EDITORIAL

Una impronta para el mundo

La sorpresiva consagración del argentino Jorge Bergoglio como Sumo Pontífice del catolicismo abrió lo que se espera será una nueva etapa para la Iglesia en todo el mundo, marcó un hito histórico al entronizar por primera vez a un cardenal latinoamericano y llevó tranquilidad y esperanzas a millones de fieles que siguieron los pormenores de la elección en una expectante vigilia.

El argentino más importante de la historia

Un hecho que trasciende cualquier análisis de cabotaje

Vaya si resulta paradójico lo que acaba de ocurrir. Desde ayer, Jorge Mario Bergoglio se transformó en el argentino más importante de la historia del país. Y, al mismo tiempo, desde ayer Jorge Mario Bergoglio dejó de pertenecer a la Argentina. Francisco pertenece, desde ahora, al mundo.

Una plaza llena de gente... un silencio lleno de Dios...

Así inicia su Pontificado este nuevo Papa, al que los “Cardenales han ido a buscarlo casi al fin del mundo...”, con una llamada al Pueblo de Dios para unirse en la oración. A una ese río de gente, que empezaba en Plaza San Pedro y seguía por toda la Via della Conciliazione, se sumergió en el más profundo silencio orante, pidiendo a Dios la bendición para su nuevo Pastor.

Bergoglio, el Papa argentino

Cierto orgullo nacional en estos días a los argentinos nos debería estar permitido. Orgullo o alegría, para el caso da lo mismo. Un Papa argentino no es una novedad menor para un país que necesitaba mejorar su autoestima. Se sabe que los cardenales no privilegian la nacionalidad a la hora de elegir un Papa. Por lo menos no es la principal consideración. Francisco será el Papa de todos los católicos del mundo y su condición de argentino será un dato más, y ni siquiera el más importante, pero para nosotros siempre será el Papa argentino.