Descifrar la memoria y la imaginación

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Por Augusto Munaro

“La epigrafista”, de Paulina Vinderman. Hilos Editoral. Buenos Aires, 2012.

La epigrafía es una ciencia auxiliar a la Historia- a través de la cual se estudian las inscripciones hechas sobre materiales duros, estableciendo metodologías para interpretarlas. Es decir, su misión consiste en hacer de la escritura un análisis objetivo de los hechos pasados. Así es como en esta treintena de poemas (y aprovechando la feliz metáfora), Vinderman descifra e interpreta las modulaciones de su memoria buscando vigorizar el imaginario de su poética. Como resultado, dicho procedimiento pone al descubierto la palpitante emoción sobre cada palabra, moviéndose en el linde de una zona de intimidad, entre pasado y presente. A través de este trabajo paleográfico, nuestra poeta hace ingresar a la imaginación en su memoria espiritualizada (y viceversa). Muchos poemas son expresiones consecuentes a ese principio lúdico. Como el hermano imaginario que tanto ama pero que no tuvo, una de las obsesiones personalísimas de esta poeta: “Si hubieras vivido/ habríamos disputado en los salones del rey,/ habríamos disputado el futuro/ y la humedad de los ojos de mamá/ en los jardines de setos que nunca tuvo”.

Hay una continuidad natural con los libros anteriores de la autora, con la salvedad de que aquí la apuesta parece concentrarse aún más en el poder proteico de la imaginación, en la sutileza delicada de su expresión onírica. ¿Y qué nos dice su voz? Ante todo, que el lenguaje es un organismo vivo. Una atmósfera de encantamiento, producto del luminoso vitalismo que irradia la calidad de su timbre. El lector es testigo de ello a través del ritmo calibrado, la respiración de cada verso, en la belleza de las elipsis. Se trata de un libro equilibrado en su secreta armonía, donde la tensión lírica se ve contenida por una elaborada combinación de sonido y sentido. “Te dije/ que la tristeza es sensual, que tu ausencia/ se hace flor de invierno entre mis libros,/ que el recuerdo de tu boca es mejor que tu boca”.

“Un sueño”, el último poema de la presente colección, es una obra maestra de lirismo concentrado. La reflexión y la experiencia vital, el juego de niveles de la imaginación: todo allí se conjuga para revelar una suerte de plegaria, una utopía de la dicha. La epigrafista, escrito bajo el rigor paciente de una vida abocada a la poesía, revela un libro donde la autora ha podido amplificar su superficie poética a través de esa curiosa aleación resultante entre pasado e imaginación: la memoria alucinada. Otro hito dentro de los tantos conquistados por esta lírica argentina.