Un Gepetto  siglo XXI

“Siempre me gustó dibujar pero me quedó muy plano eso con el tiempo y empecé con un reloj, que parecía que tenía dos ojitos, le hice un cuerpo, unas patitas, unos bracitos y así fueron los primeros diseños”, recuerda el artista.

Un Gepetto siglo XXI

 

Diseña personajes de ciencia ficción y los fabrica de modo artesanal con material de descarte, basura tecnológica y cosas que encuentra en la naturaleza. De cómo el futurismo, la creatividad y un mejor medio ambiente se dan la mano en la obra de Andrés Spies.

TEXTOS. ARACELI B. RETAMOSO. FOTOS. LUIS CETRARO

Andrés era un niño cuando veía a sus primos, también pequeños, jugar hasta romper los juguetes en su Vera natal. Y esperaba el momento en que las partes de los robots quedaran en el piso para juntarlas y re-crear nuevos personajes inspirándose en las películas de ciencia ficción de aquellos tiempos, allá por los ‘80.

Hoy Andrés Spies tiene 35 años y en la casa de barrio Sur de Santa Fe, que comparte con su esposa Laura, tiene un espacio reservado para un taller donde nacen sueños con historias de mutantes, robots y superhéroes. A partir de un encendedor que ya no da fuego, de cablecitos, baterías o partes de celulares obsoletos, convierte toda chatarra electrónica en personajes que su mente imagina, con historias propias, movimiento y hasta superpoderes.

En ese mismo taller, Andrés recibió a Nosotros y contó algo de esta pasión. “A los 12 años comencé a dibujar personajes, veía un bicho que me gustaba e imaginaba cómo sería el robot de ese insecto. Hasta que el papel me quedó chico, y me puse a fabricarlos con lo que encontraba. Antes todo era cable, con el tiempo fui haciendo articulaciones más complejas”.

Entrar allí, en el espacio de su taller, es como pasar a formar parte de una película. Seres extraños, humanoides de varios tamaños, miran fijamente desde los estantes, hasta parece que esperando cobrar vida. Es difícil imaginar que el “Dos cabezas”, un ser que comparte su cuerpo del torso para abajo, que dispara dardos (y lo hace de verdad) “sólo cuando las cabezas se ponen de acuerdo” aclara Andrés, haya sido antes una birome, partes de inhaladores, espinas de palo borracho (con eso hace las garras) y partes de relojes que ya no funcionan.

“Todo sirve. Yo trato de no comprar nada. Tengo cuatro cajas llenas de materiales que juntamos yo o mi familia o amigos. Siempre están pendientes de lo que me pueda servir”, dice y muestra un personaje “bombero”, que tiene en sus brazos y piernas unos “tanques”. ¿Y qué son los tanques? “cápsulas de placebo que ya no se utilizaban en la farmacia donde trabajo”.

PERFECCIÓN HASTA EN EL MÍNIMO DETALLE

Lo que sorprende de este hobby de Andrés no es sólo la creatividad para imaginar los personajes, su historia y sus poderes, sino la perfección con la que están hechos, la prolijidad y la excelencia de las terminaciones. Los movimientos de las articulaciones son perfectos, los acabados en la pintura, en los detalles, hacen de cada uno de sus “muñecos” una obra de arte.

“No puedo saber cuánto tiempo me lleva cada uno, porque son horas que voy sacando al día. Trabajo con horario de comercio, así que mucho no es lo que puedo dedicarme a esto. A veces me ‘cuelgo’ con algún proyecto y se hacen las dos de la mañana. Por suerte tengo a mi esposa que me recuerda que al otro día debo madrugar”, nos cuenta este hombre que no pudo concretar su sueño de ser ingeniero. Si bien comenzó la carrera en Rosario, por circunstancias de la vida, debió abandonar. Hoy trabaja como auxiliar farmacéutico y reparte su tiempo entre la familia, el trabajo y su pasión por la creación.

Cortocircuito, Terminator, Transformers fueron su primera fuente de inspiración. Con el tiempo el cine y su tecnología siempre in crescendo fueron dando más ideas, más lugares creativos para explorar.

