La Compañía, escuela de Francisco

La orden fue fundada en 1539 en Roma por Ignacio de Loyola. Por primera vez en más de 400 años, sienta a uno de sus miembros en el trono de Pedro.

La Compañía, escuela de Francisco
 

De la Redacción de El Litoral

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Agencia EFE

El Papa Francisco es el primero que pertenece a la Compañía de Jesús, orden religiosa masculina perteneciente a la Iglesia Católica Romana de profundas raíces vascas y con vocación misionera y pedagógica cultural y científica.

Fue fundada en 1539 en Roma (Italia) por Ignacio de Loyola, un ex soldado de familia noble vasca de Azpeitia (Guipuzcoa), que encontró la fe tras ser herido durante una batalla en Pamplona en 1521, y aprobada por la Santa Sede en 1540, a raíz de la bula del Papa Paulo III “Regimini Militantis Ecclesiae”.

Tiempo después mirando hacia su juventud, Ignacio dijo de sí mismo: “Fui un hombre dedicado a la vanidad del mundo, para quien el mayor placer eran las artes marciales, con el vano deseo de adquirir celebridad”.

Los jesuitas tienen una estructura de tipo casi militar (obediencia absoluta), una misión clara (a mayor gloria de Dios), una total despreocupación por los éxitos mundanos (deseos vanos).

Con el lema latino “Ad maiorem Dei gloriam” (A la mayor gloria de Dios), la orden jesuita se propone difundir la fe católica a través de las misiones, el apostolado, la enseñanza y la ciencia.

Según sus normas, trabajan por la evangelización del mundo, en defensa de la fe y la promoción de la justicia, en permanente diálogo cultural e interreligioso y el motor de la compañía es profundizar en los estudios humanísticos y científicos para entregarlos en las escuelas y colegios que se fueron abriendo en Europa.

Desde sus inicios, los jesuitas dirigieron los centros de educación superior más importantes de Europa, entre ellos el prestigioso Colegio Romano, y prestaron servicios en países donde la religión católica era perseguida o prohibida.

Especialmente importante fue la labor emprendida por el también vasco San Francisco Javier, en su tarea misionera de conversión en la India, Japón, hacia donde partió en 1549 -cuando aún no había llegado ningún europeo- y China.

La Compañía de Jesús tuvo un papel decisivo durante la Contrarreforma, la reacción de la Iglesia a la reforma del protestante Lutero, y relevante fue su papel en el transcurso del Concilio de Trento, entre 1545 y 1563, en el que destacó la participación de los teólogos jesuitas Salmerón y Lainez.

A la muerte del fundador, en 1556, la Compañía se había extendido por todo el mundo al servicio de la Iglesia y del Romano Pontífice.

Los jesuitas, además de los tres votos de los religiosos -pobreza, castidad y obediencia-, profesan un cuarto, el de obediencia al Papa, al que se unen así de una forma especial.

A lo largo de los más de 400 años de historia, la Compañía de Jesús ha sufrido diversos avatares, por las sospechas que despertaban algunas de sus actividades, como por ejemplo, las misiones en las Reducciones del Paraguay, una especie de comunidades agrícolas que los jesuitas desarrollaron con los indios guaraníes en los siglos XVII y XVIII.

Los jesuitas tuvieron problemas con la Inquisición. Fueron expulsados de Portugal (1559), de Francia (1764) y de todos los dominios del rey de España Carlos III en 1767.

En 1773, la Compañía de Jesús fue suprimida por un edicto promulgado por el Papa Clemente XIV y restituida en todo el mundo en 1814 por el Papa Pío VII.

Una vez restaurada, la Orden continuó su expansión, también en España, de donde en el siglo XIX fue suprimida en cinco ocasiones y disuelta en el XX, cuando en 1932 el gobierno de la Segunda República declaró inconstitucional el voto especial de obediencia al Papa. En 1938, los jesuitas recobraron en España la situación jurídica anterior a la Constitución de 1931.

Presente en 127 países, la Compañía de Jesús está dividida en 91 provincias, agrupadas a su vez en diez “Asistencias”, de las cuales, la más numerosa es la de Asia Meridional con 4.081 jesuitas, el 20,9 por ciento.

