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“Equitación gaucha”

Publicada originalmente en la mítica casa Peuser durante los años 40 y 50 del siglo pasado, Equitación gaucha, de Justo P. Sáenz merecía una nueva edición, que presenta ahora con su cuidado habitual la Casa Editora Letemendia.

María Sáenz Quesada se ocupa de prologar esta nueva edición y cuenta que Justo P. Sáenz (h) nació en Buenos Aires en 1892, hijo de Justo P. Sáenz y Dalmira Quesada. Como muchas familias de aquel tiempo, la de estos Sáenz tenía un pie en el medio urbano y otro en el rural, “Es decir. había antepasados que fueron militares, alcaldes y letrados, y otros muy de campo, jueces de paz, hacendados y simples paisanos. Tengo para mí que Justito, tal el apodo familiar, se identificó con su abuelo Ricardo, poeta de a ratos, que crió ovejas y vacas en el Azul y en San Miguel de la Guardia del Monte, y que peleó en entreveros con indios y montoneros”. Nos cuenta que sus padres no tenían campo propio, pero igualmente el Justo niño y joven conoció la pampa y aprendió a cabalgar. En 1927 publicó, con seudónimo, sus primeros cuentos, de ambiente rural. Poco después publicó Baguales, que mereció un elogio nada menos que de Roberto Cunninghame Graham. Al casarse pasó largas temporadas en la Estancia Centenario, en el departamento de Yeruá, Entre Ríos, propiedad de su familia política. Investigó y estudió las costumbres camperas. Falleció en Buenos Aires, en 1970.

En el Liminar, el autor recuerda que a caballo fue expandiéndose “la civilización argentina, desde el seno de las ciudades, y a caballo también se nos vino la barbarie desde el fondo de los campos. ¿Y no fue a caballo que atendía sus enfermos el viejo médico urbano y más de un comerciante sus negocios? ¿Y muchos vendedores ambulantes, carteros y repartidores de diarios no recorrían a caballo su clientela? ¿Y en qué parte del mundo anduvieron a caballo los mendigos y cuál otra utilizan todavía este medio de transporte miles de niños para ir a la escuela?”.

El libro se abre con un estudio histórico de los orígenes de la equitación argentina y el afianzamiento de la equitación pampeana, para pasar luego al recado y los arreos y accesorios: el probable origen del basto actual; el lomillo porteño antiguo; las bajeras; la carona de vaca; la carona de suela; el cojinillo o pellón; el sobrepuesto o sobrepellón; la cincha; la encimera; el cinchón y la sobrecincha; los estribos; las estriberas; el freno; la cabezada y las riendas; el fiador y el bozal; el atador; el maneador; la traba; maneas; el prendedor; la collera; el cabestro; las espuelas y el rebenque.

A continuación, el estudio se centra en el uso y arneses de la equitación que Sáenz llama “mesopotámica”, es decir, principalmente de las provincias de Entre Ríos y Corrientes, “idéntica a la que practican el paisano uruguayo y el brasileño de Río grande del Sur”. Y señala: “A diferencia del porteño que emplea como aires de marcha exclusivamente el tranco y el galope, nuestro paisano mesopotámico trota muchísimo y con ello se ajusta a la topografía de sus terrenos, quebrados en infinidad de cuchillas más o menos empinadas y cortes a cada paso por arroyos o cejas de monte”.

Otra característica de la equitación mesopotámica consiste en el amplio uso que se hace de los estribos. “En efecto, el entrerriano y correntino, desde lo menos 50 años atrás, emplean el estribo grande de hierro, en el que introducen el pie holgadamente, casi hasta tocar el empeine”.

También en esta sección se detallan los recados y accesorios.

Sigue después un capítulo dedicado a los juegos hípicos criollos: de cañas, corridas de todos, el juego del pato, la cogoteada, la corrida de sortija y las carreras.

El capítulo final se dedica a los modos de portar avíos de viaje, armas e implementos de trabajo o cacería.

Un apéndice gráfico documental y un vocabulario ilustrado completan el volumen.

“Equitación gaucha”

Freno criollo de plata con aplicaciones de oro, propiedad de Justo José de Urquiza, existente en el Museo Histórico Nacional.

“Equitación gaucha”

Sobrecincha, cincha de piola con argolla para apresillar el pretal y estribos de madera, claveteados, con estriberas y pasadores de suela. Todos “mesopotámicos. Fotos: Libro “Equitación gaucha”

“Equitación gaucha”

Modelo de espuela mesopotámica de gran lujo.

Foto: De “Platería sudamericana”, de A. Taullard.

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Portada con ilustración de Fernando Romero Carranza.