Historias escritas sobre el ring

Flaco, desgarbado y letal: Juan Martín “látigo” Coggi

Sergio Ferrer

Dueño de una zurda devastadora, Juan Martín Coggi siempre mostró una doble faceta sobre el ring, ya que era bastante permeable y vulnerable a la hora de recibir castigo en la mandíbula. No obstante ello, podemos afirmar con certeza y sin lugar a equívocos que fue un valeroso exponente del boxeo nacional, con agallas, corazón y determinación, que supo suplir con una disciplina casi masoquista y mucha concentración cualquier tipo de debilidad.

Sufrió numerosas caídas, pero jamás fue noqueado, lo que en su momento le otorgó un cariz épico y hasta cinematográfico a cada uno de sus triunfos. Y déficits al margen, cuando le tocaba pegar a él, “agarrate Catalina”, porque pegaba duro... realmente duro. No en vano se lo conoció y se lo sigue recordando con el apodo de “Látigo”.

Su izquierda “picante” y precisa hacía diana en las quijadas de sus oponentes como si fuera un latigazo seco, punzante, veloz. Es que así sacaba sus letales golpes de nocáut este flaco tenaz y voluntarioso, de aspecto casi desgarbado y hasta poco “comercial”, al que algún día habrá que reconocerle el verdadero sitial que se merece dentro de la historia del boxeo argentino, puesto que consideramos que fue, entre los campeones mundiales nacidos en la provincia de Santa Fe, el segundo en importancia, después de Carlos Monzón.

Buenas razones

Pupilo histórico de don Santos Zacarías o el más conocido de ellos, junto al inolvidable Sergio Víctor Palma, Coggi alcanzó gran predicamento y notoriedad en las 140 libras, es decir el casillero de los 63,503 kilogramos, durante casi toda una década (entre 1987 y 1997, los que fueron, aún con altibajos, sus mejores años).

Nacido el 19 de diciembre de 1961 y profesional desde 1982 a 1999, el “Látigo” es merecedor de esa privilegiada mención por varias buenas razones, entre ellas la cantidad de títulos obtenidos (3, siempre bajo la órbita de la Asociación Mundial de Boxeo, o AMB), las peleas de campeonato realizadas (16, con un interesante saldo de 13 victorias y sólo 3 derrotas, 2 de ellas contra un boxeador excepcional, pero desperdiciado por la cocaína, Frankie Randall), el total de exposiciones exitosas de la corona (10) y la innegable calidad de muchos de sus rivales.

Entre todos esos adversarios podría citarse, por sólo nombrar algunos, a Sergio Brites, Ricardo Espinosa, Adolfo Arce Rossi (su primer traspié como rentado), Ramón Jara, Ramón Collado, Rubén Verdún, Hugo Ariel “Pajarito” Hernández, el italiano Patrizio Oliva (al que le ganó el primero de sus tres cinturones welter junior de la AMB), Sang Ho Lee, el excelente Harold Brazier, Akinobu Hiranaka (un durísimo pegador), el mexicano José Luis Ramírez, Loreto Garza, Morris East, Hiroyuki Yoshino, Franckie Randall (tan talentoso como impredecible), Ildemar Paisán, Hiroyuki Sakamoto, Guillermo “Memo” Cruz, Eder González, Dezi Ford y Michele Piccirillo. Completó 82 salidas profesionales al ruedo, con saldo de 75 triunfos (44 KO), 5 derrotas y 2 empates.

Justa reivindicación

Oriundo de un pueblo del sur santafesino, Fighiera (famoso por la calidad de su chimichurri), “Látigo” se crió y vivió prácticamente toda su vida en Brandsen, en la provincia de Buenos Aires.

Este hecho lo alejó un poco del cariño y el respaldo de los santafesinos, quienes tal vez no supieron apropiarse de sus logros deportivos como lo hicieron con otros baluartes de esta zona, como el propio Monzón, Julio César Vásquez, Carlos Baldomir o Marcos Maidana.

Pero Coggi, al igual que todos ellos, es bien santafesino. Se lo hicimos notar en una ocasión (allá por 1991, cuando el “Zurdo” Vásquez se encaminaba a una pelea ecuménica) y en esos momentos “Látigo” nos comentó que, si bien figura registrado en Fighiera, él sabe, por intermedio del relato de su propia madre, que nació en el Sanatorio Mayorano de la ciudad de Arroyo Seco, una localidad muy próxima a la anterior. Jamás volvimos a hablar sobre el tema, por lo que esos dichos quedaron ahí, sin poder superar su rango de anécdota, ni el innegable valor de los datos aportados a través del DNI del protagonista.

Sus primeros grandes triunfos mundialistas culminaban invariablemente con un rubiecito atrevido y precoz en andas, Martincito, su hijo mayor, conocido como “El Principito”, ahora también boxeador. El año pasado la cadena Fox rescató, revivió y actualizó dicho nexo fraterno y paternal a través de un reality show, “Coggi vs. Coggi”, que atrapó y sorprendió a más de uno, especialmente por la naturalidad con la que padre e hijo abrieron sus vidas y sus carreras (uno como entrenador, el otro como pupilo) a miles de telespectadores. Desde aquí aplaudimos la iniciativa y ponderamos el ciclo, fundamentalmente porque sirvió y mucho para volver a poner a “Látigo” en contacto con la gente.

Flaco, desgarbado y letal:  Juan Martín “látigo” Coggi

En los años noventa, “Látigo” Coggi marcó una etapa de resurgimiento del boxeo argentino en las lides mundiales, junto a Julio César Vásquez y Jorge “Locomotora” Castro. Ilustración: Lucas Cejas.

De los mejores nocáuts de la historia

El aniquilador nocáut logrado por Juan Coggi en el tercer asalto contra Patrizio Oliva en la ciudad italiana de Ribera (Sicilia), el 4 de julio de 1987, es uno de los triunfos más emblemáticos del boxeo argentino en peleas por títulos del mundo: su rival, desparramado en la lona, “enroscándose” como una víbora mal herida, sólo pudo levantarse para recibir una atropellada que marcó el final de su carrera.

El episodio, tremendo y electrizante, ocupa un lugar de privilegio entre las victorias más contundentes en la historia del pugilismo criollo, para nosotros sólo comparable con la de Carlos Monzón ante Nino Benvenuti en Roma en 1970 y la de Víctor Galíndez a Richie Kates, en Johannesburgo, en 1976.

En cuanto a triunfos expeditivos o vibrantes protagonizados por argentinos en peleas de campeonato mundial, a los anteriores podrían sumarse, como hitos deportivos de gran espectacularidad, el nocáut de Sergio Víctor Palma a Leo Randolph; el de Santos Laciar a Prudencio Cardona; el de Pedro Décima a Paul Banke; el de Jorge Castro a John David Jackson; el de Julio César Vásquez a Carl Daniels; el de Julio Pablo Chacón al húngaro Istvan Kovacs; el de Carlos Baldomir contra Arturo Gatti y el de Sergio Martínez contra Paul Williams, en el desquite.

También fueron descollantes las victorias de Alejandra Oliveras sobre Jackie Nava en 2006 y de Érica Farías ante Darys Pardo en 2010. La magistral actuación de Nicolino Locche contra el hawaiano japonés Paul Takeshi Fujii, en 1968, fue igualmente superlativa y abrumadora, aunque no haya existido nocáut efectivo.