Oda (innecesaria) al cierre

Por estos días, se recordó la figura de Gideon Sundback, inventor del cierre, cuyo sistema de cremallera revolucionó la industria de la moda. Yo, sobre estos temas, sé un montón. Abran su mente y cierren el pico. Por favor, claro.

TEXTOS. NÉSTOR FENOGLIO. [email protected]. DIBUJO. LUIS DLUGOSZEWSKI. [email protected].

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En el cambiante logo de un popular buscador de internet, le hicieron un homenaje al cierre y a su inventor. Lo primero que pensé es: mierda (yo soy muy mal pensado, en general), estos tipos -por los del buscador- me están choreando los temas. Esta gente -los del buscador- siempre hacen homenajes a personas o temas importantes, y justo justo se vienen a meter con una minucia, una nada, algo tan cotidiano como el cierre. Así que me apuro a tocoymevoidear (se inventan tantas palabras todo el tiempo, que bien puedo agregar este novedoso verbo) sobre el cierre, sólo para sentar jurisprudencia. Individuo versus corporación, periferia versus centro, buscado versus buscador: a lo mejor perezco; a lo mejor gano un juicio millonario.

Adminículo (sobre todo cuando se ubican en la parte de atrás de las prendas) simple y complicado al mismo tiempo, el cierre. Al principio utilizado en botas, tenían por entonces el temible aspecto de unas vías férreas; luego se utilizaron en bolsos y carteras y finalmente, aligerados y perfeccionados, aterrizaron en las prendas para reemplazar a los complicados botones o a las tiras de un corsé o un vestido. Su practicidad está fuera de discusión.

Pero quiero repasar, subir y bajar en realidad, por algunos de los hitos del cierre.

* El primero es su consistencia, desde la dura cremallera original -podían servir de orugas para tanques tranquilamente- hasta estos endebles modelitos de plástico que se abren a veces con sólo mirarlos fuerte. En medio, distintas calidades, materiales.

* Otro es el del cierre bajo. Un clásico, el de la socarrona referencia a que uno tiene el boliche abierto, para graficar comparativamente que en realidad nos olvidamos de subir el cierre o éste se bajó solo fallutamente, cosa que sucede cuando engordamos o cuando el artículo -oprimo del adminículo- ha sido utilizado mucho. Tanto lío por un descuido. Y no hay comparación posible con negocio alguno: hay poco para ofrecer en este boliche o negocio y hasta el más cualunque de los bares de pueblo tiene más de una botella en su estantería.

* El atascado. Parece una cosa sin importancia, pero el atascamiento a media asta es de lo peor que puede pasarle a una persona. Un cierre bajo o trabado arriba tiene solución: el primero porque permite sacarte la prenda; el segundo porque mantiene su apariencia convencional (y después arreglate en tu casa). Pero el cierre trabado en el medio es terrible: no hay marcha atrás. Ni adelante. está y estará ahí. No te sirve para andar por la vida y no podés sacarte la prenda con facilidad. Y a veces ni siquiera se puede romper el cierre.

* El pellizco. Claro, no es un tema que las chicas aborden porque no les pasa y si sucede no tiene consecuencias. Pero para los varones, ser atrapado por la cremallera de un pantalón ladino, es un hecho luctuoso. Entre los temores de infancia, entre los traumas más importantes que puede sobrellevar una persona para el resto del viaje, está, ay, eso que no quiero ni nombrar.

* La contorsionista. Otro clásico, en este caso más femenino que nuestro, es luchar contra el jean y contra el cierre. Una batalla desigual, pero que es librada con toda furia, de espaldas en la cama. Este jean de miércoles va a pasar sí o sí por las caderas, este botón de porquería va a abrochar y finalmente este cierre infernal va a subir y va a cerrar. Y saldremos a la calle a punto de estallar, literalmente.

* La invitación. El cierre tiene esa cuestión de coquetería y misterio, una invitación. La pregunta ¿podés ayudarme con el cierre? puede llevarnos desde las elevadas cumbres del pensamiento abstracto y los grandes temas espirituales, a un plano -literalmente- de práctica materialidad. Y todo ello en un abrir (y no cerrar) de un cierre relámpago.

Hay muchas más, pero voy terminando aquí mismo. Este suplemento llegó a la hora de cierre.