En cuanto a las provincias, las más numerosas son las de Italia y la de Castilla (España), y por países, Estados Unidos y La India son los que cuentan con mayor número de jesuitas.

En total, la Compañía de Jesús la integran 19.126 jesuitas, según el último censo de 2007, por lo que es la orden religiosa masculina de la Iglesia Católica con el mayor numero de miembros. En España hay un total de 1.534 jesuitas.

De los treinta prepósitos que han dirigido la orden desde su fundación, siete han sido españoles, entre ellos el fundador Ignacio de Loyola (1541-1556), así como Pedro Arrupe, quien durante su mandato (1965-1983) mantuvo unas difíciles y turbulentas relaciones con el Vaticano.

“Eligió ese nombre en honor al Santo de Asís”

El arzobispo de Madrid, José María Rouco Varela, aclaró hoy que el nuevo pontífice prefiere ser llamado “Papa Francisco”, en honor a San Francisco de Asís, y calificó sus palabras en la plaza de San Pedro como “un ejercicio de humildad y de gran hondura espiritual”.

El cardenal español, que compareció ante los medios de comunicación en rueda de prensa en el Colegio Monserrat de Roma, explicó que vivió el cónclave “con gran alegría”, y recordó que “sobre la elección no dirá ni una sola palabra”.

El purpurado abordó el tema de cómo deberá ser llamado el nuevo pontífice. “Él prefiere ser llamado Papa Francisco. Cuando haya otro pontífice que adopte el nombre de Francisco, la historia colocará a Bergoglio como Francisco I y, además, hablar de Francisco I recuerda a tiempos en los que el rey de Francia fue derrotado por el emperador Carlos V (y I de España) y no conviene hacer asociaciones en este sentido”, aclaró el purpurado.

En cuanto al origen del nombre del Papa, Rouco Varela explicó que “el cardenal Bergoglio, cuando fue elegido, hizo una explicación muy sencilla que reflejaba muy bien cómo se sentía, pero no se puede decir hasta que lo difunda la Santa Sede, aunque hace clara alusión a Francisco de Asís”.

Respecto de la elección del Papa Francisco, Rouco afirmó que no iba “a decir ni una sola palabra” y auguró que las líneas generales del ministerio del nuevo Papa irán en la tónica general, las líneas surgidas del Concilio Vaticano II entre 1962 y 1965, promovido por Juan XXIII.

Sobre las palabras que el recién elegido sucesor del Apóstol Pedro pronunció desde la balconada de la Basílica de San Pedro, Rouco Varela afirmó que “el hecho de rezar el día de su proclamación fue un claro ejercicio de humildad y una señal de su profunda hondura espiritual”.

El cardenal aclaró que el Papa Francisco no pidió que lo bendijese la gente, sino que “pidió a la gente que orase a Dios para que lo bendijera, y se inclinó como todo el mundo ante Dios, Nuestro Señor”.

Imagen de San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús, a la que perteneció el flamante Pontífice.

Foto:archivo el litoral

“Incondicional reverencia”

El obispo prelado del Opus Dei, el español Javier Echevarría, expresó hoy su “incondicional reverencia y obediencia” al nuevo Papa Francisco, el primer pontífice latinoamericano y jesuita en la historia de la Iglesia Católica.

“Desde que se ha visto la fumata blanca, lo hemos recibido con profunda gratitud y, ahora, siguiendo el ejemplo de Benedicto XVI, le manifestamos incondicional reverencia y obediencia. Y también nuestro cariño y nuestras oraciones”, afirmó Echevarría, según un comunicado difundido en Roma.

“Reafirmo al nuevo Romano Pontífice una completa adhesión a su persona y a su ministerio, seguro de expresar así los sentimientos de los fieles -laicos y sacerdotes- de la Prelatura del Opus Dei”, añadió el máximo responsable del Opus Dei, la única prelatura personal de la Iglesia Católica y especialmente arraigado en América Latina.

En la arquidiócesis de Buenos Aires, el Opus Dei mantiene entre otras iniciativas la Universidad Austral, institución privada con escuela de negocios y hospital incluido.