Ante una nueva reforma tributaria

El Poder Ejecutivo remitió semanas atrás a las cámaras legislativas un proyecto “de adecuación del sistema tributario provincial” con el objetivo de dotarlo de “mayor inclusión, equidad y-...

De comingo a domingo

Tres frentes que huelen la debilidad de la economía K

Por tres caminos diferentes, Hugo Moyano, Mauricio Macri y Daniel Scioli han llegado a la misma conclusión: bajo la cáscara de la fortaleza política que ha conseguido en la última elección, el gobierno de Cristina Fernández tiene debilidades manifiestas en la gestión económica que lo hacen derrapar en el discurso.

“Ricorditi di me che son la pia”

Indudable es el fuerte lirismo que rodea el arte dantesco. En él hay un alma que piensa y da a la poesía una impronta particular, ese sonido que sólo a él le pertenece. La poesía está hecha de palabras y nada más que de palabras, pero cada poeta tiene su propio vocabulario y su propia atmósfera verbal y musical, de manera que un grupo de palabras usadas por él, aunque se hallen en boca y en libros de todos, toman otro aspecto, tienen otro sentido, dan la idea de otras imágenes, hasta parecer descubiertas por él, ser de su propiedad. Así la palabra más humilde se vuelve joya porque surge del natural efecto de los sentimientos mismos, “del mismo tono del alma”. Se dice que Dante compuso la sinfonía cósmica de La Divina Comedia con palabras en lugar de notas, con pensamientos en lugar de arpegios. La lectura de sus versos produce la emoción, la sensación artística y el efecto auditivo de un concierto. Es música para los oídos y para las almas. “El que no comprende el verbo escucha la música, La Divina Comedia no sólo se lee, se oye”.

Al margen de la crónica

Gilda, la única

Él era petiso, o al menos no tan alto como lo requerían las cámaras de Hollywood. Ella era la reina de las curvas: desde el pelo hasta los tobillos todos estaba muy bien torneado. Cuando alcanzaron la cumbre del éxito él tenía 30 años y ella 28. Él fue propuesto como un duro y buen mozo que tenía que “bancarse” los vaivenes sentimentales de una mujer despampanante y lo logró. Ella, que ya había saboreado las mieles del éxito con “Sangre y Arena” enfrentaba todo un reto al filmar la película que la llevaría a erigirse en uno de los símbolos sexuales de la sociedad norteamericana y mundial. Y también lo logró. Glenn Ford, el petiso y Rita Hayworth, formaron un dúo que alcanzó la química exacta para erigir un filme inolvidable: Gilda. Para ambos, fue un antes y un después.

Una historia de entrecasa