La lucha por un estacionamiento

Conductores desesperados en Pekín

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El aumento de la calidad de vida y del número de automóviles, generó en Pekín un verdadero colapso que afecta a quienes buscan un lugar para estacionar.

Foto: EFE

Para cinco millones de automóviles sólo hay 2,48 millones de lugares, lo que ha provocado una “crisis de estacionamiento” en la ciudad.

 

Sarah Hunting y Andreas Landwehr

Agencia DPA

Millones de habitantes de Pekín cumplen su sueño de tener su propio automóvil, pero después sufren un triste descubrimiento: no hay lugar suficiente para estacionar, las multas se suceden y a ello se añaden las estafas de falsos vigilantes a los conductores. Todo ello sin contar con los embotellamientos en los que se ven atrapados la mayor parte del tiempo.

Y es que sólo hay un lugar adecuado para aparcar para la mitad de los automóviles que existen en la capital china. Para cinco millones de automóviles sólo hay 2,48 millones de plazas, lo que ha hecho a la prensa denunciar una ‘crisis de estacionamiento‘ en la ciudad.

“Cuando pienso en usar el coche lo primero que hago es pensar si encontraré estacionamiento”, cuenta Zhang Li. “Con frecuencia dejo el automóvil en casa y tomo el metro”. Sobre todo estacionar en centros comerciales es una pesadilla y ante los mismos parkings se forman largas colas que bloquean las ya de por sí abarrotadas calles de la metrópolis de 20 millones de habitantes.

Patentes por sorteo

Al aumentar el nivel de vida, cada vez más chinos pueden permitirse la compra de un automóvil, pero acaban en calles que parecen auténticas avalanchas de hojalata.

Cuando Pekín albergó los Juegos Olímpicos en 2008 había unos tres millones de automóviles. Sólo en 2010 se registraron 700.000 vehículos nuevos, lo que obligó al gobierno a poner un freno de emergencia: en 2011 la cifra de nuevos permisos se limitó a 240.000 al año. Desde entonces, cada mes se sortean, en forma de lotería, 20.000 matrículas.

“En realidad sólo necesito entre cinco y diez minutos para cubrir los cuatro kilómetros que me separan del trabajo”, cuenta Zhang Li. Pero en hora pico, el trayecto dura casi una hora. En la oficina tampoco hay estacionamiento y cuando por la noche vuelve a casa debe buscar un lugar cerca de su vivienda. “Los espacios del garaje subterráneo son caros y se venden por unos 25.000 euros”, más de lo que cuesta el propio automóvil.

Todo por un lugar

En muchos barrios residenciales antiguos de Pekín no hay ni siquiera lugares para estacionar, porque antes muy pocas familias tenían automóvil. Hoy en día, quienes viven ahí aparcan en los patios y cada vez más se producen disputas entre la gente a raíz de eso. Pero aunque hubiera más sitios, muchos conductores prefieren dejar el coche en la acera, ante la fortísima subida de las tasas de estacionamiento. En las partes más frecuentadas de la ciudad, las tarifas se han doblado a diez yuanes (1,24 euros) la hora y las siguientes cuestan incluso 15 yuanes (1,86).

Otro inconveniente son los falsos vigilantes, que cobran tasas en lugares en los que oficialmente se puede estacionar gratuitamente. “Los estacionamientos falsos parecen tan auténticos que incluso miembros de la administración urbana no son capaces de distinguirlos”, señalaba el “Beijing Times”.

Los conductores no sólo son estafados por los falsos guardias, sino que además reciben continuamente multas verdaderas por unos 200 yuanes (25 euros) y pérdida de dos puntos de los doce con las que cuentan los conductores cada año.

El alto precio de los terrenos y el rápido desarrollo de la construcción hacen difícil crear suficientes estacionamientos, explica Cui Dongshu, vicesecretario general de la asociación de automóviles de China.

Para Gu Yuanli, profesor de ciencias del transporte y del tráfico en la Universidad de Jiaotong, sólo hay una solución: “Tenemos que incentivar a la gente a utilizar con mayor frecuencia el transporte público”. Pero hasta ahora no hubo más que pequeños avances.