Memorias de un veterano colonista

El autor se remonta a 1942 y recuerda los duros tiempos del ascenso del club Colón, la frustración de 1954, el título de 1965. Destaca la figura de un dirigente como Ítalo Giménez y también se refiere al deseo compartido por todos los sabaleros de ser campeones alguna vez.

TEXTOS. PABLO GIGLIOTTI. FOTOS. EL LITORAL.

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El equipo de 1954 que estuvo tan cerca y tan lejos a la vez del ascenso a Primera. De pie: Canteli, Gómez, Díaz, Poi, Robustelli, Ramírez y Rebecchi; agachados: Ráccaro, Bozalla, Riccardi, Sánchez y Marángelo.

 
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Don Pablo Gigliotti y esos recuerdos inolvidables de una gran pasión llamada Colón.

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Ítalo Giménez entrega una plaqueta a Pepe Etchegoyen, el técnico del ascenso de 1965. A la derecha de don Pepe se observa a Jorge Omar Sanitá, capitán de ese equipo, y al autor de esta nota.

Allá lejos, por el año 1942, trabajando de cadete en la zapatería La Bonita de Berthoud Hermanos (Luis y Eugenio) -este último, en ese momento secretario general del club Atlético Colón-, sabiendo de mi preferencia por la sangre y luto, me dio una sorpresa: agregado al sueldo veo un recibo de socio infantil del club.

Elegí Colón porque la mayoría de los chicos del barrio Roma -donde vivía- hablábamos mucho de Los Gauchos de Sunchales, nacido a orillas del río Salado. Pese a que mis padres no me dejaban jugar a la pelota, porque decían que era cosa de vagos estar en el campito todos los días y a toda hora, que se rompían las zapatillas, que llegaba a casa con algunos raspones en las rodillas o golpes en las piernas, así y todo siempre quise a Colón.

No tuve la suerte de conocer la vieja cancha de Moreno y bulevar Zavalla, pero la recuerdo rodeada de chapas de zinc. Cumplido el servicio militar, tuve un acercamiento a la vieja sede de General López casi 4 de Enero. Allí tuve la oportunidad de conocer un personaje que impulsó a Colón con grandes proyectos a futuro, como la cancha propia en su actual emplazamiento.

Se trata -nada más y nada menos- de don Francisco Ghiano, quien con su grupo de colaboradores, lograron que Colón tuviera su estadio propio y que fuera inaugurado en el año 1946, un 9 de julio, contra Boca Juniors. Así pude conocer algunos dirigentes, entre otros, a Rafael Batres, Gino Mancini, don Roberto Paz, el doctor Vicentini y otros que escapan a mi memoria. Por cuestiones económicas, Colón tuvo que dejar la vieja sede y se trasladó a la calle San Jerónimo 2052.

AQUELLA EXPERIENCIA DEL 54

Una larga y ambiciosa aspiración de los dirigentes para llevarlo a la máxima categoría se produjo en 1954 con un plantel de jugadores como Jacinto Díaz en el arco, Eulalio Gómez, el Manco Rodríguez, Chiche Rebecchi, Ramírez, Román Quevedo, Ráccaro, Sánchez, Riccardi, Bozalla y Marángelo.

Se inicia el torneo de Primera B un 3 de abril de 1954. Colón visita a Argentinos Juniors y lo vence por 1 a 0 con gol de Riccardi. Así decía el diario Rosario: “Reverdeció la gloria del team sabalero, triunfó Colón. Exhibió un juego muy efectivo”. El diario Rosario se editaba en esa ciudad, siguiendo muy de cerca la campaña sabalera. Lo rivales en la B eran Unión, Estudiantes de Eva Perón (La Plata), Quilmes, Atlanta, Talleres de Remedios de Escalada, Argentinos Juniors, Central Córdoba, Argentino de Quilmes, Excursionistas, Sarmiento de Junín, Temperley, Los Andes, All Boys, Dock Sud, Nueva Chicago, Defensores de Belgrano y Almagro.

