ESPECIAL PARA EL LITORAL

Una buena noticia

Dr. Néstor Víttori

La información de que Sancor, estaría proyectando una inversión de 80 millones de dólares, en una mega planta secadora de leche constituye una muy buena noticia para la lechería Argentina, y en particular para la lechería del interior.

Con una producción de 12.000 millones de litros de leche anual, un consumo interno de 8.000 millones, nuestra producción lechera necesita colocar en el exterior 4.000 millones de litros todos los años.

La distribución no proporcional de las exportaciones, hacen recaer las mismas sobre las industrias menos posicionadas en el gran mercado consumidor que es la Capital Federal y el gran Buenos Aires. Consecuentemente con ello, cuando se produce una caída de los precios internacionales, como la del último año, la misma impacta mayormente sobre las industrias del interior.

Sin perjuicio de las deficiencias propias que agravaron el cuadro en el pasado, este fenómeno fue el que determinó las situaciones críticas de Sancor, Milkaut y otras empresas en la década del noventa, y que gracias a los buenos precios internacionales y reformas estructurales les permitieron superar.

Frente a la caída de precios, es muy probable que la lechería mundial se contraiga; en especial Europa, y en algún tiempo se produzca una menor oferta en el mercado internacional, impulsando una recuperación de los precios.

Mientras tanto la lechería mundial, va a vivir una crisis de sobreoferta y en ese contexto cada segmento nacional, tendrá que adaptar su producción y su industrialización.

La lechería Argentina, en ese contexto, hay que señalar que en los últimos 20 años ha ganado en eficiencia productiva, de la mano de una mejor alimentación y una mejor genética del rodeo, acompañado de un cambio en los paradigmas productivos.

Baste señalar, que con un tercio de los productores, la mitad de la superficie aplicada y una importante reducción del numero de vacas, si tomamos como referencia la producción que motivó el laudo Alfonsín, cuando la misma no llegaba a 5.000 millones de litros, hoy hemos multiplicado esa cifra una vez y media más.

Pero este camino, que ha pasado por la tecnología, la mejor gestión y la concentración productiva, ha tornado mucho menos elásticos los costos, y así como se han construidos verdaderas economías de escala, económicamente eficaces, cuando los números se contraen, también se producen verdaderas “deseconomías” de escala, que quebrantan muy rápidamente a la producción.

Antes, cuando llegaba la crisis de precios, las vacas seguían comiendo pasto, se les reducía el grano, bajaban su producción y tardaban más en preñarse, pero la explotación extensiva subsistía, vegetaba hasta un nuevo ciclo que pasaba de la sobreoferta a la suboferta.

Hoy, este proceso no es posible, porque los factores intervinientes no lo admiten. Las vacas son ya como los fórmula 1, no funcionan con nafta común, las estructuras son grandes y complejas, tanto las fijas como las móviles. Los costos fijos tienen una enorme importancia y la eventual disminución de la producción, por reducción de algunos costos variables como la alimentación, son la peor receta, porque tiene efectos físicos negativos en el rodeo, afectando su eficiencia y económicamente recargan el costo de producción al disminuirse las unidades sobre las que el mismo recae.

En el pasado, cuando se daban circunstancias parecidas, pero con impactos proporcionales menores, porque era mucho menor el excedente, se intentaron fórmulas para distribuir el impacto del menor precio por la leche de exportación, entre todos los actores de la producción y la cadena de valor. Esto fue el Fondo de Promoción de Exportaciones (Fopal) que duró un tiempo, donde todos los litros de leche producidos aportaban a un fondo que compensaba el menor precio que recibían los que exportaban. Lamentablemente los conflictos de intereses y la corriente liberalizadora de principio de los 90 eliminó esta herramienta, dejando librado al juego del mercado a los que tenían que exportar.

Creo que hoy, el resplandor de esa experiencia, quizá este iluminando algunos proyectos de legislar la lechería en forma específica, para que no se produzca un nuevo ciclo de quebranto en la producción y las industrias que tienen que afrontar una exportación deficitaria pero inevitable.

Está bien que esto ocurra, pero no es la solución definitiva, que pasa por construir una perspectiva de exportación, a partir de procesos industriales competitivos con los grandes jugadores de mercado, que son Nueva Zelanda y Australia, que van al World Dairy Trade y allí venden sus stocks al precio que le fije el mercado cada tres meses.

Si el proyecto de Sancor va en esa dirección, en buena hora, sin perjuicio de que quizá haya que modernizar la vieja estructura cooperativa adecuándola a los tiempos de una producción más concentrada e inelástica.

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OTRA MIRADA

OTRA MIRADA

Perspectivas. La concreción de una planta de secado de leche, mejoraría las expectativas para la lechería de la región, sostiene el autor. foto: archivo mauricio garín