- ¿Cómo nace un personaje hoy Andrés?

- Las películas me inspiran pero cada uno de los casi cincuenta que he hecho, salen de una idea mía, a partir de algo especial que pueda tener el personaje. A veces hago 8 iguales, no les pongo nombres, como son máquinas yo pienso que tienen número de serie. Tengo millones de ideas boceteadas, mi limitación es el material, ya que como no los vendo, no compro nada. Todo es material de descarte o cosas de la naturaleza.

- ¿Por qué no se venden?

- Porque llevan tiempo, y uno se encariña con el personaje. A mi me gustaría vender la idea, son piezas únicas, ni siquiera yo podría volver a hacerlas. Tengo cosas que no sé ni de donde las saqué, de aparatos que no se hacen más, como cassettes, algunos transitores, antenas de celulares.

- ¿Qué es lo más raro que usaste para un personaje?

- ¡Uy! Una vez fuimos a comer al campo con mi esposa y familiares. Habían matado unos pollos y vi mucho potencial en las uñas que quedaron... así que me llevé las patas, lavé y esterilicé las uñas, y hoy son parte de un personaje. Pero cuando los mirás en detalle, a cualquiera, encontrás tapitas de champú, cucharitas de helado, bolillas de desodorante, partes de hebillas de cintos. A veces veo algo y lo agarro porque me imagino su futuro en una pieza de algún bicho. Pero también, muchas veces las piezas quedan tan modificadas que ya no se sabe a que pertenecían.

DESARMAR, UNIR, ARMAR Y SOÑAR

Andrés tiene una libretita a la que es difícil calcularle los años. Allí están sus ideas recién nacidas, trazos, recortes de revistas con animales, partes de robots. Su imaginación plasma allí algo que aún no es y queda macerándose en su cabeza, hasta que ve una pieza, una parte, y construye el resto imaginariamente. Toma lo que necesita y son sus herramientas básicas (pinza, serruchito y una pequeña soldadora) comienza a dar vida a un nuevo muñeco.

“A mí me gusta la ciencia ficción y cuando era chico me compraban juguetes que para mi eran duros, rígidos y yo los quería en otras posiciones. Hasta que un fin de semana mis padres se fueron a Rosario, entonces desarmé todos mis juguetes en el patio y armé uno nuevo, un personaje grande, como un cangrejo... hasta lo pinté. Creo que no dormí ni comí esos días”, recuerda.

- ¿Qué sueños tenés para esta pasión?

- Me gustaría vivir de esto. Sueño con hacer una serie, un comic, venderlos en serie. Yo creo que tengo buenas historias. Pero nunca supe adonde dirigirme ni a quién. Estuve en Buenos Aires, con el presidente de la línea de Play Movil y le mostré los diseños y, claro, me dice: “esto lleva muchas piecitas, y eso lleva matrices, cada pieza es un molde, un molde sale fortuna, esto es para un mercado japonés”. Yo lo podría simplificar, se puede hacer más simple, los hago así porque es lo que tengo, la única forma que tengo de plasmar mis ideas. Me limita el material, mi imaginación no tiene límites.

Y ahí queda Andrés en su tallercito. Desarmando contactos de un viejo celular para dar luz a otro personaje. Entre nervios, músculos, armas nucleares y metralletas que disparan fuego (y fuego de verdad). Como un Gepetto, sólo que esta vez, es mejor que esos mutantes no cobren vida.

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EN TECNÓPOLIS

Desde la primera semana de noviembre y durante diciembre, los personajes de Andrés serán exhibidos en Tecnópolis, en el stand de Jerárquicos Salud.

EN LA WEB

Para conocer más acerca de este verense y su obra, entrá a su web: www.actionland.com.ar

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Algunos personajes tienen articulada hasta la mandibula, luces en los ojos y armas que disparan dardos.

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Su preferido, una hormiga genéticamente alterada en su tamaño, según la historia. Tiene partes orgánicas y otras que, al no haber salido bien, se las amputaron para ponerle partes cibernéticas.