Publicaciones

Compartir su afan

Estrella Quinteros

En Cuentos en sinfonía, su nuevo libro, Mario M. Levit toma a su cuidado como lo ha hecho en otros envíos, el cuento. Es un narrador nato, entretiene, une cabos, se ofrece a dar pistas y elabora junto con el lector un desenlace.

Desde siempre nuestro autor conjuga tres vertientes, a saber: una magia que acaba por sorprender, la ternura de sus personajes y la ensoñación que no termina de ceder su lugar a la más estricta realidad cotidiana. Este nuevo libro tiene una factura sencilla, una sinfonía que une recuerdos y se eslabonan para permitir la aventura de montarlos en un escenario en el cual el autor desmenuza ingeniosa creatividad.

Cada escritor reúne su propio cielo, ése que solamente descubre a través del lenguaje cuando la palabra es el puente que nos deja compartir su afán, su necesidad merecida de que podamos entrelíneas mirar su alma. Fiel a su generación, (en los años 70 fue concurrente del taller literario de Edgardo Pesante y Miguel A. Zanelli) en la música y sus referentes, lugares que han sido para él entrañables, sucesos que lo han involucrado y que conforman la visión de su espacio. Esta es una de las defensas que tiene el que escribe hacia un mundo atormentado, su propia orfandad nunca es derribada y desde la sombra florece.

Los relatos breves (en total son dieciocho) actúan a manera de flashes que nos introducen en lo inesperado, en lo sorprendente o en lo tierno. En hebreo la palabra “espíritu” —Ruah— significa viento, aliento, hálito. Tomar esta referencia que escribiera en su momento el Pbro. Hilmar M. Zanello, en este vespertino en mayo 19 de este año tiene su acierto para el presente comentario: “el espíritu es como el viento, ligero, potente, arrollador, impredecible”. Dones que posee todo aquél que se abisma de manera indudable en la literatura y sus proyecciones, siendo guardianes de tanta sabiduría, para solaz y gusto de quienes creen en ella, para restañar heridas haciendo de los días el camino mejor.

Mario Levit obtuvo en su momento el Premio Mateo Booz, en 1980, certamen de la Asociación Santafesina de Escritores. Tiempo y constancia llevan a demostrar lo meritorio de los inicios en certámenes literarios.

Su libro anterior Cuentos bajo la luz de la lámpara, publicado en 2002, tiene un correlato posiblemente y una cercanía con los cuentos actuales; sin embargo, los diálogos gozan ahora de una ductilidad y nuevas aperturas que abren otras perspectivas para el autor. Liberar las formas acaso, dejando aparecer una vitalidad renovada que es también lo que alude al crecimiento intelectual y humano de todo creador. Publicó Dunken.

1.jpg