Edición Nº 53

Alma de Luna abrió Cosquín

De la redacción de El Litoral

El cuarteto santafesino Alma de Luna, distinguido el año pasado con el premio Consagración del Festival Nacional de Folclore de Cosquín, inauguró anoche la 53ra. edición del tradicional encuentro en la Plaza Próspero Molina.

Alma de Luna, una formación oriunda de Venado Tuerto pero afincada en Córdoba, enfrentó al público de Cosquín con un repertorio de clásicos y música de alto volumen.

La formación integrada por Darío Rodríguez, Carlos Ceballos, Lucas Rodas y Javier Cantoni -con fuerte apoyo de la industria discográfica- ganó el premio Consagración el año pasado en detrimento del jujeño Bruno Arias y la cordobesa Paola Bernal, entre otros candidatos, recuerda Télam.

La noche inaugural de la 53ra. edición de Cosquín contó durante la madrugada con dos de los mejores exponentes del folclore santiagueño: Raly Barrionuevo y Peteco Carabajal, largamente ovacionados por el público. También estuvieron presentes artistas destacados como Suna Rocha, Franco Luciani (Consagración 2010) y la propia Paola Bernal.

La programación de la primera noche también incluyó a Contra Coro al Resto; Negro Palma; Delegación Provincia de San Juan; Bruno Arias; Claudia Pirán; Suyay; Laura Ros Y Mavi Díaz; Maité; Los Legales; Chircal; Los Patricios; Marina González y Trajinantes.

“No sirve trabajar para el aplauso”

El acordeonista Raúl Barboza, una de las presencias más reconocidas del Festival de Folclore de Cosquín que comenzó anoche madrugada, aseguró ayer que “no sirve” subir al escenario “para buscar más aplausos que el artista que pasó antes” y exhortó a apostar “al valor de la propia música”.

Bonaerense de herencia guaraní, Barboza, de 74 años, destacó la pluralidad del Festival y celebró que “de tanto en tanto alguien viene a cantar lo que quiere y lo hace sin pensar en si lo van a aplaudir o no. Yo hago mi trabajo. Me importa si me toca subir a las cinco de la tarde o a las cinco de la mañana. Lo voy a hacer sin quejarme. Tocaré contra viento y marea, haya frío o calor. Lo que sirve es el valor de lo que uno mismo tiene, no lo demás”, afirmó.

El acordeonista recordó que “jamás” se excedió del tiempo en el escenario que le otorgó el Festival. “Si me dicen 20 minutos, toco 20 y no 40. No se trata de buscar y obtener más aplausos que los demás”, dijo.

Barboza subirá el escenario Atahualpa Yupanqui mañana, en la tercera noche del Festival, junto con Chango Spasiuk, otro instrumentista que cultiva su mismo linaje litoraleño.

“Vamos a recrear en el escenario el clima de una fiesta, un bautismo o un casamiento, en un gran patio del litoral, donde se juntan acordeonistas, guitarristas, se toma mate y se toca música”, adelantó a Télam.

Barboza explicó que con Spasiuk trabajarán con diferentes formatos tímbricos. “Habrá dúos de acordeón, claro; pero también él tocará con mis músicos y yo con los de él. Será bueno ver las diferencias sonoras y las distintas improntas de cada grupo”, dijo.

A la pregunta de qué tiene la música del litoral en los grandes festivales folclóricos y si está postergada en relación con otros ritmos regionales, el consagrado intérprete contestó que “habrá que ver, por un lado, cuál es el lugar que el chamamé tiene ganado en el público. Y es posible que los chamameceros no sean los músicos más solicitados. Sin embargo, al mismo tiempo, debo decir que yo viajo por el mundo tocando chamamé, que es la música de mi lugar. Nunca he tocado otra cosa. Al escenario que subo, llevo mi cultura. Porque soy guaraní; no importa dónde toque o dónde haya nacido”.

“Yo quiero ser, simplemente, un argentino que toca chamamé. No vacilo en hacer aquello que quiero hacer. No me interesa la gente que especula. Es lo que toco sea que haya 20 o 1.000 personas entre el público. No voy a cambiar mi manera de tocar por estar detrás del éxito medido en cantidad de dinero”.

El cuarteto santafesino, galardonado el año pasado con el premio Consagración, inauguró el encuentro en la Plaza Próspero Molina.

Alma de Luna abrió Cosquín

El consagrado músico Raúl Barboza actuará mañana, en la tercera luna del Festival. Foto: Télam

Chamamé, música de tradición oral

El acordeonista Raúl Barboza enfatizó el valor de “la tradición oral y la memoria ancestral” en la que se reconoce el chamamé, y aseguró que las inflexiones de esa música “muchas veces no pueden escribirse en una partitura”.

“Me intentaron enseñar música de chico con maestras y métodos de aprendizaje de modelos europeos. Y así aprendemos que el tiempo fuerte es el primero, cuando nuestra música tiene acentuaciones en el segundo o tercer tiempo. De grande aprendí a escribir y me di cuenta de los errores de aplicación que tienen las partituras de nuestra música, que viene a través de la oralidad”, reveló.

“(Ernesto) Montiel -pionero del chamamé junto a Horacio Abitbol con el cuarteto Santa Ana- fue un adelantado; como lo fue (Astor) Piazzolla; como lo fue Hugo Díaz. Y nadie puede escribir en una partitura lo que tocaba Hugo Díaz; nadie puede escribir lo que tocaba Oscar Alemán”, afirmó.

Barboza reveló que él “anota la música por si alguien le pide la partitura, pero después el músico tiene que tocar algo que va más allá” de esa referencia.

“Así lo hacían Beethoven o Chopin, que improvisaban en el piano. Del mismo modo, a la distancia, mi trabajo es el mismo. Es la expresión de una intención espontánea”, apuntó.