Al finalizar la primera rueda y con 17 partidos jugados, lo mostraban a Colón como puntero absoluto con 23 unidades; lo seguían Unión y Talleres con 22 y 21, respectivamente. En ese entonces, los partidos ganados sumaban de a dos y en el último partido jugaron el clásico santafesino con el resultado de dos goles por bando (Maidana para Unión en ambas ocasiones, Riccardi y Rebecchi para Colón).

Por un conflicto que hubo con los árbitros argentinos se contrataron jueces ingleses. El sábado 21 de agosto de 1954, Colón derrotó a Almagro en Buenos Aires por 3 a 2. La nota simpática la dieron los hinchas de Boca que desplegaron una bandera mitad con los colores de Boca y mitad de Colón, con una leyenda que decía: “La hinchada de Boca con Colón”.

Un titular del diario El Litoral decía: “Colón está buscando la esperanza de la consagración que pretende desde 1948”. A medida que iban transcurriendo los partidos, Colón seguía firme al tope de la tabla de posiciones. El sábado 23 de octubre de 1954, Colón se consolida luego de la derrota que le infligiera a Atlanta en Buenos Aires por 2 a 1.

¿VIRTUAL CAMPEÓN?

Ya los sabaleros lo veíamos a Colón como virtual campeón con 3 puntos de diferencia sobre el segundo. Decía el diario Rosario del domingo 24 de octubre de ese año: “Júbilo en Santa Fe, Colón reafirma con su gran triunfo sobre Atlanta sus aspiraciones al ascenso”.

Habiéndose jugado 29 fechas, la tabla de posiciones lo mostraba a Colón con 39 puntos, seguido de Estudiantes con 37, Atlanta y Unión con 36. El sábado 20 de noviembre, Colón pierde su invicto de local contra Sarmiento de Junín. El Litoral dice: “Colón ya no tiene su campo invicto”.

Seguramente, muchos colonistas recordarán una actuación desconcertante que hasta se dudó de la perfomance de algunos de los jugadores. Muchos socios rompieron su carné y juraron no pisar más la cancha, una manera de manifestar su disconformismo, y la policía procedió a desalojar el estadio.

El sábado 27 de noviembre, Colón visitó a Quilmes en Buenos Aires perdiendo 1 a 0. El Litoral tituló: “Colón extravió a sus dos valiosas carabelas”. La próxima fecha lo tuvo otra vez jugando como local, frente a Temperley, al cual derrotó por 5 a 3.

En la oportunidad, el técnico introdujo modificaciones en el equipo, que salió a la cancha con Cantero; Gómez y Robustelli; Rebecchi, Poi y Carabajal; Ferreyra, Sánchez, Mercado, Oliva Silva y Marángelo. Los jugadores Riccardi, Cardozo y Bozalla fueron avistados en las plateas, recibiendo por parte de la hinchada sabalera todo tipo de abucheos. Ya Colón no estaba al tope de la tabla, aunque aún existía alguna esperanza pues estaba a solo un punto de Estudiantes. El Litoral del domingo 12 de diciembre de 1954 decía: “Perdió su chance Colón al ser batido por Talleres de Remedios de Escalada. Poco hicieron los sabaleros ante la enjundia de los locales”.

En la última fecha se jugó el clásico y ganó Colón por 2 a 0. En la ocasión, el público colonista le dio la espalda al clásico como muestra de descontento con la actuación del equipo, tildada de poco convincente, sobre todo de algunos jugadores y en los momentos decisivos del certamen. Ese año ascendió Estudiantes a Primera, con 46; fueron segundos Argentinos Juniors y Colón con 43, luego quedaron Atlanta con 41 y Unión con 40. El 25 de diciembre de 1954, todos los integrantes de la comisión directiva renunciaron a sus cargos, quedando el club en manos del síndico.

LOS AÑOS OSCUROS

Sin muchas posibilidades, se sucedieron varios años que no tuvieron trascendencia en la marca de la institución y decayó tremendamente el caudal societario (llegó a no más de 2.500 socios).

