Segundo aniversario de su fallecimiento

Kirchner: el hombre que fijó como prioridad la recuperación del Estado

 

Susana Grassi

DyN

Hoy, se cumple el segundo aniversario de la muerte del ex presidente Néstor Kirchner, que llegó a la Rosada con un exiguo caudal de votos en 2003, pero logró realizar profundos cambios y recuperó el rol del Estado.

Ante la situación económica y social del país en 2003, se fijó como prioridades la recuperación del rol del Estado en la toma de decisiones, la revisión de las políticas económicas neoliberales, la reinstalación de la obra pública como gestora del crecimiento y la defensa de los derechos humanos. Su administración tuvo hitos históricos. Entre ellos sacar a la Argentina de la cesación de pagos, renegociar la deuda externa con el FMI, cambiar a la cuestionada Corte Suprema de Justicia que venía del menemismo y alejarse de las decisiones de Washington para apoyarse en los socios más cercanos de la región.

En los dos primeros años de gobierno, fue notoria la recuperación económica basada en la actividad agropecuaria y, en particular, de la soja, la reactivación de la construcción y de la industria; y las exportaciones y el turismo, que permitieron una baja en la desocupación.

En forma paralela, el impulso a los derechos humanos dejó abierta la puerta para el juzgamiento de los responsables de delitos de lesa humanidad durante la última dictadura, acciones que le valieron el reconocimiento internacional a la Argentina.

En lo político, Kirchner apeló a un proyecto “transversal” para alejarse del peronismo tradicional y de las prácticas del “caudillismo”, aunque luego -por necesidades electorales- se alió a esos sectores y hasta se hizo cargo de la presidencia del Partido Justicialista, junto a muchos de los que antes había cuestionado.

Política exterior

El ex presidente produjo también un rotundo cambio en la política exterior, donde, contrariamente a sus antecesores, dejó de lado el alineamiento con Estados Unidos para acercarse al Mercosur y luego a la Unasur y se recostó en las naciones de la región, especialmente en la Venezuela de Hugo Chávez.

Como secretario de la Unasur, medió con final feliz en el conflicto entre Colombia y Venezuela. En su enfrentamiento con Washington, Kirchner cuestionó la política de subsidios agrícolas, se negó a enviar tropas a Irak sin mandato favorable de la ONU y a otorgarle inmunidad diplomática a los militares norteamericanos en tierra argentina, pero sobre todo se opuso a la pretensión de Estados Unidos de conformar el Alca impulsado por el entonces presidente George W. Bush.

Cuando asumió, el 25 de mayo del 2003 con sólo el 22 por ciento de los votos, la deuda externa llegaba a 178.000 millones de dólares y los índices de desocupación y pobreza eran los más altos de la Argentina.

Con estilo propio

En apenas 24 horas, los argentinos se enteraron de que tenían un presidente que no delegaba funciones ni consultaba medidas. A horas de haber jurado se trasladó -sin aviso previo- a Entre Ríos para solucionar un largo paro docente. Ésa fue la primera muestra de lo que luego se llamó “el estilo K”.

En poco tiempo, encargó una purga en las Fuerzas Armadas, de Seguridad y en los organismos de Inteligencia, Kirchner renovó la Corte Suprema de Justicia cuestionada por su “mayoría automática” durante el menemismo e incorporó en ese Tribunal -por primera vez en la historia- a las mujeres.

En junio del 2005, la nueva Corte declaró inconstitucionales las leyes de Obediencia Debida y Punto Final y habilitó así que se reactivaran los juicios a lo involucrados en los crímenes cometidos durante la última dictadura. Pero también en los derechos humanos sufrió uno de los momentos más difíciles. En septiembre del 2006, desapareció Jorge Julio López, un trabajador que había testificado contra el represor Miguel Etchecolatz. Los espectros de la dictadura se mostraron nuevamente en diciembre de ese año con el secuestro de otro testigo, Luis Gerez, aunque en este caso tuvo un desenlace feliz.

La recuperación económica de sus dos primeros años del gobierno le permitieron triunfar ampliamente en las legislativas de 2005 -un virtual plebiscito a su gestión- aunque para entonces ya empezaban a aparecer algunas grietas en el “modelo”.

Desde afuera

Más cómodo en la soledad de su despacho que en las grandes reuniones y reacio a participar de encuentros internacionales, Kirchner recorrió los dos últimos años de su gestión con bastante comodidad pero declinó postularse a la reelección y bendijo para ese puesto a su esposa Cristina Fernández.

Con el triunfo de la actual mandataria, el ex presidente se dedicó a la actividad partidaria, y luego de perder en las legislativas del 2009 como diputado por Buenos Aires, se abroqueló en el Partido Justicialista para respaldar la gestión de su esposa. En reconocimiento al impulso que había dado a la región durante su presidencia, fue designado secretario general de la Unasur el 4 de mayo de 2010, pocos meses antes de su fallecimiento.

Néstor Kirchner murió imprevistamente el 27 de octubre del 2010 en Santa Cruz, la provincia que lo había visto nacer en 1950 y de la que fue dos veces gobernador para saltar desde allí a la Rosada.