuimos avanzando, pese a que hay muchos elementos que operan como obstáculos. Ellos decían: ‘Nosotros somos de Alto Verde, a esto no lo podemos hacer’. Es como que les pesaba una baja autoestima y operaba en ellos un elemento estigmatizante, por ser del lugar que son. Luchamos contra eso”, explicó Kessler.

“Nos parecía importante que, después de la primera experiencia de trabajo, para este año pudiésemos incorporar al cooperativismo como proyecto institucional, sostenible en el tiempo. Porque si no, todo lo hecho queda en la nada. Esto implica incorporar a la currícula algunos contenidos relativos a las temáticas cooperativistas. También se trata de promover el ejercicio de roles que apunten al desarrollo de sus capacidades y destrezas”. Hay acompañamiento del director y docentes de la escuela Rupp, vamos encaminados”, dijo la profesora.

Entonces, de cara a esta idea de continuidad, para este año se trabajaría con los docentes sobre temas referidos a la economía social, por ejemplo, y sobre otras áreas disciplinadas. Queremos ir generando las condiciones que garanticen la ejecución y diseño de un proyecto que involucre a toda la escuela en un proyecto socioproductivo”, se entusiasmó la directora.

La escuela

Los destinatarios del proyecto fueron los directivos, docentes, y particularmente alumnos de 4º y 5º año y ex alumnos egresados de la Escuela Omar Rupp, que depende del Sindicato de Obreros Marítimos Unidos (Somu). Creada en 1990, la institución es privada y su terminalidad es Técnico en la Modalidad de Producción de Bienes y Servicios con certificado de Marinero y Auxiliar de Máquinas Navales. Cuenta en la actualidad con 29 docentes y 230 alumnos.


Qué le deja la extensión a un profesor

La extensión universitaria está “de moda” en la educación superior. Es, sin más, el área que permite a las universidades salir del claustro e interactuar con las sociedades y sus sujetos, aportando y sugiriendo respuestas a sus problemas. Pero, ¿qué valor real le deja la extensión al docente, que debe dedicar horas extra de su tiempo ocupado con clases y mesas examinadoras a otro proyecto paralelo?. “Hoy se trabaja por articular docencia, extensión e investigación. Con todo, no resulta tan fácil coordinar estas áreas”, dijo Kessler. “Pero la extensión es un proceso muy enriquecedor, ya que se desmaterializan y se llevan al plano de la realidad práctica muchas cuestiones vistas desde la teoría y la perspectiva histórica”, afirmó. Además, “en esto de reconocer historias biográficas y experiencias, a veces es muy conmovedor ver cómo en contextos tan adversos, la gente sigue soñando, con esperanza. Desde la formación personal es muy valioso hacer extensión”, cerró Kessler.