En 1959 se produce el descenso a la Segunda División de Ascenso. Evidentemente fue un año muy duro, pero Colón, como el Ave Fénix, resurgió de sus cenizas. En enero de 1960 se realizan las elecciones de comisión directiva, que fue presidida por el doctor Javier Gómez Galissier; apareció la figura de Ítalo Pedro Giménez como protesorero.

Discreta fue la actuación de Colón en 1960, en el campeonato de Segunda División de Ascenso. En el ‘61 se produce la incorporación de algunos jugadores y el equipo sale segundo. En el ‘62, por resolución de la AFA, el torneo de Segunda pasa a llamarse de Primera C. En esta etapa de la vida institucional del club ya se vislumbraba el hombre que -con gran visión y audacia- promete a los colonistas el ascenso a Primera.

DESPUÉS DEL SANTOS...

Fue así que luego del triunfo ante el Santos, entonces campeón del mundo de clubes, Colón empieza su derrotero incorporando al plantel a jugadores de la talla de Tremonti, Pérez, Sebastián García, Jorge Omar Sanitá, Cardozo, Castro, Obberti, Gisleno Medina, Orlando Medina, Canevari y Alejo Medina, entre otros.

Con este plantel y algunos que escapan a la memoria, Colón logra el tan ansiado ascenso a Primera.

Si mal no recuerdo, al promediar 1965, la AFA dispone reestructurar los torneos. Por lo tanto, ese año eran dos los equipos que ascenderían a Primera: Colón, con 62 puntos acumulados y Quilmes, con 59.

Ya en 1966 y con Colón en la máxima categoría, con un grupo de amigos -entre ellos, el Bebe Rosetti, Roberto Beltramini, Atilio Oronales, Rodolfo González (Piri), Ángel Castro, Rodolfo Astorino y Artemio Gamboa- propusimos a la comisión directiva la creación de la subcomisión de socios, teniendo en cuenta la importancia en la ciudad de tener un club como Colón en Pimera.

No abocamos de inmediato a contar con el visto bueno de la comisión para lograr los 10.000 socios.

Bastaron unos pocos meses de intenso trabajo y ya teníamos esa cifra. Se intensificó la campaña en el interior de la provincia, inaugurando filiales en San Justo, Rafaela, Laguna Paiva, San Carlos Centro, Paraná y una en Resistencia (Chaco). Esas filiales se encargaban de hacer socios y, días previos a los partidos que se disputaban en Santa Fe, les hacíamos llegar las entradas para evitarle las molestias de adquirirlas en nuestra ciudad.

Tiempo después, con la incorporación de otros amigos como Daniel Díaz, Edgardo Sabotig y Rodolfo González, solicitamos a la comisión directiva la autorización para crear la subcomisión de Relaciones Públicas. La tarea consistía en asistir a los periodistas deportivos de la talla de Fioravanti, José María Muñoz y tantos otros que llegaban a Santa Fe para la cobertura de los partidos, por primera vez, sumados -por supuesto- a los de nuestro medio.

Los días de los partidos se los invitaba a saborear alguna cerveza helada o un café. También tuvimos a nuestro cargo, siempre con el consenso de la comisión, confeccionar plaquetas recordativas a todos los clubes que venían por primera vez a jugar en la A ante Colón.

Deseo hacer un reconocimiento a la Agrupación DKW, quienes fuera de horario de trabajo construyeron la primera cabina de periodistas que, en memoria a un maestro como don Pablo Emilio Daneri, se la bautizó con su nombre.

FALTABA DINERO

Así fue pasando el tiempo y en diciembre de 1968 se hace la convocatoria a elecciones de comisión directiva. Se presenta una sola lista presidida por Ítalo Giménez, con algunas modificaciones, incorporando nuevos integrantes que reemplazaron a otros por diversos motivos. Es allí donde se produce mi incorporación oficial y el presidente me propone la tesorería del club.

