EDITORIAL

El ejemplo de Payá Sardiñas

Todo parece indicar que la muerte del disidente cubano, Oswaldo Payá Sardiñas, fue consecuencia de un accidente automovilístico, aunque hay que prestar atención a las declaraciones de su esposa, Ofelia Acevedo, quien asegura que su marido no fue víctima de un accidente sino de un crimen. De momento, lo único que queda claro es que Payá era una molestia permanente para la dictadura castrista, un testimonio político y moral que el dictador y sus acólitos no podían ignorar pero tampoco podían castigar.

 

Oswaldo Payá tenía sesenta años cuando el auto en el que viajaba se estrelló contra un árbol cerca de la ciudad de Bayamo. En el accidente también murió el disidente Harold Cepero. Lo que llama al atención es que la ruta estaba desierta -por lo general las rutas cubanas no son muy transitadas porque el parque automotor es deplorable y la carencia de combustible es alarmante- y en ese escenario apacible el vehículo se salió de la ruta sin explicación alguna.

Accidente o crimen, lo que queda claro es que al decir de la bloguera Yoani Sánchez, “ha muerto un hombre ejemplar, un padre amoroso y un católico militante”. En efecto, Payá era conocido como un disidente a la dictadura castrista desde hacía por lo menos cuatro décadas. Cristiano, comprometido con los valores de la libertad y la dignidad del hombre, nunca renegó de su identidad ni se dejó seducir por los cantos de sirena de hombres débiles de espíritu que le aconsejaban que escondiera los escapularios y los crucifijos para no tener problemas. Por supuesto que su disidencia abierta y frontal se los genreó, a él, a su familia y a sus amigos. En este sentido, todas las dictaduras se parecen.

Payá fue el fundador del Movimiento Cristiano de Liberación, iniciativa que concretó en un tiempo en el que por semejante decisión un ciudadano se jugaba la libertad y tal vez la vida. Curiosamente, la lucha más ardua que tuvo que librar para dar a conocer sus ideas, no fue tanto contra la dictadura -enfrentamiento previsible- sino contra católicos atemorizados, hombres y mujeres pusilánimes que practicaban su fe a escondidas. Uno de los grandes triunfos morales de Payá, fue haberle enseñado a los católicos de Cuba que había una causa honorable que defender.

Pertenece a su iniciativa la presentación del célebre “Plan Varela” ante las autoridades del régimen, avalada por miles de firmas. Ese plan proponía una progresiva y moderada democratización de la dictadura. La respuesta de los Castro fue rápida y brutal. Acusó a Payá de estar financiado por el imperialismo y en 2003 los principales firmantes fueron detenidos o sometidos a los insultos de los “barrabravas” del régimen.

Payá fue propuesto en cinco ocasiones para el Premio Nobel de la Paz. Asimismo, en su momento fue condecorado con el Premio Sajarov de los derechos humanos. A los honores siempre los recibió con gratitud y cierto halo de indiferencia. Su militancia religiosa y política era más importante que cualquier distinción simbólica.