Poder de decisión

La postergación en la sanción del paquete impositivo en Buenos Aires volvió a unificar al ruralismo. A partir de ahora, lo que haga el Gobierno decidirá la historia.

Federico Aguer

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Entre la espada y la pared. Así es como Daniel Scioli debe resolver su situación, presionado por el movimiento ruralista (a quien se niega a recibir), su vicegobernador (delfín de la mismísima presidenta de la Nación), y sus aspiraciones presidenciales para 2015, para las cuales ya recibió el apoyo de un peso pesado como Hugo Moyano.

“El proyecto de ley eleva también los índices de otros gravámenes que también afectan al sector urbano”, dijo Rubén Ferrero, actual presidente de CRA, aunque sea el campo - quien da la cara una vez más- el que asuma el desgaste político de la contienda.

De hecho, en nuestra provincia, el retorno del gobernador significará el impulso político para retomar la iniciativa. El ruralismo local ya presentó su proyecto de aumento confeccionado por los cuadros técnicos de CARSFE, el que plantea una gradualidad en la implementación del aumento, tema que despertó serias dudas aún dentro de las entidades del campo.

El presidente de la rural local, Hugo Iturraspe, se mostró escéptico respecto de una eventual mejora de la situación. Es más, llamó a una conferencia de prensa para el lunes, donde explicará que si bien el campo entiende que se debe aumentar el gravamen, el escenario no es el mejor para llevarlo adelante Si bien la discusión se da en las provincias agroproductoras, de aquí en adelante, la movida le toca al Gobierno Nacional, a quien el campo le volvió a “marcar la cancha”.

Es de esperar que una gestión que necesita de hacerse enemigos de forma permanente para justificar su relato épico no tome la actitud del sector rural como un desafío, y en vez de redoblar la apuesta se ponga a la altura de las circunstancias, dejando de lado las chicanas para comprometerse en la resolución de los problemas de fondo que reclama el sector.

Es cierto que se discute por dinero. Pero también por un modelo de país. El conflicto de 2008 dejó en claro las dos posturas. Por un lado, el culto al personalismo indefinido e inefable, la subordinación de instituciones y la prensa a un modelo en el que pensar distinto es ser traidor a la Patria; y otro que reclama reglas claras, iguales y para todos, que permitan trazar horizontes para producir con previsibilidad y explotar el potencial como generador de agroalimentos. Testigo mudo es el resto del mundo, que ya se debate en una crisis interna con difícil pronóstico e impacto directo en los mercados de commodities.

“No descarto movilizaciones a nivel nacional”, arriesgó Ferrero, anticipando que la Mesa de Enlace goza de buena salud, ante el escenario difícil que se viene.

De la presidenta ya sus asesores dependerá si volveremos a repetir lo ocurrido en 2008, o si abrirán las puertas al diálogo que resuelva el conflicto.