Gladiadores de traje

Gladiadores de traje

“Scandals” es el título de la serie que se exhibe por Sony, los martes a las 22. Combina el suspenso con el policial, la política y el drama legal. Fotos: El Litoral

 

Roberto Maurer

“No somos una firma de abogados. Las firmas de abogados son para mariquitas”. ¿Qué son, entonces? “Somos gladiadores de traje”, es la repetida definición que usan los asociados mayormente abogados- de Olivia Pope, la mujercita negra, menuda y frontal que dirige una organización que en la más discreta penumbra, resuelve situaciones de crisis y realiza arreglos para que los escándalos de las celebridades y los poderosos permanezcan lejos de la opinión pública. “Hacemos que los problemas de nuestros clientes, grandes o pequeños, desaparezcan. No se trata de resolver un crimen. No tiene que ver con la justicia. Es sobre nuestro cliente”, dicen cuando se trata de precisar la profesión inclasificable del grupo, que siempre trabaja del lado de la ley, aunque en el borde, con contactos en todas las esferas del poder y, al parecer , con una ética siempre basada en la verdad.

La serie “Scandals” que estrenó Sony (los martes a las 22) es una ficción que combina el suspenso con el policial, la política y el drama legal, siguiendo la huella de otras producciones donde la Casa Blanca forma parte de la trama, y con un nuevo tipo de héroe: el fixer, o “arreglador”.

De la mezcla surge una ficción original, o que llega a serlo tomando un poco de todas y en la que tal vez se expresa el desencanto por la gestión de Obama: en el primer episodio, el presidente imaginario miente.

EL TRABAJO

Se narra desde el punto de vista de una joven abogada inexperta que ha sido invitada a trabajar en el equipo de Olivia. “Es el mejor trabajo: cambiarás vidas, matarás dragones y amarás la caza más de lo que nunca has soñado”, le dice el abogado que la citó. “Y Olivia Pope es tan asombrosa como dicen”.

En su misión de salvar reputaciones, nunca duermen. Luego de arreglar el rescate que debe pagar un embajador por el secuestro de su hijo, donde Olivia demuestra su solvencia para negociar con mafiosos ucranianos, el primer capítulo presenta el caso de un joven militar que acude pidiendo auxilio, porque lo acusan del asesinato de la novia. Es un héroe de guerra muy reaccionario que participa en las campañas de sectores ultraconservadores, y los asociados de Olivia se resisten a aceptar el caso porque son progresistas y no creen en el soldado, pero ella se deja guiar por su instinto: el militar es inocente.

Descubre imágenes del joven militar antigay besándose en la calle con otro hombre, y es la única coartada que tiene el sospechoso, que prefiere ir a la cárcel antes que hacer pública su sexualidad, “por honor al uniforme”. Pero lo convencen de que, si tiene aspiraciones políticas, no podrá vivir con el secreto en una sociedad que, hoy, es tolerante. El soldado, de uniforme, con la frente en alto y escoltado por sus camaradas, también uniformados, anuncia su condición sexual ante las cámaras.

LA CASA BLANCA EN PROBLEMAS

Al mismo tiempo, Olivia es llamada por la Casa Blanca. Ha trabajado para el gobierno, le ruegan que vuelva porque es irreemplazable, pero ella prefiere la independencia.

El presidente está en un lío. Una pasante anda diciendo que se acuesta con él, que le jura a Olivia que es falso y ella le cree. Para persuadir a la presunta fabuladora, Olivia se cita con la muchacha, quien, llorosa, le dice:

—Soy una buena persona.

—¿Sabes quién era una buena persona? Mónica Lewinsky. Ella estaba diciendo la verdad pero aún así fue destruida- . Y describe su futuro si sigue diciendo por ahí que duerme con el presidente. Nunca más encontrará trabajo, por ejemplo, si se divulga su gonorrea, las 22 parejas sexuales de su pasado y las alteraciones mentales de su madre.

Pero se produce un giro inesperado, el presidente le ha mentido a Olivia: tiene relaciones con la chica. Olivia va a la Casa Blanca, lo saca de una audiencia con Sarkozy, lo encara y le anuncia que ya no es más su cliente, que ahora su cliente es la chica, o sea la víctima de la mentira del presidente. De paso, nos enteramos de que la propia Olivia guarda secretos: ha sido amante del presidente y sigue enamorada.

La autora de “Scandals” es Shonda Rhimes , la creadora de “Grey’s Anatomy”, y sigue el modelo del inspirado Aaron Sorkin: diálogos con vértigo, ingeniosos y picantes. Se inspiró libremente en un personaje real, Judy Smith, una consultora que intervino eficazmente en grandes escándalos del ejecutivo estadounidense, tales como los casos Irán-Contras y Mónica Lewinsky.

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