Más visitantes, ventas y encuentros

Con éxito concluyó la Feria del Libro

Con éxito concluyó la Feria del Libro
 

Es positivo el saldo de la 38va. edición, que congregó a más de 1.250.000 visitantes.

 

Las largas filas bordeando las calles de La Rural, los encuentros multitudinarios entre autores y lectores, las ofertas como fenómenos de ventas y las variadas charlas que invadieron las salas fueron el saldo positivo de esta edición número 38 de la Feria del Libro en Buenos Aires, que tuvo un aumento del 5 por ciento en la afluencia de público respecto de 2010.

Con más de 1.250.000 personas que recorrieron sus pasillos concluyó el evento cultural más significativo del país, donde sólo este fin de semana los bibliotecarios populares compraron libros por ocho millones de pesos.

“Fueron un éxito de venta los pequeños libros de dos pesos de Máquina del Bicentenario. Se agotaron las casi 10.000 ediciones”, dijo Emiliano Ruiz Díaz del stand de la Biblioteca Nacional que ofreció ediciones miniatura de los cuentos de Jorge Luis Borges, Horacio Quiroga y Elsa Bornemann.

Esta imagen se repite como reflejo del comportamiento en las ventas que tuvo este año la feria, que suscitó el interés masivo de la gente, como bien lo señalan desde el stand central de informes que incesantemente reciben visitantes.

“Las personas preguntan por los libros que se presentan en el día, pero también por las charlas. Las palabras claves más pedidas fueron Daniel Pennac, Claudio María Domíngez y Eduardo Galeano”, contó Joaquín, uno de los jóvenes que atiende consultas.

Es que, sin duda, estos fueron los nombres fuertes de esta feria. Así lo señaló Jimena Reyna del sello Siglo XXI: “El libro de Galeano fue el más vendido. Se vendieron 3.000 ejemplares en la feria, el 10 por ciento de la tirada total”.

La editora de Atlántida, Diana Macedo, coincidió en este sentido: “La vida es un juego” de Domínguez “vendió 1.400 ejemplares en la feria”. Para Macedo “se vendió más que el año pasado y más ejemplares, el balance fue súper positivo, costó un poco arrancar, pero después tomó una fuerza increíble. La Conabip vendió más que el año pasado”, agregó la editora, quien resaltó “la solidaridad entre los bibliotecarios”.

Tanto la mañana del sábado como las del domingo fueron de venta exclusiva para los bibliotecarios que compraron al 50 por ciento del valor de tapa en más de 200 editoriales adheridas al Programa Libro %.

Los más solicitados

Entre los autores más pedidos por los bibliotecarios figuran Florencia Bonelli, Eugenio Zaffaroni, Galeano, Alejandro Dolina, Gabriel Rolón, Felipe Pigna y Paul Auster, entre muchos otros.

“La feria resultó muy bien, vendimos un 25 por ciento más que en 2011. Fue una feria que empezó tímida y a partir del feriado puente la afluencia de público arrancó”, dijo Horacio Zabaljaúregui del Fondo de Cultura Económica, cuya novedad este año fue “Nocturno”, de Isol, consignó Télam.

Para Raúl Robledo de Planeta, las ventas se dispararon “un 12 por ciento en ejemplares y un 35 en dinero con respecto a 2011”. Los más vendidos fueron “Encuentros, el lado B del amor” de Gabriel Rolón, “Cartas marcadas” de Alejandro Dolina y “Bienvenido dolor” de Pilar Sordo.

Las firmas y las ofertas

Más de 200 personas se acercaron tres horas antes al stand de De la Flor para tener la firma de su autor predilecto, Quino. Es que los encuentros cercanos con los escritores fueron otra marca registrada de esta edición de la feria, en la que más de 900 escritores rubricaron sus libros.

“Lo de las firmas fue increíble. Viviana Canosa -que va por la cuarta edición de su libro ‘Basta de miedos’- estuvo cuatro horas, Elizabeth Vernaci firmó durante tres horas y media y un tiempo similar estuvieron Rolón y Dolina que no se levantaron de la silla hasta que terminaron de firmar”, contó Robledo.

Las ofertas fueron otra atracción de esta feria. “La gente viene a buscar la novela que hace unos años estaba muy cara y ahora no, vienen a picotear libros que antes no podían comprar”, contó José Bastiani, de Dickens, un stand que vende saldos de Planeta.

Coincidió con él la editora Natalia Guizburg quien señaló que “los visitantes venían decididos a comprar, con esa sensación de me quiero ir con algo”.

Sobre la iniciativa de que Amsterdam sea la ciudad invitada para 2013, la editora dijo: “Me encanta, el editor es un remador porque para hacer que un libro se traduzca tiene que remar mucho. Además, se notan cambios desde la llegada de Gabriela Adamo, la directora de la Fundación El Libro, hay una nueva generación de libreros y editores que acompañan este fenómeno”.

En resumen, entre los libros más vendidos, según informaron responsables de distintos sellos, figuran “El Eternauta” de Héctor Germán Oesterheld, “Manual de zonceras argentinas”, de Jauretche, “Lo suficientemente locos”, de Ariel Senosiain, “Vía Crucis”, de Clarice Lispector, “Un grito en el desierto” de Víctor Hugo Morales; “Diario de invierno” de Paul Auster y “El lector de Julio Verne”, de Almudena Grandes.

Florencia Ure, de Random House Mondadori, resumió: “Ha sido una feria muy exitosa, la experiencia de las bibliotecarios que muestran alegría e intereres por comprar libros me fascinó como editora”.

