Nueva publicación de la provincia

Signos Santafesinos en el Bicentenario

La obra reúne a un amplio grupo de especialistas de las Universidades Nacionales de Rosario y del Litoral y es la continuación de un proyecto editorial que busca rescatar la historia cultural de la región, en sus diversas manifestaciones. Aquí el prólogo del nuevo libro.

La nota

La tapa de la nueva obra, cuando se presentó en la última Feria del Libro de Buenos Aires. Foto: Archivo El Litoral

Darío Macor

La trascendencia simbólica del Bicentenario de la Revolución de Mayo se hizo evidente con las dimensiones alcanzadas por distintas actividades que se desarrollaron en el país a lo largo de 2010 y en especial, en las jornadas que tuvieron su epicentro en la ciudad de Buenos Aires, precisamente en los últimos días de mayo de ese año. La fuerza y las características que asumieron los festejos renovaron el significado de una fecha que la historiografía supo destacar como el momento culminante de ruptura del orden colonial y que, en el imaginario colectivo, con diferentes énfasis y sentidos, ha sido asociada a la fundación misma de la Nación.

Como se destacó en múltiples argumentaciones que fueron ganando la opinión pública en los años previos a 2010, para apreciar la importancia de un acontecimiento tan singular como cumplir 200 años, es necesario recordar antecedentes equivalentes, cronológicamente cercanos, como el 1976 estadounidense o el 1989 francés, y el más lejano en el almanaque -pero más íntimo y caro en su significación histórica nacional- que es el de 1910 criollo, cuando la Argentina se transformaba aceleradamente en una sociedad moderna y se celebraba a sí misma conmemorando los primeros 100 años de la Revolución.

La Argentina de 1910 era bien distinta de la actual, y esta evidencia fue generando, en una clave que suele distinguirnos a los argentinos, una discusión en torno a los contenidos de aquel Centenario y los de este Bicentenario. Un ejercicio comparativo en el que, sin temor a los anacronismos, se busca un juicio de valor para determinar si la Argentina actual es mejor o peor que aquella que en 1910 terminaba un largo proceso de construcción de una Nación en el desierto.

Más allá de este tipo de discusiones que los historiadores suelen destacar por inapropiadas, el Centenario sí puede enseñarnos que, como sucedió en los años posteriores a 1910, el ambiente político cultural que se configura en torno a una celebración de esta magnitud puede influir de manera importante en el universo de las representaciones sociales. La sensibilidad colectiva que se generó en torno al Centenario ayuda a explicar la voluntad y capacidad del gobierno de Roque Sáenz Peña para promover la reforma de 1912 que impondría la democracia electoral como nueva fuente de legitimidad del poder político.

Un tiempo que se extiende

El Bicentenario no es sólo un evento que se agota en la celebración puntual de mayo de 2010, aunque la importancia de esos días no pueda disimularse. Se trata, mejor, de un tiempo que se extiende entre esa fecha en la que recordamos el parto revolucionario y julio de 2016 cuando la Argentina habrá de conmemorar los 200 años de la Independencia.

Así entendido, el Bicentenario es una nueva oportunidad para reflexionar sobre nuestro país, en el espejo de su historia y de las condiciones contemporáneas que lo identifican. Una oportunidad para activar ciertas preguntas capaces de volver a interpelar a la ciudadanía. Preguntas por el pasado y por la actualidad: por la democracia que tenemos, por la sociedad que conformamos, por las representaciones simbólicas que definen el sentido de nuestra nación. Y también por la experiencia que estamos viviendo y los horizontes a construir, estableciendo un diálogo entre pasado, presente y futuro.

Esta interrogación sobre nosotros mismos puede hacerse a diario, pero hay momentos especiales, excepcionales en que se genera un clima singular que facilita la autorreflexión. Momentos en que los valores y las normas, hasta ayer aceptados como naturales, son puestos en cuestión, demandan una argumentación más sofisticada que los justifique, o bien necesitan reformularse lo suficiente como para reconstruir su legitimidad. El Bicentenario es, sin duda, uno de estos momentos. Su calidad y orientación dependerá de las intervenciones que se realicen desde las distintas esferas gubernamentales y desde la sociedad civil.

Un proyecto grande

En ese marco, el gobierno de la provincia de Santa Fe se propuso la realización de un conjunto importante de proyectos, entre los cuales se inscribe la realización de esta obra colectiva generada desde el Ministerio de Innovación y Cultura. La misma es parte de un emprendimiento mayor, una serie editorial que se inició con la publicación del libro Hacia allá y para acá de Florián Paucke. Esta inscripción en un proyecto más amplio permitió recortar con más libertad los temas y la perspectiva de este libro, privilegiando las cuestiones políticas, sociales y económicas, en la certeza de que otros campos del conocimiento social aquí ausentes, en especial el mundo cultural de la provincia, tendrán sus espacios específicos.

Desde el mismo momento en que se proyectó esta obra, tal vez por su carácter oficial y por su propósito conmemorativo, resultó ineludible la referencia al libro La provincia de Santa Fe en el primer Centenario de la Independencia Argentina que, editado en 1916 por la provincia, estaba dirigido por Eduardo Guidotti Villafañe y contaba entre sus principales colaboradores a Salvador Caputto y Ramón Lassaga. Por muchos años, “el libro del Centenario” o “el Guidotti Villafañe”, fue de consulta obligada, cual suma histórica de Santa Fe.

