editorial

Tambos en crisis

A los tamberos que reclaman un incremento en el monto de dinero que reciben por cada litro de leche que producen no se los puede acusar de ser terratenientes que se enriquecieron sin demasiados esfuerzos gracias al milagro sojero. En su caso, ningún “yuyo” les garantiza rentas extraordinarias. Más aún, durante los últimos años, el cierre de tambos se transformó en un fenómeno creciente. Según los últimos datos oficiales del Senasa de mediados de 2011, el número de Unidades Productivas (UP) con tambo a nivel nacional era de 11.646 y evidenciaba una disminución de 2,4% respecto a marzo del año anterior.

Entre Ríos fue la provincia con mayor caída interanual en el número de Unidades Productivas (-8,2%), seguida por Santa Fe, Córdoba y Buenos Aires (-3,2%, -1,6% y -1,1%, respectivamente).

Desde entonces, la situación continuó empeorando. De hecho, nadie puede explicar con claridad por qué el tambero sigue cobrando 1,50 pesos por cada litro de leche, mientras en las góndolas de los supermercados el precio final para el consumidor oscila en los 5 pesos.

Según los productores, en este proceso de comercialización los únicos beneficiados son las grandes cadenas de supermercados y las industrias lácteas. Hasta hace aproximadamente tres semanas, en algunos casos los tamberos estaban recibiendo 1,30 ó 1,40 pesos por cada litro de leche producido.

Esto motivó una serie de bloqueos a las plantas industriales ubicadas en la cuenca lechera de las provincias de Santa Fe y Córdoba. Desde ese momento, se garantizó el pago mínimo de 1,50 pesos por cada litro, pero los productores insisten en que este monto necesita de una urgente actualización debido al constante e innegable aumento de sus costos.

Resulta llamativo que haya pasado tanto tiempo sin que el gobierno tome alguna medida al respecto. Sobre todo si se tiene en cuenta que, más allá de los resultados obtenidos, la actual gestión nacional no ha dudado en intervenir con firmeza sobre un sinfín de variables económicas.

Frente a este contexto, alrededor de 400 productores acaban de reunirse en Nuevo Torino y decidieron que el jueves de la semana que viene (2 de agosto) será la fecha límite. Para ese día fueron citados a una reunión por el ministro de Agricultura, Norberto Yauhar.

Si desde entonces el gobierno nacional no adopta las medidas necesarias como para destrabar esta situación, volverán a bloquear las plantas industriales lácteas.

La leche ya no ingresará a las plantas, sino que será distribuida gratuitamente entre instituciones que lo necesiten. Ésta fue la postura que prevaleció en la asamblea, donde algunos productores no dudaron en proponer que la leche fuera arrojada en las banquinas de las rutas, con el objetivo de provocar un mayor impacto sobre los funcionarios que deben buscar soluciones cuanto antes.

Los efectos de la actual política del gobierno contradicen abiertamente el discurso oficial, pues lo que se está produciendo es un proceso creciente de cierre de tambos pequeños y la concentración de la lechería en pocas manos.