al margen de la crónica

El eterno rebelde

Me animaría a decir que no existe ser alguno capaz de escuchar “Claro de Luna” sin conmoverse. Esta hermosa composición le debe su existencia a Claude Debussy, quien hoy cumpliría 150 años.

Al leer la biografía de Achille-Claude Debussy, lo primero que llama la atención es que el pequeño no se crió en una familia de artistas. De hecho, fue todo lo contrario. Su bisabuelo manejaba un taller de cerrajería en París, su tío era carpintero y su padre se enroló siendo muy joven en la infantería de marina y luego probó suerte en las más diversas profesiones.

Fue una antigua discípula de Chopin, la señora Manté de Fleurville, quien intuyó la vocación del muchacho e indujo a sus familiares a cultivarla.

De esta forma, Debussy ingresó en 1873 en el Conservatorio de París. Allí tuvo por maestros, entre otros, a Lavignac, a Marmontel y, en composición, a Ernest Guiraud y comenzó una carrera destacada por más de 800 obras, innovaciones formales y armónicas y la revolución del panorama musical.

Sus composiciones figuran entre las obras más rompedoras de la historia de la música, renovadoras del timbre y el ritmo, y entre las que más influyeron a los compositores del siglo XX.

Debussy fue un rebelde. Se apoyó en la tradición clásico-romántica para buscar alternativas armónicas y formales, buceando en la música de círculos culturales no europeos. En este sentido, la Exposición Universal de París en 1889 tuvo una influencia decisiva en el compositor, pues allí descubrió la música rusa, javanesa y árabe e introdujo esos sonidos en sus composiciones.

El resultado fueron imágenes sonoras esféricas y flotantes, que lo convirtieron en uno de los principales representantes del impresionismo, especialmente con sus obras tempranas. Uno de los más bellos ejemplos de este impresionismo musical es su composición para piano “Pagodas”, incluida en sus “Estampas”. Los sonidos de las orquestas indonesias de gamelán disuelven estructuras y tonos, creando ambientes.

Mientras que la ópera “Peleas y Melisande” está aún marcada por sonidos difuminados y ondulados, su obra más tardía refleja el interés del artista por el barroco francés. Sus “Juegos” y “Estudios” son más claros y sencillos armónicamente, pero más complejos en su estructura.

Debussy fue uno de los compositores más importantes de su generación, aunque sus comienzos no fueron fáciles. Fue el primero de cinco hermanos nacidos en el seno de una familia humilde.

Pero el suyo era un talento natural. En poco tiempo, se convirtió en un candidato al conservatorio de París, donde aprobó con éxito las pruebas de acceso. Tras terminar sus estudios, se alzó con el Premio de Roma, que en aquella época era la principal distinción para un compositor francés. Sin embargo, en 1887 abandonó su estancia en la Villa Medici romana, que formaba parte del premio, pues se oponía a las normas académicas.

El eterno rebelde murió el 25 de marzo de 1918 debido a una enfermedad pulmonar.