Con los años y el progreso sostenido de los estudios históricos en el marco del crecimiento del sistema universitario en la región, las miradas sobre el pasado local se multiplicaron y enriquecieron, dando cuenta de un entramado complejo de la sociedad civil en el que diferentes organizaciones competían en la definición de sentido de la realidad social e histórica. Una obra que ejemplifica muy bien esta época es Santa Fe. El paisaje y los hombres que, bajo la dirección de Rubén Naranjo, publicó en diciembre de 1971 la Editorial de la Biblioteca Popular Constancio C. Vigil de la ciudad de Rosario.

Signos santafesinos en el Bicentenario se beneficia del notable desarrollo de las ciencias humanas y sociales en el último cuarto de siglo, más precisamente desde que a fines de 1983, con los inicios del proceso de democratización, se recuperaran las universidades públicas de la oscuridad a la que habían sido condenadas por la última dictadura.

Comenzó entonces un proceso de transformación del campo científico argentino, que permite contar hoy con un número importante de especialistas en diferentes disciplinas sociales, muchos de los cuales fueron convocados para la producción de esta obra colectiva. Historiadores, sociólogos, politólogos y economistas, que desarrollan sus actividades en las dos universidades nacionales con sede en nuestra provincia, participan de distintas maneras en este emprendimiento.

Ocho capítulos; dos partes

La obra está organizada en ocho capítulos sistematizados en dos partes. En la primera parte, “La construcción de la provincia”, se recorre en tres capítulos el trazo grueso del proceso histórico santafesino anterior al Centenario de 1910, desde los orígenes de Santa Fe colonial, pasando por la etapa de la Revolución y el sistema de caudillos, hasta la organización de una sociedad y Estado modernos en las últimas décadas del siglo XIX y primera década del siglo XX. En la segunda parte, “Santa Fe entre dos centenarios”, el trabajo se organiza en cinco capítulos que se ocupan tanto del mundo político como del desarrollo económico-social y del mundo agrario. La complejidad de este siglo argentino obligó a una mirada más abierta y plural que queda en evidencia no sólo en la organización en capítulos más temáticos y diversos, sino también en la distribución de los hitos históricos y la cantidad y variedad de columnas específicas de especialistas invitados.

Cada uno de los capítulos cuenta con un relato central, preparado inicialmente por uno o más especialistas que, en algunos casos, contó con la ayuda técnica de asistentes para la recopilación de datos estadísticos e información de archivos. En cada uno de esos capítulos, se seleccionaron distintos acontecimientos que, por su importancia, pueden ser considerados hitos históricos, que aparecen destacados y a los que se les dio un tratamiento particular. Todos ellos fueron redactados por un equipo de colaboradores reunidos al afecto, dotando así a los textos de cierta unidad, más allá de las obvias diferencias impuestas por las distancias temporales entre uno y otro.

Finalmente, cada capítulo se completa con columnas sobre temas específicos firmadas por reconocidos especialistas, convocados para enriquecer la obra con multiplicidad de enfoques e interpretaciones.

Paralelamente a este trabajo de producción de contenidos historiagráficos, este libro requirió la tarea de un conjunto importante de personas que atendieron pormenorizadamente la edición y corrección de los textos, la selección y reproducción de fotografías e ilustraciones, y el diseño de la obra en general y en sus apartados especiales. Todos ellos bajo la supervisión de los responsables de la Secretaría de Producciones e Industrias Culturales del Ministerio de Innovación y Cultura de la Provincia de Santa Fe.

Una obra colectiva

Con este libro, la provincia de Santa Fe pone a disposición de los lectores una obra colectiva que reúne a un grupo de especialistas universitarios convocados para colaborar en la construcción de un relato significativo de la historia provincial que, en diálogo con el estatuto de la verdad propio del discurso científico, no sacrifique en beneficio de la simplificación la riqueza de matices de nuestra historia y su rica diversidad étnica, social y política.

Se trata, en fin, de ser fiel a nuestro pasado. Santa Fe es una verdadera sociedad de mezcla, producto de un complejo proceso histórico que le ha ido dando un perfil especial en la Argentina, y que es posible develar en sus mejores tonos a partir de detectar y resaltar esas diferencias antes que ocultarlas en nombre de una homogeneidad que no es un atributo necesario para la construcción de una sociedad democrática.

La nota

Medalla de la Sociedad Austro-Húngara de Socorros Mutuos en el 10º aniversario de su fundación, Reconquista 1904. Medalla de la Societá Italiana, Villa Constitución, 1901. Museo Histórico Provincial Julio Marc.

5.jpg

Comité de la Liga del Sur de Rosario, agrupación fundada por Lisandro de la Torre en 1908 que daría origen, en 1914, al Partido Demócrata Progresista. Fotografía de autor anónimo, 1914, Museo de la Ciudad de Rosario.

La nota

“Tropa de carretas”, acuarela de Jean-Leon Palliere, c. 1858. Colección privada. Bonifacio del Carril, Monumenta Iconographica, 1964. Fotos: Gentileza producción

La nota

Antiguo laboratorio de SanCor, 1955.

La nota

Afiches de partidos políticos para las elecciones de gobernador, legisladores provinciales y convencionales constituyentes provinciales. Fotografía de Joaquín Chiavazza, Rosario, diciembre de 1961. Museo de la ciudad de Rosario.

La nota

Objetos domésticos de Santa Fe la Vieja (1573-1660). Pipa de cerámica con grabados geométricos, medalla religiosa moldeada en metal, alfiler de plata. Museo Etnográfico y Colonial Juan de Garay.

La nota

Colocación de la piedra fundamental del Puerto de Santa Fe, con la presencia del gobernador Rodolfo Freyre. Fotografía de Emilio Soriano, 1904. Colección Susana Soriano de Guillén.