llegan cartas

Día del Animal

Margarita Ponce Aragón.

Asociación Defensa Derechos del Animal.

Señores directores: El 29 de abril es el Día del Animal. He tenido la suerte de aprender a valorar y a respetar la vida de cada ser, por encima de todo. He crecido rodeada de ella, pero también he visto la facilidad con que es destruida. Creo que la vida es bella porque es diversa, y para mí un animal o una planta tienen un valor incalculable. Son el reflejo del soplo divino de Dios, de la sencillez y de la perfección de un mundo que, desgraciadamente, los humanos estamos matando cada día.

Es notorio leer en las portadas de los diarios: “Perros peligrosos y agresivos”. Es hoy, sin duda, una tema de actualidad que atrae a la tan anhelada y envidiada audiencia: perros que matan niños y perros que atacan a personas indefensas.

Han pensado, por un momento siquiera: ¿quiénes han creado estas razas tan temidas?

Hay perros peligrosos, es cierto. También hay personas peligrosas. Y al igual que con respecto a las personas, es totalmente injusto pluralizar, ni tan siquiera por razas. Cada animal es único y distinto, y así se le debería tratar.

Lo que puedo asegurarles es que además de perros que atacan, los hay que han muerto por devoción a sus dueños, que son capaces de entregarse por entero a aquellos en quienes confían. En nombre de esa confianza han salvado vidas, han guiado ciegos, han hallado bombas y drogas, han devuelto sonrisas, y a cambio de todo ello, en muchas ocasiones, han soportado abandono, crueldades, experimentación, muerte y múltiples vejaciones por parte de nuestra perfecta y ejemplar sociedad. Son personas aparentemente normales quienes, deformando la realidad, han creado multitudes ciegas e incapaces de mirar más allá de su propio ego y ambición, convencidos herederos de un mundo que es, en realidad, de todos.

Si les queda algo de respeto por la verdad en todas sus formas, piensen en ello y hablen, algún día, por aquéllos que callan por no tener voz, pero que dan todo lo que tienen a quienes, muchas veces, no lo merecen.