En Familia

La inseguridad invadió al hogar

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Existen en pleno avance factores sociales y culturales que atacan desde afuera, destrozando la paz y armonía del núcleo familiar, que de por sí conlleva mucho esfuerzo y sacrificio poder lograr y mantener. Foto: Archivo El Litoral

Rubén Panotto (*)

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Cuando nos referimos a la crisis institucional de la familia, generalmente relacionamos causales internas, provocadas por diferencias de carácter, malas relaciones interpersonales, caos de autoridad y orden, economía, infidelidad, etc. No obstante, existen en pleno avance factores sociales y culturales que atacan desde afuera, destrozando la paz y armonía del núcleo familiar, que de por sí conlleva mucho esfuerzo y sacrificio poder lograrlas y mantenerlas. Me refiero al ataque despiadado que provoca la delincuencia encarnada en vidas de adolescentes y jóvenes, que ven en la violencia y la agresión una oportunidad de mostrarse a sí mismos como seres que existen y que pueden decidir sobre la vida de los demás, actuando a punta de pistola para sojuzgar, someter y provocar la muerte de sus víctimas.

Es conocido que aun después de que los rehenes hayan entregado sus pertenencias materiales, muchas veces el delincuente se siente insatisfecho, por lo que vuelve sobre sus “presas” y descarga su inexplicable perversidad. Las estadísticas muestran que la droga y el alcohol tienen su parte destacable en la puesta en escena, inhibiendo el pudor y el sentido de máximo valor de la vida de estos victimarios.

La realidad nos muestra que convivimos con una generación abandonada de valores y propósitos, donde los responsables -en tanto padres y adultos- debemos repensar nuestra participación socializadora, para emprender nuevos caminos en la crianza, la salud integral y la educación. No olvidemos el desastre de Cromañón, que costó 192 vidas, entre niños, adolescentes y jóvenes, y que aun después de tantos años no se conocen con certeza las respectivas responsabilidades por la catástrofe. El juego inocente del Gran Bonete se practicó en este caso como una cruda y devastadora realidad, cuando los inspectores no eran, tampoco los organizadores, ni los funcionarios municipales, ni los bomberos, ni los ingenieros,... ni los padres..., nadie tenía ningún tipo de responsabilidad. El origen de la inseguridad no está promovido solamente por las adicciones, sino también por la facilidad para recorrer las rutas del negocio de armas, para la transacción de los artículos robados y las artimañas legales que generosamente algunos que administran justicia, ponen al servicio de la delincuencia, para evadir culpas, disolver penas y proponer restauración moral de condenados por medio de la fanfarria y el desprecio al esfuerzo del trabajo y la capacitación.

¿Qué podemos hacer?

La inseguridad tiene dos ámbitos bien definidos, donde deben tratarse planes de ejecución: 1º una estrategia nacional de seguridad pública y 2º una estrategia de prevención social y familiar. Trataré mínimamente de ofrecer algunas acciones sobre la segunda opción. Para prevenir conductas violentas y delictivas debemos: fortalecer y potenciar la capacidad de la comunidad escolar; fortalecer y potenciar la capacidad de la familia; potenciar y aumentar las acciones de prevención del consumo de alcohol y drogas; facilitar a niños, niñas y jóvenes en riesgo social, el acceso a actividades deportivas; disminuir la deserción escolar con planes intersectoriales de reescolarización; establecer y fomentar las acciones de redes sociales, Ong’s e instituciones religiosas, con el fin de insertar las franjas marginadas de la ciudad a través del respeto y el amor, sin olvidarnos de la asistencia a víctimas de la inseguridad y la violencia.

Algunas recomendaciones prácticas

Un funcionario policial, licenciado en prevención del delito, me explicaba que no existen medios ni estrategias que nos provean la inmunidad absoluta de ser víctimas de la inseguridad, pero sí se pueden generar acciones que desalienten al delincuente y nos ofrezcan un mayor espacio de tranquilidad en nuestra diaria rutina. El uso de alarmas con tecnología actualizada, alarmas comunitarias y puertas y ventanas sin espacio donde puedan accionar barretas o gatos hidráulicos, como también la instalación de artefactos de iluminación en frentes, pasillos y patios con sensores de movimiento, son algunas de ellas.

Precauciones adicionales

Ante la presencia de personas extrañas que merodean en el vecindario, de inmediato se debe avisar al 911. No deje que se vea correspondencia de varios días y falta de movimiento si usted estará ausente por algunas jornadas. No contrate trabajadores ni empleados desconocidos y sin referencia. Si llega a su casa y encuentra la puerta forzada, sospeche que puede haber alguna persona extraña adentro. Busque ayuda sin ingresar y vaya a un lugar de protección. Cambie frecuentemente sus movimientos y horarios rutinarios de entrada y salida, de recorridos, etc. No comente nombres, ni conteste con información a llamadas equivocadas o desconocidas.

La profecía bíblica anticipa que vendrán tiempos en donde se ejercerá violencia entre naciones, pueblos y personas, nunca antes visto. El profeta Ezequiel, refiriéndose a estos tiempos, manifestó: “Hagan una cadena, porque la tierra está llena de delitos de sangre, y la ciudad está llena de violencia”. Por último, la palabra de ánimo la ofrece Jesucristo cuando anticipa que “en el mundo tendrán aflicción, pero confíen porque yo he vencido al mundo”.

(*) Orientador Familiar