Obviamente que acepté dicho cargo con muchas expectativas y, en mi caso personal, con el gran honor de ser el tesorero de Colón a partir del 29 de diciembre de 1968. Fueron años muy duros, principalmente en lo económico, con una plantilla de jugadores profesionales muy numerosa y el presupuesto que no alcanzaba para sostenerlo.

En 1970, Colón contaba con 33 jugadores, además del cuerpo técnico, médico y ayudantes de campo, que totalizaban 40 profesionales en la faz deportiva. Luego estaba el personal administrativo, cancha, etcétera. Todo esto y el hecho de no perder la categoría que tanto costó para ascender hicieron que las finanzas se nos fueran de las manos, con proveedores a los cuales no les podíamos pagar. Así, hubo que recurrir -más de una vez- a socios que aportaran algún dinero. A los jugadores se les adeudaba sueldos y premios pactados, que se cumplían a medias. Los viajes a Buenos Aires, cada quince días, no hacían más que aumentar esa deuda pues las recaudaciones eran escasas por las campañas mediocres del equipo. El promedio de los sueldos del plantel superaba los 100.000 pesos mensuales y un fijo de 350.000 pesos para el técnico, Jim Lopes.

AGRADECIMIENTOS

No se borrarán de mi memoria los amigos Horacio Llabres, Celso Vicentín, Antonio Marino y Pío Panizza, comerciantes del viejo Mercado de Abasto, que ayudaron económicamente durante mucho tiempo, un compromiso muy grande que Colón pudo cumplir cuando se produjo las ventas de los jugadores Balbuena, Colman y Correa al club Rosario Central.

Sin ninguna duda, los objetivos de permanecer en Primera con nuestra dirigencia presidida por el legendario Ítalo Giménez se cumplieron. Allá por 1971 y por razones personales, debí renunciar al cargo de tesorero y, con mi alejamiento, se producen otros. La comisión directiva queda a cargo del síndico, quien convoca a elecciones. Resultó electo un gran amigo y buen colonista. Me refiero al contador Carlos Salerno. Éste fue mi paso por la comisión directiva de mi querido Colón.

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La foto es de 2008. En ella se aprecia a Pardo, González, Sanitá, Díaz y Gigliotti.

Llegar a los diez mil socios

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colón - unión, un clásico de todos los tiempos.

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Integrantes de la comisión directiva de 1966. Se observa, entre otros, a Balestieri, el Mayor García, Ibañez, Gigliotti, Pinello, Cimadevilla, Carlos Moretti, Carlos Gianotti, Toribio Rojas, Nahum Kessler, José Benseñor, Ítalo Giménez, Paglilla, Grass y Cohen.

Un gran anhelo

Habiendo superado mi problema personal, por supuesto que siempre seguí a Colón, simplemente como socio. Puedo asegurar que mi paso como dirigente fue un gran dolor de cabeza, pero orgulloso de haber sido útil a pesar de las graves dificultades, que aún recuerdo con mucha alegría por haber vivido semejante experiencia.

En las elecciones que se llevaron a cabo en diciembre de 1968 se presentó una única lista presidida por Ítalo Giménez, secundado por Nahum Kessler, Osvaldo Grass, el señor Cohen, Pinello, Cimadevilla, Villar, Toribio Rojas, Carlos y Hugo Gianotti, el coronel Jorge, Armando Fiocchi, Fernández Rudy, Rodolfo González, Emilio Pardo, Luis Sandaza y Jorge Bobbio, entre otros. El gerente del club era el señor Ponce, Carlos Moretti cumplía múltiples funciones y en AFA estaba el doctor Paglilla.

En la actualidad, veo a Colón como siempre lo soñé, un club grande, que es orgullo de los colonistas y, por qué no, de los santafesinos; en lo institucional estamos 10 puntos. Sólo faltaría plantearse la posibilidad de brindarnos un campeonato, que estoy totalmente convencido de que se puede y que -en algún momento- Colón nos podrá dar esa gran alegría que tanto anhelamos.