al margen de la crónica

El Ártico podría ser un recuerdo

La capa de hielo del Ártico marcó un nuevo récord de retroceso el pasado día 16, hasta los 3,41 millones de kilómetros cuadrados, la extensión mínima registrada desde que los satélites espaciales comenzaron a hacer un seguimiento en 1979.

La Organización Meteorológica Mundial (OMM) facilitó este dato del Centro Nacional de la Nieve y el Hielo de Estados Unidos, que informó de que tras ese mínimo la capa de hielo volvió a incrementarse en superficie por la inminencia de llegada del otoño en el hemisferio norte. La OMM afirmó que el dato indica una “preocupante” tendencia que supera las previsiones más negativas de los meteorólogos hasta la fecha.

La superficie mínima alcanzada este año por el hielo ártico es 760.000 kilómetros cuadrados inferior a la del récord previo registrado por satélite el 18 de septiembre de 2007 y está un 49 % por debajo de la media registrada entre 1979 y 2000.

La diferencia entre este año y el año pasado equivale a la desaparición de una extensión como las de España y el Reino Unido juntas.

En total, hasta este mes se derritieron 11,83 millones de kilómetros cuadrados de hielo desde el máximo del año, alcanzado el 20 de marzo, lo que supone también la mayor pérdida de extensión de hielo en una sola estación climática desde que comenzaron los registros, superando en un millón de kilómetros cuadrados (dos veces el tamaño de España) a la de 2011.

En conferencia de prensa, el experto de la OMM en la región ártica, Vladímir Riabinin, manifestó que “lo que estamos observando en el Ártico es realmente dramático. Estamos ante un calentamiento y un ritmo de deshielo que están conectados, ya que cuanto más hielo se derrite más calor hay en la atmósfera”.

Con esta tendencia, y pese a que los modelos de proyección meteorológica dependen de numerosos factores, el experto de la OMM pronosticó que “en cuestión de décadas” la capa de hielo del ártico será “un fenómeno de temporada, en el que en los meses de agosto y septiembre se alcanzarán cantidades mínimas de hielo”.

Riabinin admitió que la comunidad científica subestimó en los últimos años el ritmo de destrucción del casquete ártico y lo atribuyó a que los modelos científicos no estaban lo suficientemente desarrollados para afrontar variables numerosas y complejas.

Por esta razón, no quiso poner una fecha a la eventual desaparición de la capa ártica en los meses de verano.

El experto también llamó la atención sobre el declive del grosor y los volúmenes de la capa de hielo, “lo que ha supuesto que hayamos batido consecutivamente los récords en los últimos tres años”.

Riabinin recordó que el ártico actúa como un aparato de aire acondicionado sobre el hemisferio norte, por lo que es inevitable que sus variaciones tengan un impacto en el clima, pero matizó que “esto no significa que todas las áreas del planeta se calentarán de manera uniforme”.

“De hecho, la reducción del tamaño de la capa de hielo podría conducir a más fenómenos meteorológicos extremos, olas de frío más intensas en el invierno y olas de calor más intensas en verano”, dijo.