Un utopista que sigue soñando con los ojos abiertos

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Maestro de la inquietud permanente, el cineasta Fernando Birri no deja de rendirle homenaje a la imaginación: entre sus últimos trabajos se destaca su labor como protagonista de la última película de Eliseo Subiela, ‘Paisajes Devorados‘ pendiente de estrenarse en Argentina. También está pendiente la exhibición de “El Fausto Criollo”.

TEXTOS. JORGE BOCCANERA (TÉLAM). FOTO. carolina niklinson y luis cetraro.

Los nuevos trabajos del cineasta Fernando Birri, considerado el padre del nuevo cine latinoamericano -que acaba de cumplir 87 años- sirven de excusa para abrir el diálogo con el director de ‘Org‘, ‘Rafael Alberti, retrato de un poeta‘ y ‘El siglo del viento‘ entre sus muchos filmes, y hacer un repaso de su vida itinerante.

La veta artística le viene, asegura, de su familia; su padre que le acerca el gusto por la pintura y una legión de tíos musiqueros y pintores. De todos ellos elige a uno: Ramón. Y dice: ‘Me quedaba horas viéndolo pintar; él armó los títeres de mi teatrín. Mi visión grotesca del mundo no viene de Fellini, sino de todas estas cosas‘.

Birri define a su estilo dentro del grotesco: ‘Todo este sueño que estamos viviendo es un sueño grotesco, sin el sentido peyorativo que le hemos asignado a esta palabra y a otras usadas con desprecio -bastardo, mestizaje- palabras que se han revertido y asumimos con orgullo. Eso de mi cuna fue un conventillo, lo viví de verdad en el conventillo de mi abuelo. La palabra grotesco se usó siempre despectivamente, y yo la asumo como la más bella de las palabras porque es la más sabia‘.

En otro recuerdo, con cinco años cumplidos, está en el fondo de su casa tocando una batería de juguete: ‘Yo tocaba y cantaba: ‘¡Ay máma Inés, ay máma Inés, todos los negros tomamos café!‘ También tomé lecciones de piano con una prima pero no daba pie con bola. Una vez escribí en las teclas las notas con tinta, sonaba bien, pero ahí se terminó mi carrera‘.

Los sueños de ese tiempo se completan con los libros que consigue en el almacén del barrio donde el vuelto, en lugar de monedas, lo daban en cuentos: ‘Eran pequeños libros de Calleja, relatos de Perrault‘.

Es un adolescente cuando integra el grupo de poesía ‘Espadalirio‘; participa en la antología ‘Horizonte de la mano‘ y luego comienza a publicar sus propios libros, entre ellos: ‘Condecoraciones del otoño‘ y ‘Una vez la poesía‘.

Alternando formas clásicas con experimentos dadaístas y surrealistas, señala que lo único que hizo bien en su vida es la poesía: ‘Lo demás es adorno; para mí es una actividad orgánica, biológica. No concibo la vida sin poesía, es la forma más natural a mi circulación sanguínea‘.

Subraya su vocación recitando algunos de sus versos: ‘Los acróbatas/ de rama en rama/ de vena en vena/ de llama en llama/...mis manos son tus ojos ... unamos las salivas/ quememos las palabras... te busco remontando ríos de Cuando/ te espero en ruinas de Ninguna Parte‘.

Ya en Buenos Aires, la lista de sus amigos es un extenso registro de creadores: ‘El poeta Mario Trejo, ‘Mono‘ Villegas, Piazzolla, Piri Lugones, Carlos del Peral, Jorge de Objeta (hijo de Macedonio Fernández, a quien yo admiraba) y especialmente Xul Solar, que fue amigo y maestro. Con él la cosa fue más estrecha, iba a su casa, conocí su generosidad y su talento‘.

VIAJES VOLUNTARIOS E INVOLUNTARIOS

Su condición de trashumante, que incluye viajes voluntarios e involuntarios -él dirá: ‘me fueron con diversos modales‘- permite leer el mapa de sus emprendimientos; se fue del país en el ‘50 y a su regreso fundó la Escuela Documental de Santa Fe y filmó sus ya clásicos, ‘Tire dié‘ y ‘Los Inundados‘.

Del 50 al 52 estudia cine en Italia con Vizconti, Rossellini, De Santi, Antonioni: ‘Cuando vi ‘Cuatro pasos entre las nubes‘ y ‘Roma, ciudad abierta‘, pensé que si el cine podía tener esa dimensión, yo cambiaba la literatura por el cine‘.

Pero su experiencia definitiva será como asistente de Victorio de Sica en ‘El techo‘, con guión de Césare Zavattini, a quien considera como ‘la figura más importante del neorrealismo italiano, el hombre que fundamentó poética y teóricamente esa escuela‘.

Cuando en el 63 debe marchar de nuevo de Argentina -‘empezaban a rarificar el aire alrededor‘- elige Brasil junto a los cineastas Carlos Pallero y Manuel Horacio Jiménez; pero cuando filman ‘Guaterra‘, libro del poeta Ferreia Gullar sobre la vida de un líder campesino asesinado, los militares tomaron el gobierno. Y esta vez sale rumbo a México.

Entre sus muchos trabajos, Birri fue asistente del director mexicano Emilio ‘Indio‘ Fernández, en ‘La tierra del fuego se apaga‘ filmada en la Patagonia: ‘El ‘Indio‘ me propuso trabajar con él en el guión para el remake de ‘Las abandonadas‘, ambientada en Sicilia. Fue un maestro, a veces cruel, sí, pero me dio otra dimensión del tiempo y el espacio latinoamericano‘.

Aún al Birri -que escribe con el italiano Vasco Pratilini el guión de ‘Mal d‘América‘, la historia de los argentinos narrada a través de una familia de inmigrantes- le quedaba mucho por delante: desarrollar el Doc-Fic, esa simbiosis entre el documental y la ficción como dos zonas sin frontera, y nada menos que fundar una Escuela de Cine.

‘No volveré a tener otra experiencia como esa, porque en América Latina hay una sola Cuba, con todo lo que pueda estar de acuerdo o disentir o pensar que se pueda corregir‘, dice sobre la experiencia que desarrolló de 1985 a 1991 en la región de San Antonio de los Baños.

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“EL FAUSTO CRIOLLO”

La última película de Fernando Birri está basada en la obra de Estanislao del Campo, y producida por Dolly Pussi para el Ministerio de Innovación y Cultura de Santa Fe, con la colaboración del Instituto Superior de Cine y Artes Audiovisuales de esa provincia y la Escuela Internacional de Cine y Televisión de Cuba. Al respecto, la productora la califica como: ‘Una película muy de Birri, nada convencional, llena de momentos creativos; algunos surgidos de limitantes económicas‘.

‘Era imposible desde el punto de vista de la producción -continúa- recrear el teatro Colón de los 20, donde el gaucho joven ve la obra que relatará al gaucho viejo. Y Birri llenó el Teatro Municipal de Santa Fe con niños vestidos con papel crepé‘.