 

Cifras contundentes

reflejan el suceso de uno de los encuentros culturales más importantes del país, en permanente crecimiento. Foto: DYN

Con éxito concluyó la Feria del Libro

Joaquín Salvador Lavado,

el popular Quino, una de las firmas más solicitadas en esta edición. Foto: Télam

El horror de la guerra en las trincheras de la cotidianeidad

La experiencia de la muerte, y en particular la vivencia de la pérdida de un hijo, asoman en los dos últimos libros del escritor israelí David Grossman -“La vida entera” y el flamante “Más allá del tiempo”- como una bitácora desgarrada que intenta aproximar el lenguaje a la trama siempre inasible del dolor.

Grossman (Jerusalén, 1954) está considerado el autor más importante de la literatura israelí contemporánea, con obras traducidas a veintiséis idiomas como “Llévame contigo” y “La sonrisa del cordero”, que le han valido los premios Grinzane-Cavour y Mondello, además de ser investido como Caballero de la Orden de las Artes y las Letras de Francia.

Como una porcelana que al golpearse pierde su dote inmaculada, el narrador intenta reunir a través de la escritura los añicos de un mundo que se ha roto en pedazos: su hijo Uri murió en 2006 por un misil en la guerra del Líbano y desde entonces todo ha sido un intento por interpelar a la muerte y revalidar el sentido de la existencia frente a los vacíos que produce la ausencia.

Israel es el único territorio posible en la topografía vital y literaria de Grossman, que vuelve una y otra vez al conflicto entre árabes e israelíes a través de historias que replican el horror de la guerra fuera de los escenarios bélicos, allí donde el dolor se multiplica en las postales domésticas de familias rotas que deben aceptar que “el niño ha muerto, pero su muerte... no murió”, como sostiene uno de los personajes de su última obra.

El autor de “Tú serás mi cuchillo” y “La muerte como forma de vida” destacó en entrevista con Télam que tanto “La vida entera” como su obra más reciente, “Más allá del tiempo” -que lanza este mes en la Argentina el sello Lumen- componen un esfuerzo por no convertirse “en una víctima pasiva frente a la fuerza terrible de la muerte, ya que la única libertad que uno tiene es la libertad de narrar una tragedia con palabras propias”.

—Télam: Se enteró de la muerte de su hijo mientras estaba terminando de escribir “La vida entera”, que sigue el trayecto de una madre cuyo hijo también estaba enrolado en el ejército. ¿La decisión de que la novela tenga un final abierto tiene que ver con la idea de preservar la autonomía de la literatura y no convertirla en un correlato literal de la realidad?

—G: Me era importante ser fiel a la idea de la historia antes que nada. En general, el final de mis libros es abierto. Me gusta que sea así para que la historia siga trabajando en la conciencia del lector y que sea él quién decide cuál va a ser el final.

Cuando me dieron la noticia de la muerte de mi hijo, llevaba dos años y medio escribiendo y se alargó un año más. El día después de la semana de luto volví a mi estudio y empecé a escribir. De repente, me detuve y me dije: ¿Estás loco? ¿Luchando con una metáfora mientras tu mundo se ha colapsado? Sin embargo, cuando encontré la palabra exacta tuve la sensación de hacer algo correcto en un mundo totalmente incorrecto.

—T: ¿Cómo se puede resignificar a partir de la literatura el trauma de la muerte de un hijo, una experiencia tan dolorosa que a priori aparece como inasible por el lenguaje?

—Cuando murió mi hijo recibí cartas de condolencias de muchos escritores en el mundo y casi todos ponían que no encontraban palabras para acercarse a lo que estaba viviendo. Pensé entonces que si tampoco encontraba palabras me iba a volver loco. Es obvio que las palabras no pueden revertir la situación, pero sí pueden cambiar mi posición frente a la muerte.

Yo me dije a mí mismo: Si me mandaron al mundo este decreto terrible por lo menos voy a tratar de hacer un mapa exacto de ese país que constituye la muerte. Todos sabemos que la muerte es irreversible, pero yo sentí que podía encontrar matices diferentes en mi relación con ella.

Hay cosas que sé que voy a ser capaz de entender sólo tras haber escrito sobre ellas... y la muerte es una de ellas, precisamente. Recién una vez que logro darle forma de historia a las cosas soy capaz de entenderlas, quizá porque así puedes verlas desde muchos puntos de vista. Escribir no es solamente una forma de entender mi vida, sino también una forma de ser en mi vida.

—El recurso del viaje ya había utilizado en otras obras suyas como “Llevame contigo” ¿En qué medida el desplazamiento físico dispara el “movimiento” de las estructuras mentales?

—G: Todo viaje nos pone en diálogo con un contexto diferente. Cuando estamos en un lugar determinado por mucho tiempo, dejamos de ser misteriosos para nosotros mismos, dejamos de hacernos preguntas... El viaje, el cambio que éste propone, nos obliga -incluso a veces en contra de nuestra voluntad- a realizar preguntas nuevas.

Yo escribo caminando... A veces incluso camino hasta ocho horas por día. Quizá por eso, todos mis protagonistas están en movimiento, como intranquilos, y el ritmo de la escritura -del relato- es siempre el ritmo del movimiento. Por eso, en “Más allá del tiempo”, que habla de la vida y de la muerte, hay un intento de vencer a la muerte con el movimiento, de no quedar paralizado frente a ella.

Con éxito concluyó la Feria del Libro

La oferta editorial

también se intensifica año tras año. Foto: EFE

Con éxito concluyó la Feria del Libro

David Grossman, el escritor israelí también presente en la Feria.

Foto: Archivo El Litoral